29 junio 2015

BOB DYLAN, LA LEYENDA DE NUNCA ACABAR VUELVE A GRANADA

Bob Dylan actuará el próximo 8 de julio en el Palacio de Deportes de Granada, dentro de un nuevo episodio de su Never Ending Tour (Gira Interminable). Si decides acercarte, no debes olvidar que saldrá al escenario con gesto distraído, como si tú no estuvieses allí. Mirará en tu dirección con cierta extrañeza, como quien se encuentra con un grupo inesperado de gente en la acera mientras pasea. Por un momento, parecerá que sus ojos han encontrado algo interesante en la lejanía. Con un poco de suerte, quizá cruces tu mirada con la suya durante un instante y puedas experimentar lo que el joven Bob sintió el día que Buddy Holly lo miró a los ojos en un concierto celebrado en su ciudad, Duluth, a mediados de los cincuenta. Debes saber que le gustará que estés ahí, deseará notar la presencia de gente nueva, más joven, que vibre con las nuevas redefiniciones de sus canciones, aunque no sepan identificarlas. Reclamará con algún leve gesto, acaso irónico, la complicidad de sus músicos, la confirmación de que todo está en orden. Allí estarán todos: el batería George Receli, el bajista Tony Garnier, el multiinstrumentista Donnie Herron y los guitarristas Stu kimball y Charlie Sexton. Garnier como fiel colaborador desde 1.989, y el resto unidos a la Gira Interminable en diversos momentos de la pasada década. Atrás quedaron su primer guitarrista de confianza de esta etapa (G.E. Smith) y otros ilustres como Larry Campbell o David Kemper. Tocará la guitarra y cantará, no chapurreará en tu idioma lo bonita que es tu ciudad ni se envolverá en tu bandera. A lo mejor le da por probarse como músico en tu presencia, ensayando otras maneras de tocar. Pondrá en liza un repertorio vivo, cambiante, cuya extensión y ejecución siempre son una incógnita. Bien es sabido que, a veces, cuando le da por viajar a lomos de su intuición, seguirlo puede ser tarea complicada incluso para sus músicos más veteranos. Todo vale menos momificar su legado paseándolo dentro de un cancionero encorsetado y previsible, aun a sabiendas de que es eso, precisamente, lo que demandan todos aquellos que acuden a sus conciertos al reclamo de su leyenda.

Fue esta una de las claves del nacimiento de la Gira Sin Fin que nos ocupa, que es más bien una actitud en sí misma, la oportunidad de remover y sacar brillo al tesoro, de equivocarse, de alcanzar lo sublime o caer en la descoordinación. De dar lustre o emborronar. De crear sobre la marcha u olvidar parte de la letra. Por algo Dylan siempre ha dicho que sus canciones “no están grabadas en piedra”. Fue la excusa perfecta para ampliar el campo de acción y recuperar, para revivirlas de mil maneras, canciones dejadas de lado durante mucho tiempo que cimentaron sus inicios como intérprete y compositor. Tuve la oportunidad de verlo en Motril en 2.004. En aquella ocasión soporté detrás de mí  a un político de esos que nunca pagan la entrada. Al final del concierto se quejaba amargamente de que no había tocado ninguna canción de “aquella época”. Cayeron algunas, sin embargo: “Girl from the north country” o “A hard rain’s A-gonna fall”, por ejemplo, si tenemos en cuenta que para esta gente Dylan no traspasó el umbral de 1.965.

Qué año 1.965 para Bob Dylan y los escenarios. Aprovechó nada menos que el festival de Newport de aquel año (cita cumbre anual del folk estadounidense por excelencia) para escenificar la electrificación de su música, poniendo en grave riesgo todo el prestigio que se había granjeado durante los cuatro años anteriores. Era el Dylan altivo que avanzaba a pasos de gigante. Joe Boyd, testigo de excepción del acontecimiento, no duda en calificar ese momento como el del nacimiento del rock “A algunos les encantó, otros lo detestaron, y la mayoría quedó asombrada, atónita y cargada de energía por ello. Era algo que hoy damos por hecho, pero totalmente nuevo entonces: letras no lineales, una actitud de total desprecio por la expectación y los valores establecidos (…) Los Beatles todavía cantaban canciones de amor en 1.965, mientras que los Stones tocaban una especie de pop sexy de raíces blues. Esto era distinto”. Un año después, paseó altanero su empecinamiento eléctrico por Inglaterra, donde trastocó definitivamente el concepto de música rock de público y músicos entre abucheos y gritos de “Judas”.

Tras girar con Tom Petty y The Grateful Dead, un Bob Dylan desorientado parece tocar fondo, tanto en el aspecto discográfico como en sus actuaciones en directo. Desencantado, escoge los repertorios necesarios para salir del paso y esconde su voz entre las coristas que le acompañan. Parece ser que en el concierto compartido con Petty en Locarno, Suiza, el 5 de octubre de 1.987, escuchó en su cabeza algo así como “Estoy decidido a resistir, tanto si Dios me libra como si no”, y que a partir de ese momento se decidió a afrontar sus dudas y fantasmas. Aunque, según se puede leer en su autobiografía “Crónicas”, también pudo influir el encuentro con una banda de jazz en un local diminuto. Los músicos, pulcramente vestidos, actuaban con profesionalidad ante una sala prácticamente vacía, y la entereza de su veterano cantante le devolvió la capacidad para regresar al primer plano, las ganas de volver a concitar la atención de la audiencia. De todas maneras, como contrapunto a cualquier atisbo de leyenda, algunas voces relacionan directamente con motivaciones económicas ese impulso de estar siempre en la carretera.



El pistoletazo de salida del Never Ending Tour se produjo el 7 de junio de 1.988, en el californiano Condord Pavillion. La primera formación que puso en liza fue la más escueta con la que Dylan había salido nunca de gira (Christopher Parker a la batería, Kenny Aaronson al bajo y G.E. Smith a la guitarra eléctrica y acústica). Desde entonces ha mantenido formaciones similares, realizando una media de cien conciertos anuales, algo que no hacía desde 1.978. Bob Dylan se refirió en una entrevista de octubre de 1.989 a la gira en la que estaba inmerso como “La Gira Interminable”, denominación que a partir de entonces se impuso, a pesar de las reticencias del protagonista.

Neil Young se sumó a la banda en los primeros conciertos de la Gira Interminable. Ha tocado por Sudamérica con The Rolling Stones, y compartido cartel y escenario con Van Morrison, Paul Simon, Phil Lesh o Brian Setzer (por cierto, hubiese sido interesante asistir a alguna de las interpretaciones de “Rainy day woman #12&35” que hicieron juntos). Ha realizado giras como la emprendida con Willie Nelson, recorriendo campos de béisbol de las ligas menores. Ha actuado en castillos, plazas de toros, estadios, velódromos, centros de artes escénicas, universidades o teatros; tropezando acaso con los fans que le siguen de concierto en concierto anotando cuidadosamente el repertorio utilizado. Incluso ha realizado conciertos privados para empresas. Siempre de un lado a otro del mundo, cantando para Clinton o en Bolonia para el Papa;  o parando en China en 2.011, generando polémica por no referirse de forma explícita a la situación del país o por someter su repertorio presuntamente a la censura (hecho que el propio Dylan negó). Entre 2.006 y 2.009, período en que mantuvo su programa semanal de radio, llevaba un equipo portátil cedido por la emisora para aprovechar las ideas que le surgieran durante los tiempos muertos de la gira.
Mientras le acompañen las fuerzas, existirá la posibilidad de tener a este objeto de teorización constante en tu ciudad, donde alguien creerá haberlo visto circulando en bicicleta con el gesto impenetrable del buen jugador de póquer que es, o se lo encontrará cenando en un restaurante de carretera después de un concierto, como relata Howe Gelb que le ocurrió, dando cuenta del magnetismo que desprende el de Minnesota.

Y así se pasa la vida este mito viviente de 74 años de edad, enlazando giras, descansando pocas semanas entre las mismas y durante el mes de diciembre. Aceptando colocar conciertos en días sucesivos siempre que entre una ciudad y la siguiente no haya más de 350 kilómetros.


Puede que el mismo Dylan que subió al escenario del café Wha? en el Greenwich Village y se presentó al público diciendo que venía de recorrer todo el país siguiendo los pasos de Woody Guthrie; el que inventaba historias como que tenía sangre sioux, provenía de Nuevo México, había sido miembro de un circo ambulante o cantante de blues que recorría el país haciendo autostop y en trenes de mercancías; quiera vivir hasta el final de sus días y a su manera esas historias que inventaba con menos de veinte años, recién llegado a Nueva York. Ser el trovador que recorre el mundo con sus canciones. Ir en busca de lo inesperado. O quizá se trate simplemente de que no soporta la vida cotidiana, que le abruma manejarse en ella, siendo perfectamente capaz de perderse conduciendo por Los Angeles. Ya lo dijo en una ocasión “Me mortifica estar en el escenario, pero también es el único sitio donde soy feliz”.

23 junio 2015

ENTREVISTA PEDRO DE DIOS BARCELÓ (GUADALUPE PLATA)

PEDRO DE DIOS BARCELÓ “LA INTUICIÓN Y EL ESTILO”


Hemos querido inaugurar la sección de música en este primer número de “Lugares Comunes” entrevistando a Pedro de Dios Barceló, más conocido como Perico, guitarra y voz de los cada vez más reconocidos Guadalupe Plata (este mes son portada de la revista Ruta 66), e incansable instigador de múltiples proyectos (entre los que destacan los sorprendentes Pelo Mono), que tienen en común ideas bien enraizadas y afiladas y oxidadas guitarras.

Aún recuerdo el trajín y la emoción que se respiraban en Subterránea Cómics de Granada en la Navidad de 2.008 ante las copias recién llegadas de fábrica de “Guadalupe Plata”, el mítico diez pulgadas que supuso el primer lanzamiento del grupo de Úbeda, auspiciado por la mencionada tienda. Se trataba de un artefacto primitivo en todos los sentidos, sin apenas información. Un puñado de temas llameantes que dejaban bien claro que aquello era solo el principio. Sólo tres elepés más tarde (contando el publicado el pasado 16 de marzo), el trío jienense acumula reconocimientos y recorre escenarios de todo el mundo, ya convertido en piedra de toque ineludible de la escena independiente más vibrante y auténtica.

Ya sea partiendo del blues en Guadalupe Plata, o con el amplio abanico sonoro con que experimenta (rock instrumental, surf, bandas sonoras…) con Pelo Mono, Perico es ante todo un guitarrista intuitivo. Un músico de latido fuerte que un día decidió introducirse en el palpitar del blues y se lo zampó. Uno de esos tipos que parecen fundirse con su instrumento. Capaz de ofrecer algo distinto en cualquier momento; de cazar en sus cuerdas, de filtrar con su slide, cualquier idea, sensación o sentimiento. Dedos escurridizos entre la herrumbre, maestro del ritmo, amigo de ir al grano. Bucea en una ciénaga de influencias y referencias que se cruzan y siempre sale con algo valioso entre los dientes. La cadencia se puede volver loca; el contenido, incontenible; lo vertiginoso cambiar de piel, hipnotizando. Pedro de Dios conoce los caminos, y se ha empeñado en conectarlos.

Napoleón Guitar


Vivir inmerso en tantos proyectos (Guadalupe Plata, Pelo Mono, Los Malignos, actuaciones en solitario, etc) ¿Es la mejor manera de mantenerte alerta?

Más que mantenerme alerta es la mejor manera de disfrutar con lo que más me gusta hacer y me gustaría seguir haciendo. Hasta a veces llegué a pensar en una especie de casa local de ensayo, estudio, etc., donde poder recluir a todos los sinvergüenzas que estuvieran dispuestos a montar un conjunto y crear una especie de armada invencible del rock & roll.

¿En qué estado se encuentra cada proyecto a día de hoy?

El estado de salud de cada uno es muy bueno, exceptuando Los Malignos que hace tiempo se disolvió y Los Creyentes, que solo aparecen los 2 de Octubre, si hay luna llena. La mayor parte del tiempo la tengo dedicada a Guadalupe Plata, el resto a Pelo Mono y ahora un poco a una nueva aventura llamada Látigo Negro.

¿Terminan aportando cosas unos a otros, influyéndose?

Así es, ten en cuenta que en realidad no deja de ser una misma línea tirada para otros terrenos y eso siempre está ahí.


¿Es Pelo Mono el espacio en que desembocan tu curiosidad a la hora de experimentar texturas sonoras y tus descubrimientos como oyente?

Sí, sobre todo por el hecho de que casi nunca usé pedales en la guitarra, salvo un Overdrive y, de repente, me empiezo a hacer con algunos cacharros a los que les tenía ganas, sobre todo efectos clásicos como el eco, el Fuzz, el Trémolo y un aparato demoniaco, el Looper. Por otro lado por las ganas de tocar un repertorio puramente instrumental, que es una música que adoro. Aunque, todo hay que decirlo, la culpa de todo esto la tuvieron las máscaras.

Teniendo en cuenta la repercusión y el interés despertado por Pelo Mono, da la sensación de que con tu manera de tocar has abierto una saludable brecha en el gusto de la gente a partir de Guadalupe Plata.

 Busco mi sonido de guitarra y, posiblemente, si a alguien le gusta Guadalupe Plata probablemente le guste Pelo Mono puesto que el sonido es el mismo pero enfocado de otra manera; o también puede suceder que salga espantado y no quiera volver nunca jamás.

¿Cuántas actuaciones calculas que puedes realizar al año?

Unas setenta.

¿Tanto concierto y en diferentes registros influye en tu manera de tocar? ¿Qué aspectos han cambiado o evolucionado en ti como guitarrista?

Todo influye, aunque son diferentes registros no deja de haber una línea que los une a todos por lo tanto no hay en realidad un cambio radical de estilo, es el mismo revestido.  Sobre todo seguridad y nuevos elementos que voy añadiendo con cosas que me voy encontrando por el camino.

Guadalupe en trance.


¿La experiencia como músico, la cohesión como banda, invitan más a la improvisación o le van restando espacio?

Más improvisación, incluso me atrevería a decir más riesgo.

¿Sueles escuchar mucha música en tu casa? ¿Cómo sueles escuchar los discos, te gusta una primera escucha general o en cuanto sale algún tema que te llama la atención insistes en él?

Por supuesto. Ahora mismo estoy escuchando a Dan Sartain un disco titulado “Join”. Me gusta escucharlos enteros y, si hay una canción que me gusta mucho, la reescucho después y el siguiente paso suele ser sacarlo con la guitarra. Igualmente si veo un tema que no me convence lo paso sin remordimiento. Por ejemplo ahora mismo estoy viendo uno que me está tocando la moral. Fuera.

¿Qué disco has explorado con mayor detenimiento?

Varios y no sabría decir cual más, incluso canciones. La primera que recuerdo del rock es “Polk salad Annie”, de Tony Joe White. En discos, el “Electric Ladyland” de Jimi Hendrix y un disco pirata de Link Wray, como primeros discos que me obsesionaron.

Bueno, hablando de discos ¿Meditáis en Guadalupe Plata el orden de las canciones en las grabaciones?

Sobre la marcha, depende como nos coja el cuerpo.

¿Cómo encaja Guadalupe Plata en el mundillo del blues español, festivales y todo eso?

El mundillo del blues en general lo veo de dos maneras, creo que es como pasa con todo. Hay un lado que tiende a un soniquete que para mi gusto está apolillado y no deja de ser casi un ejercicio, como el que levanta pesas muy bien. No me siento identificado con ese blues; pero, a pesar de los pesares, vamos encajando.

¿Algunos estilos que te obsesionen, por su uso de la guitarra sobre todo, aparte del blues y aledaños?

Antes de ayer me compré un disco de Andrés Segovia. No te imaginas la barbaridad que es eso. Lo mismo me pasa con la guitarra mexicana de Antonio Bibriesca o la guitarra de folclore de Atahualpa Yupanqui. El flamenco de Sabicas o Diego El Gastor.

Respecto del nuevo disco de Guadalupe, ¿qué os decidió a grabar en Londres con Liam Watson (Bronco Bullfrog, The White Stripes, The Ettes, Dan Sartain) y qué diferencia este trabajo de los anteriores?

En realidad no teníamos ni idea de la existencia de este estudio, fuimos a tocar a Londres y aprovechamos para hacerle una visita puesto que nos lo habían recomendado, y nos gustó mucho. Aquello parecía un submarino de la primera guerra mundial, luego ver la cantidad de buenos grupos que habían grabado, la calidad de las grabaciones... pensé que aquello no podía ser mala cosa.
La diferencia en realidad es poca respecto al modus operandi; es llegar, tocar en directo y grabar como en el resto de discos. La distinción radica más en el aspecto técnico: pocos micros, una grabación al más puro estilo de estudios como Chess o Sun records. Sencillo y efectivo.


“Antes de ayer me compré un disco de Andrés Segovia. No te imaginas la barbaridad que es eso”


El barreño (washtub bass) de Paco Luis Martos, tan distintivo de la imagen y sonido de la banda, ¿va perdiendo con los años presencia frente al bajo?

Barreño en nuestros corazones para siempre, de hecho Paco ahora toca el barreño como nunca, ha llegado al punto de controlar los acoples de barreño y eso es una cosa que no se puede perder.

Pelo Mono, la culpa fue de las caretas.


El hecho de saber que vuestro trabajo levanta tantas expectativas, ¿influye de alguna manera a la hora de afrontar las composiciones, arreglos, etc? ¿os anima a intentar cosas nuevas, os vuelve más conservadores?

Como siempre, tocamos las canciones que nos gustan y como nos gustan sin miramientos y si se va por allí por allí nos vamos, no sé si me explico.


En mi opinión, uno de los grandes aciertos de Guadalupe Plata o Pelo Mono, es el cuidado de todo lo relacionado con la música: portadas, vídeos, cartelería, puesta en escena, etc, ¿Cómo soléis trabajar ese tema para cada disco?

Igual que la respuesta de antes, no es una cosa que esté “planeada”, va saliendo sobre la marcha. Eso sí, intentamos que todo tenga una coherencia y no dejarlo a lo primero que salga. En general casi todo lo hacemos entre nosotros, cosa que le da al asunto un enfoque más directo y personal. Jimena con las fotos, yo con los dibujos y portadas. También cosas de gente que te manda y vemos que van como anillo al dedo. Luego está el tema de vídeos donde tenemos la suerte de hacer cosas con gente que entiende nuestra línea. Hablo de Nysu y Beatriz Sánchez.

Después de haber tocado en sitios tan dispares como, por ejemplo, Londres, Mississippi o Buenos Aires ¿Qué características reseñables y qué diferencias has observado entre los distintos públicos que has conocido?

Creo que no hay tanta diferencia entre los públicos, realmente pienso que hay una especie de misma onda que la puedes encontrar en cualquier sitio.

¿Qué discos de Guadalupe Plata se han distribuido internacionalmente? ¿Cuál está siendo la respuesta?

El último, el del Galgo. En México dispone de su propia edición y no sé cómo van las ventas.

Imaginándome que tu inicial acercamiento con la guitarra al blues tiraría a sonidos más convencionales, pregunto ¿Cuáles fueron esas influencias determinantes que te llevaron a practicar sonidos más primitivos o pantanosos?

El primero de todos fue Skip James. Luego fueron llegando los demás.

¿Qué ha cambiado en el Pedro de Dios guitarrista en los últimos siete años?

Creo que sigo siendo el mismo cipote de siempre, pero con una visión un poco más amplia.

Refiriéndose al sonido de Guadalupe, algunas reseñas destacan en vuestro cóctel sónico cierta impronta andaluza ¿Ves ahí una línea a explorar?, ¿qué artistas de los que han mamado del flamenco pueden ser un referente para ti?

Sí que la hay, pero me gustaría hacerla de una manera más primitiva, viéndolos a ambos desde una perspectiva más vieja y jugando con los aires. No soy muy amante de las fusiones y esto de que hablo es muy delicado. Estamos en ello e intentaremos que dé sus frutos en el próximo festival  Etnosur.
En el rock andaluz están sobre todo Triana y Pata Negra, con los que me he criado. En guitarristas flamencos está sobre todo Diego El Gastor y falsetas sueltas y cosas que robas del guitarrista de Juanito Valderrama (por poner un ejemplo) y no sabes quién es el que está detrás.

¿Qué llama más tu atención de un guitarrista como John Fahey? ¿notas su influencia?

La forma, tiene momentos donde aplica una serie de notas que se escapan de toda lógica y eso es una maravilla. Por supuesto, lo tengo muy presente.


“Sí que hay impronta andaluza en nuestro sonido, pero me gustaría hacerla de una manera más primitiva, viéndolos a ambos (blues y flamenco) desde una perspectiva más vieja y jugando con los aires. No soy muy amante de las fusiones y esto de que hablo es muy delicado. Estamos en ello e intentaremos que dé sus frutos en el próximo festival  Etnosur”


¿Qué guitarrista te hizo ver la luz en el uso del slide y por qué?

Elmore James por su sencillez y eficacia, podías escucharlo y en una tarde estar tocando a su modo.

¿Qué bandas de las que han recogido, como vosotros, el legado de blues más primitivo os han causado mayor impacto?

Lonesome Shack, Soledad Brothers, Bog Log III, James Hunter o C.W. Stoneking.



* Entrevista publicada en el nº1 de la revista "Lugares Comunes".