26 febrero 2007

PAPÁSOE

Hola papi, vivo en Andalucía, por lo que comprenderás que ya te considere mi papaíto con todas las de la ley. Antes que nada, gracias por ese instinto de protección tan puro y noble que nos demuestras siempre. Te entiendo perfectamente, tú nos das la libertad, la cultura, la trasgresión adecuada para estos tiempos tan complicados, los derechos más avanzados y, sin embargo, algunos desaprensivos tratan de aguarnos la fiesta, a ti, nuestro papá, y a nosotros, tus millones de hijos que enlazados de las manos bailamos gráciles a tu alrededor. Sí, dan ganas de hacerlos desaparecer verdad, un chasquido de los dedos y todos fuera, sólo nosotros, ¡qué felicidad!, entendiéndonos con sonrisas y afables palmadas. Caminando de la mano hacía Europa. Otro de nuestros padres, Octavi Martí, ha dicho en un programa de la televisión francesa que debían prohibir la Cadena Cope y el diario El Mundo… qué tentador. Perturban nuestra paz, oscurecen la blanca pureza de nuestra certeza, tratan de doblegar la rectitud de ese camino acolchado que tan escrupulosamente has construido para nosotros. Qué valientes los de la tele pública, hablando de todo; han quitado una entrevista a José María García porque les ha dado la gana, con un par, así se hace, qué reflejos, qué instinto tan enraizadamente paternal. Antes había que ocultarse un poco, por aquello del que dirán, pero ahora nuestro padre se manifiesta abiertamente: un texto de aviso en pantalla y a otra cosa. Esto… ¿no podríamos encarcelar a ese tal García? Es un carca, seguro que facha y católico, un hortera machista que no ha ido al cine en los últimos treinta años, brrrr, qué temblor, me recuerda lo más oscuro del franquismo que no viví, pero que recuerdo perfectamente, todos los días. Espero que todo el mundo coincida espontáneamente en volverle la espalda y que jamás pueda volver a manifestarse en público (sí, Padre Octavi, debemos cerrar El Mundo y la Cope… y revisar internet, que he leído a algunos personajes algo raros).
Gracias Papá, de nuevo. Cuando paseo por mi hermoso país me siento flotando sobre el Estado más moderno de Europa. ¡Qué seremos cuándo sólo opinemos, actuemos, decidamos y vivamos los nuestros! Qué hermoso tu empeño porque seamos todos iguales, tus esfuerzos por convencer a los que no piensan igual que nosotros, la generosidad que despliegas con tantas oportunidades que les das para que recapaciten, invitándolos a disfrutar de nuestra igualdad, nuestra libertad.
Sabes, papá, lo cierto es que a veces (no me malinterpretes por favor), me gustaría, sólo por curiosidad, leer algo de lo que dicen esos otros, y debo de reconocer que el otro día me quedé con ganas de ver a García. No debes temer papuchi, siempre seremos tuyos, y bailaremos cogidos de la mano a tu alrededor, nunca te abandonaremos a tu suerte; pero quizá estaría bien que nos dejarás (alguna vez) opinar a nosotros, ya sabes, por aquello de crecer y ser ciudadano, que comentan algunos en Europa, siempre sacándole punta a todo. Asomarnos sólo un poquito a ese precipicio de odio y sinrazón que son los que no piensan como nosotros. Será como viajar, papi, para confirmar que cómo en la casa de uno, en ningún lado.
Nadie habla como tú, ya lo sabes; qué emoción esas palabras al viento, que conforman nuestra rocosa personalidad democrática: activar mecanismos, ser discretos, buscar nuevos escenarios, dialogar, consenso, evitar la crispación, construir entre todos, poner herramientas adecuadas en manos de nuestros políticos. Uff, qué felices vamos a ser. ¿Verdad, papá?

21 febrero 2007

CORCOBADO “Editor de Sueños” (Dro Atlantic, 2.006)

A estas alturas decir Corcobado, es referirse a una manera muy personal de entender la expresión artística, forjada en los últimos veinte años. Permanece el cantante y poeta apasionado, desgarrado pero ya mucho más reflexivo que torturado: la mirada clavada, la media sonrisa, el susurro y el aullido. Su sonido, con los años ofrece un marchamo poderosísimo, tan retro como expansivo e intrigante, contando en esta ocasión con la vuelta de la guitarra de Javier Arnal, desaparecida desde “Arco iris de lágrimas”. Tomando como referencia su feliz regreso del año 2.003 con “Fotografiando al Corazón”, “Editor de sueños”, sin aportar demasiado ni desmerecer, abunda en las sonoridades etéreas y evocadoras sin renunciar al caos controlado. Detalles acústicos y estructuras clásicas y sencillas, contrapunteados por cajas de ritmos, efectos y entramados de sintetizador, crean una intensa y vivificante confrontación de burbujeantes texturas, cargadas de magnetismo sin perder la potencia y corporeidad de una buena canción. Persisten las suaves melodías que llegaron al mundo del madrileño, procedentes de la música melódica de los setenta para perderse y enfatizarse en su vaporoso concepto, como “Susurro” o el delicado valsecito “Amar”. “Editor de sueños” remite al Corcobado punzante de guitarras obsesivas y asfixiado garaje apocalíptico. ”No quisiera” es el bolero suyo de siempre, cortante y de doloroso lirismo. Trepidante blaxploitation, con agujero negro en medio, circula por el instrumental “Invernadero”; y una atractiva guitarra matiza “Si usted pudiera matar” mientras que “Orquesta de perros” y la chispeante y sixties “Todo empieza con un beso” son de lo más pop que ha compuesto nunca. Por su parte, la voz y composición de Paula Grau se estrenan en “Bahía eléctrica”, frío electro-pop a lo Young Marble Giants.
Finalmente, una despedida tan corcobadiana como “Extermínense” (¿otro “El corazón de tu cabeza”?), desequilibra la colección de canciones con sus veinticuatro minutos: guitarras, aristas, reiteración, riffs en crecimiento, riffs en loop, fantasma progresivo, y espíritu stoogiano; ruido, silencios, disonancias. Nada que deba sorprendernos ya.


Publicado en el nº 235 de la revista Ruta 66.

18 febrero 2007

DIRECTO NACHO VEGAS

Sala Industrial Copera, Granada (12-01-07)
Amplia afluencia de público para recibir a un Nacho Vegas recién aterrizado de Méjico, donde ha compartido escenario con Bunbury. A pesar de tratarse de un concierto acústico, sin más aditamento, y en un espacio grande, pudo disfrutarse con una calidad de sonido razonable y la atención del público necesaria para apreciar una actuación de estas características. Vegas, acompañado de Xel Pereda, hizo acto de presencia sobre un escenario mínimamente iluminado, decorado con sillones blancos y una mesita con lámpara y botella de whisky y vasos, utilizados con asiduidad. Desde el inicio con “Noches árticas”, “Cerca del cielo” y “Días extraños”, el magnetismo funcionó y quedó claro que el asunto tomaba una atractiva dirección: el apoyo de mandolina y los coros de Pereda dando el contrapunto necesario, la presencia justa para percibir tanto la desnudez interpretativa de Vegas, como para realzar y colorear apropiadamente el resto del repertorio. La mandolina asomó en otras ocasiones (destacable en “Qué te vaya bien, Miss Carrusel”), alternándose con acústica y banjo (en un tradicional asturiano que formará parte de un álbum de próxima aparición, quizá llamado “Teresiña” y en “Cazador”). En temas como la confesional “Ocho y medio” y la adaptación de “Stranger song”, sólo apareció la presencia espartana del hombre del norte. Este formato, lejos de limitar las posibilidades del cancionero de Nacho, potencia sus virtudes, y es prueba irrefutable de la grandeza de sus composiciones y de las posibilidades de su creador, lanzadas desde su guitarra y sus pies clavados en el suelo. La versión que encierra a todos los Vegas, destacando tanto el irónico, surrealista y burlesco de “El hombre que casi conoció a Michi Panero” y “Nuevos planes, idénticas estrategias”, como el narrador, el intimista o el anhelante; el dylaniano, el sombrío o el que deja ver destellos de luz. La turbia “En el jardín de la duermevela”, prevista como despedida, propició el duelo de guitarras, llegando en algún momento a recordarme a aquel hombre del ruido de Manta Ray. Y los aplausos del público propiciaron una postrera despedida con “Añada de Ana la friolera”.
Publicado en el nº235 de la revista Ruta 66

13 febrero 2007

DIRECTO EL DOGHOUSE

Sala Planta Baja, Granada (15-12-06)
El Doghouse es una banda formada por tipos especiales afincados en Granada: fundamentalmente Richard Dudanski (batería de los 101´ers de Joe Strummer y de otras muchas formaciones como Raincoats o PIL), y el neoyorquino Tom Lardner. Veterana pareja de trotamundos de hirviente sangre eléctrica. En esta ocasión prescindieron de la guitarra solista de Pepe Olmedo, por lo que Tom llevó todo el peso y hubo de centrarse más en precipitar sus dedos sobre su instrumento. Presentados en formato trío, Maki, hijo de Dudanski, completa la formación encargándose del bajo. Su repertorio es rotundo, rabioso, urgente; encalabrinado, bascula entre el rock musculoso, el blues y el punk. Lardner es un vendaval, un guitarrista salta punteos de los que muerden el riff, inmediato, apasionado intérprete que se vuelca ante el micro al modo de Joe Strummer. Esto, unido a la eficaz pegada de Dudanski, propulsa un cancionero que pasa como un suspiro trazando las líneas maestras del rock más estimulante de toda la vida. Presentaron temas que irán en su inminente lanzamiento (“Screamin´”), como el riff setentero de manual de “Who´s Miles” o “Screamin´ Bloody Murder”, que me recuerda por momentos a Ian Dury. Recuperaron composiciones de su primer trabajo, “In Heat”, como el rock´n´roll rasposo “Ball Of Pain”, el swing demoledor de “Do the Hound” o “Cat In Head” y su aire funk tejano a lo S. R. Vaughan. En el tramo final aceleraron el paso con “Silent Telephone” de los 101´ers, a la que dotan de blindaje punk sin que pierda su pulso rítmico, revisaron “De Ti Depende” de Eskorbuto (aportación, imagino, de Maki, que también se encargó de la voz), y tocaron “Burro Blues” obcecada pieza cuyo nombre lo dice todo. Los temas con mayor acento blues contaron con el meritorio trabajo a la armónica del experimentado bluesmen gaditano Alfredo “All Freedom” Martínez, con una pinta de recién caído de una foto de Crosby, Stills & Nash de no te menees. Los bises, cumpliendo su misión de broche final, fueron aniquiladores e instantáneos, con un “I Don´t Wanna” de Sham 69 saliendo disparado y el siempre irresistible “Janie Jones”. Sonrisa en la cara.
Publicado en el n´º235 de la revista Ruta 66

07 febrero 2007

MI INTERIOR HUELE A TU MAQUILLAJE

Siempre que me siento inseguro cepillo mis chaquetas, las coloco en el armario, me acomodo y me pongo a verlas. Siempre que me siento inseguro oigo miles de grillos silbándome desde el techo; entonces voy a visitarte con mi mejor chaqueta, y me viene de pronto el dolor del tiempo a la garganta, como si me estuviese tragando una navaja. Una navaja vieja y piadosa que no corta, sólo obstruye el significado de las cosas en mi mente, cuestiona la horizontalidad del suelo y no hace más que revisar el color de mis zapatos.
Conforme me acerco al cristal de tu urna dorada me noto crecer las uñas, y pienso que no voy a poder encajar las manos en los bolsillos de mi chaqueta, mis pupilas discurren con inquietud pero sólo miran en una dirección, la del pasado. Ahora mis huesos bailan y mi carne se debilita, me vuelvo amorfo y doy gracias por tener una chaqueta que impida que los demás se topen con mi interior. Mi interior huele a tu maquillaje.
Siempre que me siento inseguro el olor agriado de tu maquillaje me salva y me desgarra, me traslada, me lleva al lugar en el que no esperar nada salvo que me mires.
Imbuido del dolor de tu maquillaje entro en tu pecera dispuesto a relatarte cosas que no he hecho; miro a mi alrededor y me veo rodeado de peces que te miran y sonríen, tú también los miras y sonríes. Ya estoy sentado en un taburete saboreando ese aroma, sintiéndome propietario de tu pasado mientras tú lo eres de mi futuro.
Me miras, te vas y vuelves con una copa. Los peces se extrañan de que no necesites preguntarme qué quiero beber, y te miran y no sonríen, y me miran y no sonríen; entonces recupero fuerzas para interpretar mi papel, enciendo un cigarro y me quito la chaqueta, es la señal. Así que vienes a mi encuentro y yo te relato cosas que no he hecho, pero que quise hacer; y tú me sonríes sólo a mí, y me traes copas sin que te lo tenga que pedir, y los otros ya no nos miran, no te sonríen al pedirte más bebidas o la cuenta. Cuando se van me miran pero no me importa, ya no soy amorfo, incluso me gustaría que oliesen en mí tu maquillaje.

Todo empezó cuando éramos dos inútiles que se miraban y reían; todo acabó cuando tú dejaste de ser inútil y yo dejé de reírme.