Lumen lanzó hace año y pico un volumen que reúne por primera vez en España los cuentos completos de la escritora norteamericana Flannery O´connor, aparecido en edición de bolsillo hace pocos meses es hora de que le hinquéis el diente.
Autora favorita de Nick Cave (sobre todo los relatos que componen “A Good Man Is Hard To Find”), su literatura logró desconcertar a Raymond Carver. El escritor Benjamín Prado compara las historias de Bruce Springsteen con las suyas, y John Huston llevó al cine en 1.979 su novela “Wise Blood” (“Sangre Sabia”), construida a partir de relatos aquí incluidos. En el prólogo de estos Cuentos Completos, Gustavo Martin Garzo recuerda las palabras del director acerca de su película: “Nada me haría más feliz que ver que esta película consiga aceptación popular y rinda beneficios. Demostraría algo. No estoy seguro qué… pero algo”. Algo, hay algo inasible y fatal en los relatos que nos ocupan, una visión brumosa del ser humano y los imponderables que rodean su devenir que se nos va aposentando muy adentro.
Sus páginas transpiran un fino humor (en muchos momentos negro) que fluye sereno haciendo brotar incluso alguna carcajada, un halo irónico no exento de mordacidad y espíritu caricaturesco y satírico. Una mirada astuta, escrutadora, desapasionada, tierna a veces pero nunca compasiva en su indagación en el interior de sus paisanos (los habitantes del los estados del sur, sobre todo Georgia), su ingenuidad, sus valores, sus fantasmas y prejuicios. Con la paciencia del que inspecciona extraños y frágiles insectos en una caja. Insectos absolutamente imbuidos por las características del medio en que su vida se desarrolla, experimentando sentimientos que les ahogan y les muestran su insignificancia.
La tercera persona narradora se alterna con los diálogos (tratando de emular la forma de hablar de los lugareños), sustituyendo en ocasiones la voz de los personajes para agilizar, subrayar y resumir. La autora narra con ritmo relajado y fluido, incluso acariciador y confidente; meticulosa, atenta al detalle (gestos, miradas…), disecciona sentimientos y sensaciones con precisión, sugiere el trasfondo psicológico de los personajes mediante la narración sin enfangarse, siempre lo suficientemente distante, con su media sonrisa cargada de segundas intenciones. Gusta además de trufar el relato de imágenes poderosas y sorprendentes, y en ocasiones trenzarlo y atravesarlo con metáforas o comparaciones fulgurantes y tan inopinadas como el saxo de Steven Mackay emergiendo en “1.970” de The Stooges.
Algunos retratos son inmisericordes, rápidos zarpazos, certeros bosquejos de los personajes. Es resolutiva y clara en las descripciones de paisajes y ambientes; suelen ser éstas sencillas, un marco efectivo sin excesiva demora en la adjetivación. Aunque a veces se regodea en detalles concretos (reflejos, sonidos…) y despliega un suave lirismo taciturno.
Algunos cuentos se dejan ir con un rastro reflexivo, pero la mayoría muestran un punto de inflexión, casi un estrangulamiento al que Flannery nos lleva de la mano: el destino como macabro jugador, reveses de éste que castigan la ingenuidad, hacen explotar un mal celosamente guardado en cajitas de añoso rencor, o colocan a los protagonistas ante una dimensión desconocida de sí mismos. Los cuentos se desarrollan en la cotidianidad del sur estadounidense, una quietud levemente inyectada de una sustancia misteriosa y oscura, acechada por una presión muy particular, casi imperceptible, acumulada en finas ráfagas que en ocasiones se agolpan para desenroscarse de una vez. Entre sus claves temáticas destacan un racismo siempre presente, casi indefectible. Visto como algo cotidiano y asumido, sin declaraciones altisonantes ni reflexiones al respecto; sólo fielmente anotado. La religión y su asfixiante presencia. La fe cegadora y astringente hecha fanatismo. El implacable temor de Dios inoculado en la niñez y ya definitivo. Encontramos vendedores de biblias, charlatanes y predicadores. La violencia, sobre todo gratuita, el mal amenazando lluvia. Truculenta por momentos, una violencia que parece aliviar del dolor de vivir al que la practica. También significativas muestras de los usos y costumbres de la vida rural, el pausado ritmo vital, los mundos opuestos que chocan más que conviven. La desaparición paulatina de una forma de entender la vida y el trágico vacío que conlleva. La frustración, el nacimiento del rencor, el odio y los malos deseos. La vejez es tratada con profusión, y las mujeres tienen un peso específico, habitualmente inmersas en condiciones de vida difíciles, convertidas por las circunstancias en cabeza de familia y propietarias; endurecidas y rectas, obsesionadas por ocultar su vulnerabilidad, pero también soñadoras y anhelantes. Y, finalmente, el punto de vista de los niños, así como sus dudas, temores e imaginación aparecen a menudo, como la niña mordaz y aguda (acaso trasunto de la autora) de “El Templo del Espíritu Santo”.
Publicado en el nº 239 de la revista Ruta 66.
2 comentarios :
Anoto la recomendación.
Un beso, Miriam G.
Desconcertar a Carver, que te comente B.Prado y te prologue Martín Garzo, no es una prometedora presentación.
Lo de John Huston, está mejor.
Hay muchos buenos relatos y cuentos, pero muy pocos libros de cuentos realmente 'conseguidos' (como ejemplo, sólo como ejemplo, lo último que he releído; 'La máquina de follar' de B.). Quiero decir, que tu excelente crítica me ha convencido para conseguir el volumen y leerlo. Ya te diré.
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