28 mayo 2012

MELANCOLÍA

Ya sé que vivimos una época en la que las leyendas y cuentos ya no empiezan con la muletilla “érase una vez…”, sino con “aunque no me creas te diré…”. Pues eso, aunque no me creáis os diré que en cada país, todas las reservas naturales, las industrias de importancia estratégica y las infraestructuras de interés general nos comunicamos, tenemos un lazo común y secreto, somos una logia, aunque en ocasiones, en nuestras reuniones nos autodenominemos, entre amargura y alcohol del malo, la logia del desamparo. Yo, por ejemplo, soy una mina de esas que se dice que prometen más que dan, pero, hasta hoy, mientras el viento se cuela por las galerías alentando la melancolía de un ejército de voluntariosos mineros cada vez más diezmado, sólo yo sé toda la riqueza que guardo en mi interior. Nuestro sueño es recuperar el brillo que un día tuvimos, lucir en primera plana, ver nuestra biografía y posibilidades económicas profusamente detalladas, leer incluso las mentiras más gordas e interesadas. Queremos ser malvendidas por desidia y codicia, ser reflotadas por codicia tras el consiguiente esfuerzo de inversión; ser esquilmadas con codicia y sin la suficiente planificación y reinversión para continuar dando pan a aquellos que nacieron de las mismas entrañas que nosotras; ser pasto de proclamas patrióticas tan hueras como oportunistas y ser finalmente codiciadas, expropiadas y… mimadas por fin.



Publicado en el nº124 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado a las expropiaciones.

25 mayo 2012

RUBIA, MADURA Y DEPILADA

Como casi cada mañana, atravesó la puerta del pequeño estudio en el que se rodaban todas esas películas porno en las que actuaba desde hacía años; nunca en papeles protagonistas ni especialmente destacados, habiendo incluso cambiado alguna vez radicalmente de aspecto y nombre artístico para no quedarse fuera. Saludar, cambiarse, maquillarse o atender indicaciones, formaban parte de una rutina que ella aceptaba con la mejor cara. Prolegómenos de lencería no exactamente fina, cuatro líneas de diálogos y algunos rodeos la acercaron otro día más a la cama. Una vez allí se dejó ir, sus movimientos y respuestas se fueron mecanizando. Miraba a la cámara y sentía el calor de las luces sobre su piel, así como la respiración del equipo técnico. Hábil y resuelta, siempre sacaba a tiempo gestos, jadeos y sonrisas. Cuando se colocó a gatas apoyándose en el cabecero de la gran cama, suspiró, era el gran momento de cada rodaje. Notó cómo su compañero se acoplaba y comenzó a sentir la fuerza que desencadenaba su sueño recurrente: en plena calle era abordada por el micrófono de un programa serio de televisión que le preguntaba acerca de la situación del país, entonces ella avisaba con gesto adusto del peligro intrínseco de los recortes o del grave riesgo de centrarse en los números globales dejando a la gente atrás, y lanzaba una pregunta final: ¿hacia dónde nos conduce una sociedad formada por trabajadores temerosos?



Publicado en el nº123 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado a las pelis porno.

18 mayo 2012

"Los que carecen...

"Los que carecen de imaginación no tienen otra elección que apoyar sus conclusiones en la realidad que ven a su alrededor. Pero por otro lado, los imaginativos tienden a levantar castillos fortificados, diseñados por ellos mismos, y precintarles todas las ventanas”. (Yukio Mishima, “Nieve de Primavera”).

11 mayo 2012

EL PATO DUCKY Y LA TERAPIA

Buenas noches, me llamo Ducky y soy pato. Mis padres se pasaron años queriéndome hacer pasar por cisne: que si pon el cuello así, que si no sonrías tanto, que si no parpes tan alto que pareces un ganso… Pasados años de angustia y frustración comprendí que nunca podría serlo, y que además no me gustaba, estaba cansado de parecer lánguido e indiferente, de cuidar mi perfil y de evitar mi identidad con disimulos y altanería. Aposté por ser ese pato que nunca me dejaron ser. Ya no me dolía aquello que me decía mi madre de que un niño o un borracho podían dibujar tranquilamente un pato gracioso, para señalar la vulgaridad de nuestra especie. Cada vez olía más a fascismo todo aquel embrollo; y yo prefiero, sin dudarlo, ser patito de bañera que inocuo cisne de porcelana. Así pues, subí el volumen de la música (canto casi cada día “Ducks on the wall” de los Kinks), caminé como me dio la gana y nadé salpicando espuma; tropecé y me reí, no me comparé con nadie y me sentí ligero; recuperé los habanos del Tío Gilito y gesticulé tal que el Pato Lucas. Soy pato, mareado cuando encarta, y ya nadie se atreve a decir nada de mi camiseta de los Ramones. Además, me consta que tengo el respaldo de Tony Soprano. Gracias por escucharme, cuac.




Publicado en el nº122 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado a ¿Por qué los patos en los dibujos animados?