03 enero 2013

EL REY


Hoy, 14 de abril, se cumple el 10º aniversario de la proclamación de la 3ª República en España. La fecha no es del todo coincidente con la sucesión de los acontecimientos, pero a todos les pareció de lo más oportuna por su carga simbólica. Así pues, la familia real llevaba más de seis meses viviendo en su nuevo y pactado segundo plano el día que fueron llevados al Acto Simbólico. Al principio, algunas voces exigían su expulsión del país, retransmitida en directo como escenificación para la historia de ese paso en pos de la plena democracia. La cosa finalmente se calmó,  pero 25 partidos políticos, los sindicatos como representantes del sentir de la calle y 324 asociaciones de los más diversos ámbitos se pusieron en pie de guerra cuando varias cadenas de televisión anunciaron su intención de invitar al ex–monarca como contertulio a sus programas de debate.

   Desde el cambio de régimen, se decidió mantener como parodia el mensaje real de Nochebuena a cargo de un afamado humorista, el cual aparecía trajeado y con una cabeza de cartón que caricaturizaba la del rey saliente. El humorista, que imitaba y hacía escarnio del personaje entre referencias a la actualidad, incrementó notablemente su prestigio e influencia social, y poco a poco fue incorporando modificaciones a su puesta en escena del 24 de diciembre; después del fútbol, el programa más visto todos los años.

    Sustituyó el traje por el uniforme militar del rey para acentuar la parodia y, año tras año, fue añadiendo condecoraciones que investigaba por internet, y otros elementos cuya autenticidad exigía a la productora: botas, espada, guantes, cinturón, botones, hebillas, etc. Se rumorea incluso que llegó a reunirse secretamente con frecuencia con el depuesto monarca para que le narrase anécdotas de la realeza y le enseñase a lucir adecuadamente la real indumentaria. Con el tiempo se negó a preparar los discursos con el equipo de guionistas habitual, y los mensajes fueron perdiendo ironía y humor, tiñéndose progresivamente de delirio, defensa de la tradición y críticas veladas al sistema; siendo expuestos con una tensión que hacía tintinear las condecoraciones y humedecer de sudor la acartonada cabeza, sobre la que temblaba el último año una refulgente corona. Todos los que a su alrededor insinuaban algún cambio relevante en el desarrollo y orientación del mensaje eran vetados y tarde o temprano perdían su puesto. Cuando la dirección de la cadena pública, fuertemente presionada, resolvió su cese, él se limitó a responder: “Nunca entenderéis nada, soy el Rey”.


Texto incluido en el libro de relatos de Juanfran Molina "Ciclorama".

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