Inquieto, espera cada mañana junto al alféizar de la
ventana donde se posa, desde hace semanas, el mismo pájaro. La primera vez
vinieron dos, pero uno nunca más volvió. Por atraerlo, puso comida sobre la
superficie; mas era el pájaro escurridizo de siempre el que picoteaba el grano.
Ese que aterriza con estrépito y desaparece caprichoso en cualquier momento,
haciendo gala de su libertad de movimiento. Él no es persona de incertidumbres,
y ansía la paz de la presencia fiel del pájaro amigo. Así que ha comprado en
línea una jaula y ha madrugado para embadurnar de pegamento el alféizar.
No hay comentarios :
Publicar un comentario