31 agosto 2010

MISIVA TRES: “CERTEZA”

“Sé que vienes, te oigo al despertar, noto que estás llegando, que te acercas.
Miro por mi ventana y me inunda tu inminente presencia por oleadas.
Oleadas de motores en marcha, de humo y calor, de aire manso y caliente atravesado por aquella última mirada que intercambiamos. Increíblemente cristalina, acuosa, irradiando una luz difusa; la chispa de una verdad que comenzó a florecer de pronto y a brillar contra mi pecho. Sé que vienes, llegas un poco en cada vehículo que pasa, eres un poco de todos los perfiles de conductores que acierto a ver. Eres patillas, barbas, narices, muecas, pendientes, carmín, dientes, mellas, sudor, cansancio; y te vas acercando.

Eres una ola de calor y humo que empuja mi esperanza, manteniéndola tibia y palpitante”.

16 agosto 2010

EL ÁNGEL

Eran sobre las siete menos cuarto de la mañana cuando me dirigía a recoger mi coche y largarme al trabajo. Prácticamente amanecía, y en mis auriculares crepitaban la poesía y crudeza de "Polvo de Ángel", aquel maravilloso y olvidado CD acreditado a El Ángel y los Volcánicos, grabado por El Ángel y Ana Curra en 1.994 y publicado, sólo eso, por Nuevos Medios. Mientras abría la puerta del garaje, un coche lleno de jóvenes que venían de fiesta se acercó, escuchaban a volumen atronador ese tema que han sacado Marta Sánchez y Carlos Baute, se detuvieron a mi altura y me gritaron: “¡Eh, no seas carca, deja la radio y escucha música!”.

11 agosto 2010

GRILLO

El ruido de una moto lejana me produce una dura percepción de olvido,
(de la velocidad a la que avanza el olvido de quien sufres si te olvida y sufre olvidándote)
No, mejor de abandono:
El recipiente que nadie cuidaba se quiebra y todo se derrama en el suelo:
Yo también, ahogándome al principio.
Atravesado por el calor veraniego, soñando la certeza,
¿Cómo puede ser eso posible?,
de que la temperatura no dejará de avanzar hasta el infinito,
Hasta que algo en mí comience a arder y no pare.
Arder en el centro de una duda.
Hasta que con la retirada del sol algo se desate y, entonces,
Cerrar los ojos y sentirte perdido.
Ojo, dulcemente perdido, deslizándome en mi memoria, mi recuerdo, mi pasado.
Esperando la noche con ojos cada vez menos apretados y huir a lomos de un grillo insistente.
A la velocidad que avanza la necesidad de nacer a un nuevo día.