10 agosto 2011

EL TIQUE (3)

“Me han prometido seis meses. Sí, bueno, espero que sí, he quedado la semana que viene, este lunes no, el otro. Hombre, si ganan claro, si pierden nos jodemos, jaja. Seis meses para empezar y después si la cosa viene bien me renuevan. Ya, no, no depende totalmente de ellos ¿Qué cuántos fuimos?, ¿esta mañana dices?, creo que diez. Pero para este tipo de trabajo estaba yo solo, no tendré rivales jaja. A mí me dan todos lo mismo, ya lo sabes, son igual de ladrones, paso completamente. Yo a éste lo conocía de antes, sabía que se había metido en política, pero le había perdido la pista. Sí, estaba en mi clase. Un auténtico zoquete, pero mira cómo cambian las tornas, ahora es él el que viene haciendo favores. Le había perdido la pista pero me lo encontré una noche por ahí, y empezamos a hablar de lo mal que está todo, el paro y todo eso, y nada, que me lo propuso. No, él no entró conmigo. Vino a mi casa un rato antes, me dio la papeleta y el sobre y me acompañó a votar. Él se quedó esperándome para tomar café en una cafetería, enfrente. No, no te pierden de vista, él va contigo como charlando hasta la entrada y tu vas con la papeleta en la mano. Una vez entras, ya hay otro que no te quita la vista de encima hasta que comprueba que la papeleta que depositas es la que llevabas en la mano. Sí me fío, qué remedio… El que no debería fiarse de mí es él, jaja. Nada, que cuando me dio el sobre, en un descuido suyo metí dentro un tique de la gasolina, antes ensalivarlo y cerrarlo. Jajaja. Son unos cabrones. Por un voto no creo que pierdan. Vale, nos vemos”.

03 agosto 2011

INUNDACIÓN

¡Es tan turbador
verte arrojar palabras
las noches de luna llena!
Cuando pareces parte de ella,
su portavoz desgajada,
o ella parte de ti,
que bailando andáis las dos
en un giro de pulseras,
con gesto displicente
y humo de cigarro.
Entonces, verte bajar la acera
es el más bello suspense,
jugueteando los dedos
con el aire que os rodea,
pisando el necio gris
cual refrescante hierba,
tranquilo rompeolas.
Y yo sé que seguir tu estela
es precipitarse por barrancos
y pasarse años cayendo.
Y, ya ves,
mi apretada letra
encuentra
el final del papel,
sin hallar respuesta
tras esa sonrisa tuya
que es inundación.