31 marzo 2006

TOBACCO ROAD (Parte I)

Estimados psicocamaleones:

El tabaco, ese controvertido, ingenioso y combustible producto, está, como todos los vicios, íntimamente unido a la música pop y rock (sólo tienes que oler tu ropa al volver de un concierto, por no mencionar esos mecheros encendidos brazo el alto… Dios, me duele recordarlo). Aunque el uso de otro tipo de drogas haya tenido un impacto más truculento, el cigarrillo siempre ha estado ahí. Si miramos en dirección a un escenario lo veremos: un cenicero alto delante de Lou Reed, Keith y Ron de los Stones fumando como carreteros sujetando sus cigarros entre los dientes, mirando burlones al saltarín Jagger, tan sano. Un cenicero repleto sobre un piano, bueno, sobre el piano del Tom Waits de “Closing Time”, o aprisionado entre las cuerdas de un bajo o una guitarra. Javier Corcobado fumando ensimismado entre canción y canción. Josele Santiago haciéndolo entre golpe y golpe de tos. Un cigarro que surge de un puño que agarra un micrófono (Nick Cave interpretando enérgicamente “Deanna”). Lee Brilleaux sudoroso, armónica y cigarrillo en ristre; el cigarrito de Django Reinhardt, y Javier Krahe, claro (“Gracias, tabaco”). Aún recuerdo una actuación de Radio Futura, creo que en el Festival de Benidorm de 1.983, interpretando “Interferencias”, con Enrique Sierra fumándose un habano exagerado mientras tocaba. En aquella época su gracia era el contraste que ofrecía: un tipo con una cresta, en la efervescencia de la modernidad, haciendo algo tan castizo como fumarse un puro. Ahora sería una auténtica provocación de tintes dramáticos.
Y las portadas, ¿qué? Esas poses tabaquiles tan estudiadas: Paul Simonon en la de “Combat Rock” de The Clash con el cigarro tras la oreja, o el pitillo en la comisura de los labios de Nina Hagen en la de su primer álbum. De ahí también le cuelga al bueno de Roy Loney en la carpeta de “Teenage Head” de los Flaming Groovies. En la portada de “Green Mind” de Dinosaur Jr aparece una niña con un cigarro en la boca, y todo eso en plena vorágine de la lucha anti-tabaco en Estados Unidos, allá por 1.991. Sally Grossman, hierática y seductora, sostiene un pitillo en la de “Bringing It All Back Home” de Bob Dylan, era 1.965. En “Scary Monster” la mano de Bowie hace sombras sosteniendo un cigarro. ¿Llevará tabaco Joe Jackson en la portada de “I´m the Man”? por lo menos encendedores sí. El adusto Leonard Cohen no sólo gusta de aparecer comiendo plátanos en las portadas, en “Live Songs” tiraba de purito; y Nick Lowe, de un perfil que recuerda a Kiko Veneno, enciende un cigarrillo en “Party Of One”. Y, estando donde estamos, no podría faltar el noveno arte: la portada del mítico “Cheap Thrills” de Big Brother & The Holding Company, a cargo de Robert Crumb con su tortuga fumadora; Alfreda Lenge pinta a su esposo, Robert Wyatt, fumando plácidamente mientras escucha música en la portada de “Dondestan”; en las siluetas de Federico del Barrio para el elepé “En El Lado Oscuro” de Alarma!!!, el perfil resalta tupé y cigarrillo; o las portadas de Nazario para el primer y tercer elepé de Dogo y Los Mercenarios: deseo, vicio y… cigarrillos.

Por Favor, ¿me da fuego?...


Aparecido durante marzo de 2.006 en el portal de humor y cómic "Irreverendos".

28 marzo 2006

"LA CHUPA" (Relato Breve)

La chupa era tersa, brillante, esbelta; merecedora sin duda de pasear sola por la calle sin necesidad de ajustarse a ningún cuerpo; volátil, libre, animosa y emprendedora. Eso me vino a decir Ana cuando la colgué por primera vez en el armario: "así está más bonita".
Yo también lo creía en el fondo. Cuando me enamoré de ella la portaba alguien que sí la merecía, alguien cuyo cuerpo tenía el mérito de no perturbar su belleza. Aquel fue nuestro primer encuentro cara a cara, allí se produjo el viento fugaz del flechazo mientras los focos del escaparate provocaban el resplandor de sus cremalleras. La atracción, sin embargo, había nacido tiempo atrás, cuando la veía por todas partes con delicadas figuras femeninas o espigadas y taciturnas presencias masculinas embutidas en ella.
La emoción que sentí en el momento que pagué por ella duró poco. Al colocármela, aparentando un acto sin importancia, rutinario, el lascivo olor de su cuero me impregnó de confort y seguridad en mí mismo; pero algo no cuadraba, al ir a introducir mis manos en los bolsillos, éstas penetraban a duras penas por el estrecho resquicio que el volumen de mi vientre dejaba libre. Al lograr meter los puños, la presión con que éstos castigaban la apretada cavidad, provocaba que sus formas se apreciaran nítidamente desde fuera, como dos inesperados salientes deformes de mi barriga. Siempre había soñado con hundir las manos en las calientes entrañas de aquella prenda, hasta hacerlas desaparecer de la vista de todos, tal y como vi tantas veces hacer.
Ana tenía razón: "la chupa, al estarte tan justa parece redondeada, pierde, pierde...". Sí, perdía, perdía toda su esbeltez innata, toda su fuerza orgullosa y soberbia, toda su presencia. "...pierde, y sobre todo pierdes tú, pareces más pequeño aún, parece que no tienes para comprarte algo que te quede bien, que te la han prestado, a ti te conviene...". Sí, ya, ya, a mí me convenía una generosa rebeca, o una amplia chaqueta, o...
A pesar de todo conseguí mantenerla junto a mí un par de inviernos, hasta que el desgaste empezó a corroer la tersura de su piel. Había perdido parte de su fulgor, pero eso la hacía parecer más interesante, más vivida; su belleza no se marchitó, simplemente cambió. Rostro ajado de urbana experiencia.
El adiós se cernía sobre nosotros, lo presentía. Ana lo dijo: "pruébate esta chaqueta, por lo menos la podías alternar con la chupa". Así hasta que un día desapareció del armario sin dejar rastro, Ana la había donado a no sé qué organización.
Pasado el tiempo, y resignado a las chaquetas de paño, una vez me crucé con ella por la calle; estaba gastada por la lluvia, roída, descolorida, pintarrajeada; pero algo en su inconfundible semblante la hacía parecer más joven, había recuperado su actitud desafiante y rebelde. Avanzaba rápido, cada vez más rápido, y no tardó en perderse corriendo por una maraña de callejones. La policía la perseguía, la gente la perseguía, yo la perseguía; hasta que una detonación que se me antojó lejana, perdida y ausente la clavó contra una pared, dejándola allí, despidiéndose con las mangas en cruz, y...tan esbelta.

23 marzo 2006

A VECES PIENSO EN ZAMIATIN

El protagonista de “Nosotros” (1.924), de Yevgueni Zamiatin, vive un angustioso conflicto interior: por un lado le atrae la libertad, el terremoto psicológico que provoca el amor o el caos de percepciones de la naturaleza, y por otro elogia la perfección de los muros, las matemáticas, el lirismo de su armonía, denota angustia ante las x sin descifrar. Descubre temeroso la capacidad de intuición mientras persiste su obsesión de pertenecer al todo, de diluirse en su perfecto orden. ¿Hacia dónde se inclinará la balanza?
Tony Blair, después de lanzarse a invadir un país, se recicla en casa poniendo en marcha una ley denominada “Plan de Acción del Respeto”, o algo así, poniendo cámaras en las calles y creando policías vecinales, gente que con sus denuncias puede echar de su casa al vecino. No contento con eso, lo último que ha hecho es reconocer que pegaba a sus hijos: ya no hace falta que sonrías más Tony, te has acabado de descubrir. Siempre esas disyuntivas, libertad o seguridad; libertad u orden. En Francia amenazan con retirar ayudas a las familias que no eviten el absentismo escolar de sus hijos. ¿Se puede exigir a una familia con pocos recursos que reciclen basuras, que ahorren energía, que eduquen a sus hijos o su situación les exime?, ¿se pasa la responsabilidad al estado en el último caso? Resultado: quedan los niños (víctimas) en mitad, suspendidos en el olvido, germinando el miedo que proyectarán en el futuro. Porque, ¿si te sientes marginado puedes descuidar a tu familia? ¿si decides intentar iniciar una nueva vida en otro país, debes cumplir sus leyes o puedes traer las tuyas? Todo esto me plantea un aluvión de interrogantes y ninguna conclusión. Realmente soy un signo de interrogación con el punto apoyado sobre la pantalla, pensativo. Sería curioso indagar si la gente prefiere ceder una porción de libertad a cambio de seguridad, de paz. ¿Qué porción?, ¿a quién entregamos esa libertad sacrificada y qué gana con ello? Me parece evidente que la mayoría de la gente prefiere, ante esa disyuntiva, la seguridad. Mejor pasear por una calle observado por una cámara disuasoria que exponerse a un atraco, violación, etc. El miedo es el mejor elemento organizador social, como en Zamiatin, el uniformador ideológico, el paciente desactivador de la individualidad. La suma armonía matemática. ¿A eso vamos?. Todos tratan de uniformar, las autonomías flipan con una tele y una poli propia, lo demás ya vendrá. Los Liberales consagran la individualidad económica y empresarial de la gente, pero tienden a husmear en cuestiones morales con ese cristianismo generalmente de pacotilla que les sale por los poros, mezclándose con su colonia cara; por la izquierda, los partidarios de un estado protector consagran la libertad ideológica, de costumbres, pero limitan la económica. Pagar muchos impuestos obliga a participar de servicios estatales por ser difícil costearlos a nivel privado, a no ser que se sea rico, el rebaño vuelve a estar reunido. ¿Será el término medio la armonía matemática inalcanzable la x de ecuación? Hay gente que se deja instalar un chip en el brazo para demostrar que son clientes VIP de discotecas, y empresas que se los instalan a sus trabajadores, sintiéndose éstos vigilados. Cámaras para ver a tus hijos en la guardería, detectives privados para seguirlos cuando crecen, cámaras para vigilar a las niñeras, para escudriñar centros de trabajo, centros comerciales, bancos, semáforos. Anthony Blake (pronúnciese Ántoni Blaque), dice que nos vigilan en el teatro y pone cara de susto. El Circo del Susto, que diría mi amigo Alex Romero, ahí es dónde vivimos. Móviles que hacen fotos, móviles que graban. La información vuela casi tan rápido como el miedo. Más control, más orden, y gente que ofrece orden a cambio de un porcentaje de tu esencia. Mucho ruido y gente que vende más ruido, y así otra te vende silencio en las afueras… a precio de oro

21 marzo 2006

SORKUN “Duna” (Metak, 2.005)

Dulce penumbra

Segundo trabajo de Sorkun, habitual colaboradora en discos y giras de Fermín Muguruza. Fondo electrónico y latido rock para canciones con pulpa, bien trabadas instrumentalmente, intensas y un punto oscuras; que enriquecen sobremanera el registro musical y expresivo de su autora. Una magnífica cantante poseedora de una voz de fulgor libre, limpia de impostaciones y tics, carismática y natural para el desgarro y la sutilidad. Desarrolla un repertorio que funde lirismo y dramatismo, que se expande con delicadeza y atención al matiz pero que sabe ser cortante, apelando a la rotundidad de las guitarras en la aceleración de “Non Zaude???” y “Nosferatu”. Hay composiciones adensadas con incisivo wah-wah y aires funk blaxploitation, o momentos estelares como el acento nocturno y blues de “Autolesioa” (todas inundadas por la persistente presencia de saxo barítono). Junto a ellas destacan una sentida interpretación acústica del “Lurra” de su anterior trabajo, y la memorable recreación del clásico soul “Rescue Me” sobre un colchón de programaciones y guitarras brasileñas.

Publicado en el nº227 de la revista Ruta 66

17 marzo 2006

CAT POWER “Greatest” (Matador-Everlasting, 2.006)

Llevándote hasta las profundidades.

Chan Marshall permanece enigmática, hipnótica, dolorosamente evocadora pero menos frágil, más expresiva. Esta vez la música se extiende, sosegada y seductora, por entre unas composiciones maduras que se enriquecen y dejan llevar por el magnetismo instrumental nacido del detalle y el diálogo fluido. Se trata de esos acompañamientos que envuelven sin tapar, y arropan sin vestir, una desnudez que pervive rodeada de un halo humeante y el novedoso sabor de la música negra. El nuevo disco es más accesible y acabado; su autora deja atrás definitivamente los tiempos de las composiciones desvaídas y el deje indie, perdiendo en el camino algo de su peculiar asilvestramiento y crudeza. Grabado en los estudios Ardent de Memphis, rodeada de míticos gregarios del soul sureño, nos deja magníficas canciones con hondura que aún consiguen mirar directamente al oyente: desde baladas acariciadoras y sofisticadas como “Greatest” y su violín “Moon River”, hasta el blues de la espartana “Hate”.


Reseña publicada en el nº26 del Periódico Diagonal de Madrid

http://www.diagonalperiodico.net

13 marzo 2006

JOSELE SANTIAGO EN DIRECTO

SALA PLANTA BAJA, GRANADA
25 DE FEBRERO DE 2.006

Un feliz encuentro, el autor de la mayoría de los mejores temas de rock compuestos por aquí en los últimos veinte años y un guitarrista expresivo, incisivo y audaz, cuyo estilo no hace más que ensancharse y crecer. La irregularidad y el equilibrio unidos para sacar partido de su punto en común: el instinto. Josele con cara de recién levantado y Pablo Novoa elegante y atildado: un equipo perfectamente compenetrado, sobre todo porque transmiten el placer que les produce recorrer juntos esos escenarios de Dios. El madrileño con acústica y el vigués tirando de eléctricas. Santiago se mostró en forma, con buena voz e intensas interpretaciones. El gallego, por su parte, más que tocar parecía desentrañar sonidos, auscultaba las posibilidades de su instrumento vibrato en ristre; indagando entre sus cuerdas con artesanal paciencia y pulcritud, con una digitación perfecta a la vez que arrebatada, que acompañaba, reforzaba o provocaba efectivos y, a veces, radicales contrastes con los sonidos de la acústica, generando así un colorido subterráneo, un vigor que elevaba las canciones. El acompañamiento preciso para olvidarte de las limitaciones del formato reducido. Los músicos dialogaron con fluidez, intercambiando fraseos y protagonismo, percutiendo, dibujando con pulso firme y dúctil la esencia, y subrayando el relieve de un repertorio que, pasado el tiempo, muestra aún su frescura y peculiar encanto. De Los Enemigos se recuperan en la parte central temas que ya venía tocando con toda la banda: el blues “Qué Bien Me Lo Paso”, y “An-Tonio”. “Con Las Manos Vacías”, la versión de Chavela Vargas, quedó más natural y asumida que en disco y anteriores directos. También destacó su recreación de la versión española de “Being Green” de la rana Gustavo/Kermit; y la cosa fue tomando temperatura con “Serrín”, “Mi Prima y Sus Pinceles” y “Olé Papa”, intensísimas con riffs, punteos y solos imaginativos que alcanzaron el punto justo de cocción en la última, con su furibundo duelo final de guitarras. Tras esa hora inicial los bises se abrieron con una inevitable (y celebrada por el agradecido público que llenaba la sala) interpretación en solitario de Josele de “Desde el Jergón”, seguida por una “La Otra Orilla” arrastrada hacia la frontera por la slide de Novoa; y el estreno de un tema nuevo con aire swing que promete, “El Baile de los Peces” (ensayada en el atasco que padecieron a la salida de Madrid). Como despedida dejaron sendas versiones de “Route 66”, ambos con eléctricas, y del “You´re Sixteen” de Johnny Burnette. Sigue así Josele.

Publicado en el nº 226 de la revista Ruta 66

10 marzo 2006

MATCH POINT (Woody Allen, 2.005)

Si hubiese visto esta película sin saber quién la dirige jamás me hubiese imaginado que se trataba de Woody Allen. A toro pasado, puedo ver rastros suyos en la naturalidad y agilidad de los diálogos, o en el fascinante halo de cotidianidad que envuelve todo. No hay estridencias ni impostaciones. El protagonista es un trepa, pero afortunadamente desprovisto de los tics de siempre, lo que lo hace mucho más inquietante, por cercano y tangible. No se explotan razones manidas que expliquen su amoralidad a la hora de afrontar el partido de la vida, no se hace preciso cargar las tintas sobre su carácter o circunstancias; pero sí se le opone la mayor honestidad de la otra candidata a un mundo nuevo de riqueza: una aspirante a actriz que llega a Londres desde un lugar tan distante como Boulder (Colorado), a la sazón lugar de nacimiento de John Fante, interpretada por Scarlett Johanson. Woody Allen no conduce al espectador de la mano por la trillada senda del maniqueísmo, simplemente le ofrece unos hechos perfectamente creíbles. Se trata de auscultar a ese ciudadano medio, silenciosamente ambicioso, que se deja querer explotando sus cualidades; calculador pero humano, eminentemente cobarde y egoísta hasta la crueldad, angustiado ante el riesgo y la pérdida, pero capaz de, como se dice en algún momento del filme, guardar la conciencia bajo la alfombra. Alguien que alcanza el estatus de cierta clase alta empresarial inglesa: sus inmensos privilegios y comodidades, su vida culta, interesante, siempre equilibrada. La mezquindad del protagonista, nos dice Allen, incluso su frialdad, es de la misma pasta que la de millones de personas. En parte, ese tipo (Jonathan Rhys-Meyers) tiene mucho de espejo. El argumento es típico, y la historia desde el primer minuto apunta a un desenlace. A pesar de la excelente factura de la película, de su ritmo, sin un golpe maestro hubiera quedado chapoteando en mitad de sus aspiraciones como cierto tipo de telefilmes de suspense o ese cine español de culpas, redenciones y derrotas. Ese golpe se produce (genial la metáfora tenística) y, aparte de sorprendernos (cumpliendo con el cometido del guión), nos deja el retroceso del primer efecto. Nos hace plantearnos finalmente hasta qué punto la suerte y la casualidad, determinan nuestro destino.

07 marzo 2006

DOCTOR DIVAGO “Revuelta Elemental” (Saimel, 2005)

Su pop es el antídoto

Ya andaba echando de menos yo la inconfundible voz de Manolo Bertrán (aquí cediendo la voz en un tema a Víctor Ortiz de Los Huracanes), y la armónica de Chumillas. Vuelven con más empaque sonoro, ofreciendo otro cancionero cien por cien “Divago”: urgente, nervioso, a veces esquemático; que sabe mimar los tiempos medios y espolvorearlos de psicodelia, resultando finalmente equilibrado. Con ese sonido intemporal, nada turbulento, más bien claro y limpio, con la voz en primer plano y la precisa apreciación de cómo irrumpe cada instrumento. Es un pop henchido de vitalidad (interpretado por una banda de marchamo new wave por la energía contagiosa que desprende, su sentido de la concisión y esa capacidad de resolución melódica, cuando la chispa del buen estribillo ya viaja en las estrofas), incontenible, irresistible y muy, muy particular sin descubrir ni mucho menos la pólvora. El mejor envoltorio para los textos que componen el mundo literario de Bertrán, siempre complejo y significativo. La elección de temas se la dejo a ustedes.

reseña aparecida en el nº25 del periódico Diagonal de Madrid

http://www.diagonalperiodico.net

04 marzo 2006

"Las Leyes...

« Las leyes son como las telarañas, ya que si algo indefenso e insignificante cae en ellas, lo atrapan con fuerza, pero si algo grande cae en ellas, rompe la trampa y escapa ».
(Anacarsis, Circa 600 a.c.)