30 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (7 de 20)


7. ROCK DE ESPEJO ROTO

   Paco Martin, después en Twins, publica el primer álbum, “Ilegales” (el de la famosa portada de la pistola en la sien), ese mismo 1.982 en un sello creado ex profeso (Hi-Fi Electrónica). Aunque con un sonido mejorado, más lleno y rugoso, abundaron en las canciones de impronta inmediata. Rock de espejo roto, directo, de raíz clásica e inercia punk. Callejero, peligroso, esquemático; un esqueleto de huesos duros. Carne de himno (“Hola mamoncete”, “Problema sexual”, “Caramelos podridos” o un Delincuente habitual” deudor del “Uncontrollable urge” de Devo) conducida por un guitarrista talentoso que sabía ir al grano y construir riffs memorables. La inmediatez solo cede en momentos clave: las guitarras envolventes del rock contenido y alerta de “Tiempos nuevos, tiempos salvajes” y “Yo soy quien espía los juegos de los niños” (cinco minutos en estado de gracia, desde la letra al sonido sincopado y esa guitarra que sabe ser tan enigmática como brumosa); o “La casa del misterio”, una de sus composiciones más complejas, con una melodía tan bella como desvaída; un hilo a punto de romperse por algún sitio; dramática, inmersa en un ambiente a la vez cargado e inasible, rotando en una nube de inquietud y melancolía eléctrica. Y, cómo no, esa facultad tan suya de esconder versos definitivos entre estribillos prosaicos (la muy new waveNo me acaricies el pelo”). Para entonces, ya eran figuras destacadas de lo que se dio en llamar con desbordada imaginación “Rock Periférico”.

Primer elepé de Ilegales con su mítica portada. Ouka Lele se encargó de retocar la imagen elegida. 

28 abril 2014

LA VIOLENCIA

En cuanto se declaró contrario a la violencia todos prorrumpieron en aplausos,  pero, tras un leve zumbido de carraspeos y siseos, comenzaron a lloverle los peros.

25 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (6 de 20)

6. EL ANTIHÉROE DE LOS GATOS Y SU PLUMA

   Parecía vivir y escribir en una solitaria trinchera desde la que no se agitaba ninguna bandera, disparando en muchas direcciones breves escupitajos de veneno y sarcasmo sin asomo de victimismo. Era el antihéroe que bajaba de las montañas a llamar a las cosas por su nombre, pero que, en el trance, se sumergía en sus propias contradicciones para escribir versos atemporales. Cómodo y hábil en la observación de la realidad más cruda, en ocasiones espeta, provoca, muerde o reflexiona, pero detesta ser la voz de nadie. Sus textos no tratan de satisfacer al oyente, no te dice lo que quieres oír, característica principal del rock panfletario. Es un realista duro, por momentos despiadado, rotundo en las comparaciones y adjetivaciones; que en muchas de sus letras reprocha la inacción, el dejarse llevar por falsos sueños (a “confundir lo deseable con lo posible”) o muestra con gesto burlón el espejo de la sórdida realidad a las decenas de personajes que pueblan sus canciones. En éstas encontramos reflexiones con filo, rebeldía pura, llamadas a la autoafirmación; zamarreos al sistema educativo; consideraciones sobre la violencia o la muerte. Hombre de pocas  pero tajantes metáforas, muchas estrofas memorables, y mensajes elaborados de poderosas imágenes, y no sólo por su contenido duro o sarcástico, o ese humor grueso chirriante que a veces emplea sin contemplaciones; sino por su belleza y profunda capacidad evocadora. Azote de hipócritas y convenciones políticamente correctas. Incesante creador o protagonista de historias suburbanas (el noventa por ciento de sus letras están basadas en experiencias propias, no en vano, muchas frases de sus textos aparecen con frecuencia en respuestas de sus entrevistas o viceversa).

Destaca, claro, el subgrupo de temas sobre delincuencia (cuya máxima expresión considero que es “Bestia, bestia”, por su cualidad instantánea), donde incluye reflexiones sobre el particular y ahonda en vertiginosos retratos en crudo que huelen a pelea callejera, a rabia e inadaptación, a calles húmedas, y sirenas. No desmerecen las relaciones de pareja, normalmente turbulentas, tratadas sin ambages, y sin ocultar heridas que supuran. 


   En sus textos se recorren con frecuencia pasajes líricos u oníricos, a veces interrumpidos por el quiebro de una mueca mordaz, un verso cortante; como golpearse contra un muro, o verse sorprendido por un estallar de cristales, como un picotazo inesperado. Entre sus influencias y gustos literarios encontramos autores tan dispares como Quevedo, Nietzsche, Pío Baroja, Rimbaud, Juvenal o Marcial.

21 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (5 de 20)

5. “EN 1.957 YO YA ESTABA HASTA LA POLLA DE ANTONIO MOLINA”

   Nacido el 1 de mayo de 1.955 en Avilés, de familia de abogados (“ya que no puedo ser bueno voy a ser abogado”), fue un niño de esos llamados conflictivos, llegando incluso a estar confinado en un colegio interno. Llegó a Gijón a los quince años, procedente de Vitoria, donde había vivido con su familia y tenido sus primeras experiencias con bandas desde los doce (un verdadero “niñato psicodélico”, según sus propias palabras). Este descendiente de la “nobleza arruinada”, cuando comenzó a tocar en orquestas de verbena (entre ellas una denominada Los 7 Magníficos y después Los Magníficos), en el imprescindible carnet de “Circo y variedades” para ejercer la profesión de músico, aparecía en la categoría de “Niño Prodigio”. Estudió hasta 2º de derecho, carrera que abandonó cuando el nervioso empuje del rock and roll lo ocupó todo. El guitarrista aventajado que comenzaba a ser impartía incluso clases del instrumento, teniendo entre sus alumnos a personalidades como Paco Loco, posterior miembro de Los Locos y Los Sangrientos, así como afamado productor indie.




   En los años setenta, tras aventuras efímeras como Menta o Crac, la cosa toma cuerpo con el trío Madson. Formados en 1.977 por Jorge, su hermano Juan (productor, técnico de sonido, después en Los Ruidos) y David Alonso, luego batería de Ilegales, veían cómo las maquetas que mandaban a sellos tan en la onda como el madrileño Chapa, les eran devueltas. En esa formación ya tocaban temas como “Soy un macarra” o “Lavadora blues” (compuesta alrededor de 1.971). En 1.979 se convierten en Metálicos (“Tiempos nuevos, tiempos salvajes”, “El piloto”, “Ángel exterminador”, que tuvo que esperar prácticamente una década para ver la luz, en el momento oportuno de ser revestida y arreglada convenientemente, y “Stick de hockey”, se encuadran en esa época), y a finales de 1.980 toman el definitivo apelativo de Ilegales, momento en que sale Juan de la formación y se integra Iñigo Ayestarán (después en La Banda del Tren). En 1.981 en su repertorio había ya temas como “Perjudicial” (primer tema ensayado como Ilegales), aparecida diecisiete años después en “El apóstol de la lujuria” y la muy new waveDesesperados”, la canción perdida de los Ilegales durante casi treinta años, cuyo estribillo desembocó en “Me sueltan mañana”, siendo la primera mucho más inspirada, en mi opinión. Ese mismo año ganan el concurso “Villa de Oviedo”, colocando tres cortes en un recopilatorio compartido con otros tres grupos (“I Muestra Pop-Rock de Asturias” (SFA, 1.982)). Ahí aparecen “Princesa equivocada”, cadencia reggae que se vuelve pop en un estribillo inspirado; “Europa ha muerto”, su primer tema mítico publicado, muestra fehaciente de un estilo básico y vibrante que aún tendría mucho margen de crecimiento: estribillos eficaces, riffs esquemáticos, coros concisos; y el twist “La fiesta” que siempre ha merodeado su repertorio. 



Meses después comienza el despegue con el single “Revuelta juvenil en Mongolia”/”La pasta en la mano” (Arrebato): “ideal para lanzarlo a los transeúntes desde el quinto piso”. En la primera cara “Revuelta juvenil en Mongolia”, el gran tema punk de Ilegales (en plan Pagans): delincuencia, sirenas, cristales rotos, disparos y efectos sonoros de toda esa destrucción. Y qué decir del reverso, que me atrapaba siempre desde las primeras notas, consiguiendo emocionarme. Medio tiempo de trágica crónica social con una primera muestra de lirismo amargo y esas partes nebulosas de guitarras que serán también marca de la casa. Tras grabar el primer elepé sale de la banda Iñigo Ayestarán (“prefería su novia al grupo”) y entra en su lugar Willy Vijande, todo un punk ex – Suybalen y Terlenka, bajista mítico de la etapa más explosiva de la banda. 

18 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (4 de 20)

4. LA MIRADA DEL DIABLO

Cuando me pidieron que lo buscase, recordé que también tuvieron que encargar a alguien lo mismo cuando fue nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua. Dicen que improvisó un discurso en el que alabó los efectos de las anfetaminas y que dijo algo relativo a la lista de pecados de cada religión para cometerlos todos. Para colmo, colocó en su calva reluciente dos pequeños cuernos rojos de plástico, para después mirar fijamente a los académicos y demás invitados, soltando una carcajada y golpeando el atril con los ojos a punto de salirse de sus órbitas. Mientras repaso posibilidades de búsqueda, tomo la portada del single "Revuelta juvenil en Mongolia", observo el careto de Jorge, su mirada fija enfundado en un abrigo que parece quedarle grande; aventuro qué proyectos, qué ilusiones camparían en su cabeza ese día.




16 abril 2014

ERES LA GOTA

Eres la gota
aceitosa
venenosa
salvaje.
El eslabón defectuoso,
la secreción perdida,
el orden roto del capitalismo.

Eres el suspiro de la gasolina.
El embeleco que baila
sobre nuestras cabezas;
que huele a fuego;
que no se ha encerrado
en ningún tanque;
que no se ha sumado
a ninguna fuerza.

Eres una cosa distinta
para cada mirada,
para cada día,
para cada semana.

Eres la gota que vive
y tiembla en el aire.
La huidiza y nerviosa
promesa incumplida de ámbar
que filtra el sol
y encierra la luz
en un círculo gaseoso,
en un pie a tierra,
en un ahogo de números y rectas

Eres la gota que nunca llueve,
el fin pendiente de un hilo
que nunca termina de llegar,
la frustración que suda en el aire.
Eres la pequeña ola de dolor.
Las venganzas
las promesas
los lamentos
que chasquean las bocas cerradas
alrededor de los semáforos.

Eres la gota indecisa
embarrada en su libertad,
embriagada en su sueño,
creada para arder en pos de algo
que no aparece,
que no se deja ver.
Inflamada por la angustia
y esa incierta esperanza
que consigue que aún
no te hayas estrellado
contra el suelo.

14 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (3 de 20)

3. TENGO UN PROBLEMA SEXUAL

   Ilegales era una banda incendiaria, pero que controlaba su fuego hasta el último detalle. Un grupo de rocanrol efectivo, y Jorge Martínez un compositor privilegiado, de talento, como lo es todo aquel que partiendo del lenguaje básico del rocanrol sabe crear melodías y riffs que se adhieren y de los que cuesta desprenderse. Alguien que aporta, y que si le preguntas con qué discos debes iniciarte en esto, es probable que te recomiende “Cosmo's factory” de la Credence, “Help!” de los Beatles o cualquier grabación de Elvis de la época Sun records. Nunca añadió una segunda guitarra a la formación, no la necesitaba. Durante los primeros discos el sonido lo marcaba su instrumento, acompañado por una base tan eficiente como escueta y secundado por unos coros secos y marciales. Consiguió lo que los grandes, desarrollar un sonido que como tal no era nada nuevo, pero transformándolo en algo propio, identificable. En los siguientes trabajos, el apoyo de otros instrumentos, le permitió por fin mostrar todos los matices de su guitarra (es recomendable escucharlos con detenimiento). Sus directos eran intensos, agotadores, rigurosos, comunicativos con su lengua-azote; exprimiendo esa voz entre agresiva y levemente aflautada, con la que con el tiempo ha llegado a alcanzar tintes negroides.

Posee una digitación precisa, su forma de tocar es depurada, limpia, incluso cuando quiere sonar sucio. A pesar de su habilidad con las seis cuerdas, su principal mérito y la clave de la soltura de su sonido reside en su plena consciencia de los peligros de dejarse llevar solo por la técnica. Siempre se ha jactado de ser buen guitarrista y ha criticado sin piedad a los que gozaban de ese reconocimiento y no le convencían. Se ha jactado sin reserva de todo, ahora que lo pienso. Un consejo: es preferible no hablarle de estilos como el post-rock y cosas así, o de instrumentos tan de moda como el pedal steel guitar. Menos aún de pasodobles, claro, cuenta la leyenda (tantas leyendas), que el grupo siempre se equivoca en algún momento cuando interpretan Odio los pasodobles, uno de los temas bandera de la época dorada.

Pocos artistas escapaban a su mordacidad dentro de la escena española, acaso clásicos como Los Canarios y Los Bravos; y contemporáneos como Nacha Pop, Los Cardíacos, Los Enemigos, Burning, Siniestro Total o Kiko Veneno.

Su base musical, como decimos, era troncal (rocanrol clásico, rock instrumental, blues, desparpajo punk, la inmediatez y el instinto pop de la new wave), influencias sedimentadas y absorbidas como el alcohol en su organismo, incorporadas a su torrente creativo de forma natural; lo que ha permitido a su repertorio sobrevivir e incluso crecer, frente al de otros coetáneos cuyas fuentes remitían a ramas concretas de ese tronco, quedando sus canciones en muchos casos colgadas en una postal de época, en espera de revival. Volviendo a sus discos, solo la producción del segundo, nos envía directamente a los ochenta.


   A veces se dejaba llevar demasiado en su papel, lo que hizo que su imagen solapara la profundidad, complejidad o intenciones de muchas de sus canciones. Recuerdo haber pensando en mi adolescencia que se equivocaba con esa actitud, que lo que podía granjear popularidad de manera inmediata encajonaría para siempre la potencia de su propuesta. Aunque puede que simplemente Jorge fuese así, sin más. Sea como fuere, vivía impulsado por un extraño resorte; sus peleas en Rock-Ola con Ferni Presas de Gabinete Caligari, Alberto García-Alix o incluso Tere, de Desechables, en tiempos tan de pose, marcaron y en cierto modo aún marcan su imagen. 

Él no pone de su parte, desde luego: mientras trato de imaginar dónde estará metido hoy, miro su careto de poseído en la portada de la copia nº 64 de “Electrical Overdose”, aquella casete que hizo circular el sello gijonés Don Gato Records en 1.989, impagable documento compuesto por versiones en directo que dan una idea de sus querencias sonoras (allí está “Trouble”, tan presente siempre), temas propios difíciles de localizar en aquel momento y el inicio de su actuación aquel 15 de octubre de 1.983 en Rock-Ola durante la entrega de premios del Diario Pop de Jesús Ordovás, interpretando “Problema Sexual” con aquella virulenta y provocadora introducción, tras pegarse en los camerinos, que tantas veces escuchamos después. Parte de esa violencia volvió años más tarde en un inmejorable instante televisivo: en 1.987, en el programa que presentaba Miguel Ríos, “Qué noche la de aquel año”, interpretando, tras dar cuenta de un par de botellas de whisky, aquel mismo tema en el programa dedicado a 1.983 (siendo además los únicos que negaron a Mike el protagonismo semanal de cantar un tema con el grupo), con Jorge espetando a la cámara aquello de “Señora, si no le gusta mi careto, cambie de canal”. Míticas, en fin, eran aquellas leyendas de sus bizarros enfrentamientos con el público cuando le lanzaban algo (cosa común en los ochenta) sin temor alguno a estar en un pueblo perdido de difícil escapatoria. Aún recuerdo el primer Espárrago Rock, en Huétor Tájar, con Ilegales como único grupo importante (todavía estaban lejos las multitudinarias ediciones festivaleras en Granada). Alguien le lanzó un cubata, a lo que Jorge respondió invitándole a subir a escena a pelear con él, después se tranquilizó y limpió la guitarra mientras la tocaba, sin dejar de mirar fijamente a un silencioso público. Era en 1.988, durante la gira de “Chicos pálidos para la máquina”, una apuesta por enriquecer el sonido del grupo con saxo y teclados, el inicio de una etapa desigual e interesante.


11 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (2 de 20)

2. NO ME ACARICIES EL PELO, QUE TENGO POCO


   ¿Quién cojones es ese tipo? Calvo de verdad (la cabeza rapada vino después) y con ojos saltones de loco. Todo un personaje en sí mismo. Su aspecto no obedecía a ninguna tendencia concreta, algo fundamental en la época: camisas abotonadas hasta el cuello, algún lazo o corbata, chupas, vaqueros, botas, polos...No necesitaba ser moderno, lo cual provocaba estupor, claro. No era un superviviente del rock urbano de los setenta ni del progresivo, no era un reciclado, era un puto marciano. Descreído, con atisbos de estar violentamente resentido con el mundo, pero valiente y positivo, para nada nihilista. Defensor del carácter galvanizador de los problemas; de los que siempre van, de los que siempre dan la cara. Torrencial, desafiante, obcecado, engreído, orgulloso, cruelmente sarcástico. No alineado políticamente (sin comer de ninguna mano, me refiero); receloso de la intelectualización de la música; generador automático de titulares no siempre recogidos con buena intención, y poseedor de una marcada personalidad abocada a mil interpretaciones. Hay una cita de David Harrington del Kronos Quartet, alguien sobre el papel tan distante del mundo de Ilegales, que resume muy bien el espíritu de esta banda: “Siempre he querido que el cuarteto sea vital, energético, molesto y cool. Sublime cuando corresponde y feo si es necesario. Tiene que expresar la vida y contar la historia con gracia, humor y profundidad. Toda la historia si es posible”.

Caricatura de Jorge Martínez (El Bute)



   El embajador en tantas entrevistas y canciones de las anfetaminas y el alcohol (aseguraba que en su grupo nunca entraría ningún músico abstemio), no fuma y dice no tener una personalidad con tendencia a las adicciones. Es ese tipo, incluso paternalista, que cuida de su gente; presto a pagar la siguiente ronda; alguien que ofrece la impresión de que nunca te va a fallar. Profesional y perfeccionista, puntual y afable en el trato, exigente con sus músicos y equipo, es el productor de todos sus elepés (según él incluso de los no acreditados) y un buen conocedor de las nuevas tecnologías (“el rocanrol es una mezcla de arte y de ciencia”), aunque considere el videoclip un elemento pernicioso. Consciente de todos los aspectos técnicos o de cualquier índole que influyen o pueden hacerlo en la calidad de su trabajo, es más fácil verlo cambiando las cuerdas oxidadas de sus guitarras antes de un concierto que rompiéndolas contra el suelo (aunque ambas situaciones entran dentro de lo posible). A pesar de ser líder absoluto de Ilegales, nunca habla en primera persona, siempre lo hace en plural para referirse a los asuntos de su grupo, un ejemplo de autogestión sin alharacas y cooperativismo desde prácticamente el principio y en todos los aspectos del negocio. Deja la sensación de haber hecho en cada momento lo que le ha dado la gana, de no albergar frustraciones de ningún tipo. 

09 abril 2014

LA FÁBULA DEL GENIO DE CINCINNATI

El Genio de Cincinnati (como le apodaron determinados grupitos de políticos y periodistas que se pasaban la vida compartiendo y generando maledicencias, con un palillo de dientes en la boca), nacido en la mencionada ciudad estadounidense, era probablemente el asesor mejor pagado del mundo, y su fama le precedía. Su biografía levantó comentarios de admiración, rápidamente silenciados mediante carraspeos y miradas perdidas al horizonte, entre políticos y altos funcionarios del Estado. Por lo visto, era el típico personaje hecho a sí mismo, que había desempeñado innumerables empleos antes de alcanzar su estatus actual de gurú sonriente.

La cosa era que el desencuentro entre los distintos partidos políticos, administraciones, periódicos, autonomías y gremios en España, se había agudizado de tal manera que hasta la Unión Europea había tomado cartas en el asunto. Naipes gastados, y sujetos con desgana entre los dedos, pero cartas, al fin y al cabo.

Temerosos frente a la recalcitrante desconfianza de los mercados, el desánimo comatoso de los consumidores y el creciente desprestigio ante el resto de países, los que realmente mandan se reunieron con los que dicen que mandan y decidieron someterse al dictamen del eminente asesor. Así, aceptaron a regañadientes, tras una serie de reuniones plagadas de dobleces, futuras traiciones, flecos y puntos oscuros, cumplir y hacer cumplir a rajatabla sus sabios consejos y recomendaciones. 

Una vez en Madrid, lo primero que hizo El Genio fue esquivar los centenares de discretos intentos de acercamiento que sufrió por parte de todo tipo de personajes. Muchos de éstos se enfadaron y fueron raudos a reunirse en los reservados de un restaurante hasta las tres de la madrugada para elaborar un espeluznante dossier, lleno de falsedades acerca de tan arrogante lumbrera.

Algunas semanas más tarde, El Genio, tras mantener múltiples reuniones de trabajo con los diversos estamentos que conformaban el estanco nacional, volcó sus conclusiones en un completo informe. Una vez se hubo encargado de que todos los concernidos recibieran una copia, cobró y se largó en el primer avión.

Del extenso informe, que era ya pasto de rumores y llevaba camino de caer en el abisal pozo de las leyendas hispanas, nada se supo durante meses. Hasta que, minutos antes de que el español medio se olvidase para siempre de su existencia, apareció en toda la prensa internacional.

A partir de entonces, dada la cantidad de estocadas recibidas por doquier, y durante un período conocido como Segunda Transición, la palabra desencuentro desapareció de la vida pública española. Los partidos políticos se reunieron unos con otros en todos los formatos posibles; las distintas administraciones parecían hablar con una sola voz; los periódicos coincidían en sus titulares las más de las veces; las autonomías se cedían tantos por ciento con gracia y liberalidad; y los gremios se defendían y tapaban los unos a los otros con inusitada pericia.


Y así, cumplió con su misión El Genio de Cincinnati; que partió una madrugada de Madrid, despidiéndose hasta la próxima no sin antes dejar bien claros su teléfono, su correo electrónico y su número de cuenta bancaria.

07 abril 2014

JORGE MARTÍNEZ, EL HOMBRE SOLITARIO ENTRE ILEGALES (1 de 20)

1. AL BORDE


   Cuando observé desde mi ventana la zona, aún protegida por lonas, en la que debía estar a estas alturas colocada la estatua (pendiente de inauguración política y cultural adocenada, de esa de rodilla en tierra y uñas manicuradas) me vino a la cabeza el último concierto de Ilegales al que asistí, uno de los postreros de la banda tras más de mil actuaciones en directo. Rememoré a Jorge Martínez retirando el sudor de su cabeza por el método de recorrer su calva con el borde de la mano, dejando caer sobre el escenario un chorro febril y eléctrico; saludando al público (“señores y señoras”) satisfecho; perorando y gesticulando, relatando anécdotas y narrando, mientras bebía, de forma absolutamente gráfica, cómo su organismo absorbía el alcohol. Recordé que sonaron casi todos los temas conocidos, y otros no tanto. Faltaron “La casa del misterio” y Bestia, bestia. Siempre falta algo. Miré hacia ese espacio vallado donde pronto aparecería una figura guitarra en ristre y pensé en Jorge, esa anomalía andante, ahora a un paso de la inmortalidad de piedra. Pensé en el hombre solitario, aunque siempre rodeado de proyectos, de colaboradores, de polémicas y leyendas urbanas. Un ligero olor a azufre subía desde el parque.


01 abril 2014

MENSAJE EN UNA BOTELLA (24)

ELOY TIZÓN “Técnicas de iluminación” (Páginas de espuma, 2.013)


Una afirmación intimidante de mi amigo El Céfiro me puso sobre aviso, “no se puede escribir mejor”, decía. Ante eso no tuve más remedio que zambullirme en la lectura, no sin antes, por precaución, obligarme a seguir la dieta (muy recomendable) de un relato diario. Diez días de viaje.

Desde la primera página me he encontrado ante una prosa sorprendente, meditada, tan medida como arriesgada. Precisión de acróbata. Avanzando (respirando) con un ritmo muy particular. Efectivamente, desde el comienzo de la lectura me he sentido a lomos de algo que me transporta sin asideros, moviéndose sin mi consentimiento. Algo que camina sobre un mullido despliegue de ideas y percepciones que a veces se vuelven fango, arañan o incluso chocan con saña entre sí. Te embarga la sensación de que si no paras vas a perder un equilibrio que se ha vuelto precario, mientras incubas el cosquilleo de la certeza de que una historia circula bajo tus pies, algo susceptible de terminar cayendo sobre ti como un terraplén o bien de emerger como un castillo con vida propia, probablemente desde un párrafo tan breve y determinante como un secreto. Es vivir en el placer del continuo acecho de la metáfora paralizante, definitiva. Enfrentando textos muchas veces entintados de ironía, en unos relatos en los que el humor ofrece su lado frío. Inmerso en un burbujear de comparaciones que erigen una realidad tan absurda como inquietante, plena de fascinación. La vida convertida en un jeroglífico plagado de trampas y borrones, untuoso y tangible, tan cercano que te cerca. Un transcurrir entre flores raras que estallan de color a tu paso para mostrarte un interior acre y voluptuoso.

Pero realmente estás en mitad de la calle; te cuentan algo que te sabe a cotidiano, que resulta vagamente familiar incluso. Pero de pronto alguien rompe el cristal de lo usual con una silla y por la hendidura comienzan a colarse con elocuencia imágenes vigorosas y sensaciones graníticas en su exactitud, del todo inesperadas. De esas que atraen y de las que no puedes librarte, que anidan en ti; acaso consiguiendo que te sientas un extraño, un ser desnudo desentrañando un texto que es una sinfonía que no deja de soltar chispas.

Me imagino a Eloy Tizón volviendo a su casa día tras día y volcando sobre la mesa de trabajo todo lo que han recogido sus pupilas. O teniendo una idea de pronto, sin cambiar el gesto ni comentarlo con nadie. Lo veo retomar entre silencios y paciencia esa idea que muchas veces tiene forma de hilo desconocido que se pega a la ropa, o de empanada, e irla ordenando, modelando, haciendo tiras, poniéndola a secar; dejándole espacio para crecer y ramificarse o envolverse en una espiral. Recortarla, plasmarla, medirla, comprobarle el pulso. Ir tallando con cierta sorpresa las piezas que armarán el rompecabezas. Agobiarse, sentirse encerrado, y finalmente sacar la cabeza por algún lado, tras distanciarse para volver a recoger en sus pupilas lo que el texto les muestra y volcarlo metódicamente, otra vez, dentro del relato.

“Técnicas de iluminación” toma la temperatura a la vida en su galopar para explicarnos su fiebre. Es un viaje que disfruta creando con esmero sus propias curvas para después trazarlas a la perfección. Un complejo andamiaje pensado para construir un edificio, seguramente distinto, en cada uno de nosotros.