La guitarrista apasionada. Un repertorio que ofrece rock, pop y punk por los cuatro costados, pero yendo mucho más allá de limitarse a pisar el acelerador y sonreír: glam, Thunders (“Guarra”), guiños a Blondie (“Perfecta”), reminiscencias de los Cramps (“Llámame”) o ligereza indie (“Estás Solo”). Estribillos acertados (“California” es de esos sencillos que lo tienen todo), canciones inspiradas y muy bien acabadas, evitando complicaciones pero sin caer en la simpleza. Un power-trio con la contundencia precisa y un buen sonido de guitarras, relevantes y crudas. Patrizia muestra una gran voz, sobrada, sensual y con mucho mayor calado y madurez que la lolita de Los Romeos, aparte de ser una buena guitarrista. No hay impostación, los textos, a pesar de su carga erótica, no resultan forzados; son directos, pero cada letra ofrece hallazgos y versos memorables que trascienden esa impronta. No se trata del típico repertorio unidireccional, cada tema tiene personalidad propia, ostenta un carácter a pesar de tener el mismo patrón sonoro. Reseña publicada en el nº 31 del periódico Diagonal de Madrid |
31 mayo 2006
LULA “Zapatos nuevos” (Lucinda Records, 2.006)
29 mayo 2006
“DEMASIADO BORRACHO…”
Estimados Psicocamaleones: Ya nada es como antes, recuerdo a Genesis P-Orridge de Psychic TV bebiendo vino a morro mientras la augusta Paloma Chamorro trataba en vano de entrevistarle y su hijo correteaba por allí. Eran los ochenta y el programa “La Edad de Oro”. Ahora, más de veinte años después, sólo aparece gente bebiendo así, y masivamente, en espacios públicos y lo peor, sin visos de desear un escenario por allí cerca con un grupo actuando. El alcohol acompaña y aísla, hunde y anima y, últimamente, se ha convertido en una de las grandes rutinas del ocio. El mundo de la música está plagado de vinagres, como todos sabemos, pero no entraremos en el rastro luctuoso del alcohol, no es nuestra intención asustar a la juventud uniforme. Tan sólo recordaremos con cariño a Bon Scott de AC/CD, el sin par Silvio o Janis Joplin con su botella de Southern Comfort. Y aprovecharemos para enviarle a Shane McGowan unos tickets descuento de cualquier bar. Tampoco nos detendremos en los tópicos de la bebida: cosas como “emborracharme de ti”, “amargo licor”, “aquel trago”... Me dan ganas de soldarme a una barra de bar indefinidamente. Como temario de urgencia recomendado para las maratonianas sesiones de botellón/a comenzaremos con “Vamos muy bien” de Obús, “Hermano Bebe” de Siniestro Total o el “Entre Borrachos” de MCD, versión libre del “My Way” vía Sid Vicious. Ante su eructante inmediatez palidece la del tertuliano Ramoncín (“Hormigón, Mujeres y Alcohol”). Para pijos a los que les cueste lanzarse se puede recuperar “El Club Del Alcohol” de Danza Invisible. Me niego a entrar en el farragoso mundo de “Saca el güisqui Cheli” (me viene a la cabeza intermitentemente la cara del alcalde de Granada sonriendo). Beber, beber. Manolo Tena se hace el duro, “Quiero Beber y No Olvidar”. Qué certero el gran bluesmen Robert Johnson en ese “Drunken Hearted Man”. La Polla Records de “Salve!”, aquel debut tan catártico para tanta gente, fueron sin embargo precavidos ante el líquido elemento (“Txus no bebas tanto, no pierdas la cabeza”). Y es que las mezclas no son recomendables, los suecos Last Days Of April hablan de “Aspirins and Alcohol” y Jorge Cafrune de “Coquita y Alcohol”. No Obstante Dr. Feelgood se quedan con “Milk and Alcohol”, quién lo diría. Serge Gainsbourg habla a través de Mick Harvey de un “Intoxicated Man”. Con el botellón dicen que desaparece la garrafa, lo celebraremos escuchando “Moonshine Whiskey” de Van Morrison. Los mods Brighton 64 no entienden de consejos en “Quiero Beber”, una especie de lectura garajera del “Taxman” de Los Beatles, y los tiernos TCR dicen en “Tengo Que Beber”, que “perder el hígado no está mal si el corazón consigues salvar”… eso es amor señores. Por su parte Robe de Extremoduro se pone reflexivo en “Salir, Beber”. Una nota social, Platero y Tú con “Voy a acabar borracho”, La Banda Trapera del Río y … “Nacido del Polvo de un Borracho y del Coño de una Puta” o “Drunk Divorced Floozie”, un rock´n´roll del pirado de Mojo Nixon. Los beodos cantan: “Borracho” de Los Brincos, “Estoy Borracho” de Morcillo el Bellaco y Los Rítmicos (“Los zapatos blancos están sucios de bebida” ¡qué estilo!). Los catalanes Decibelios se declaraban “Borrachos y Orgullosos”, y José Alfredo Jiménez ponía los puntos sobre las íes, “Llegó borracho el borracho”. Qué mejor lugar para estar bebido que las estrellas, como cantan Smog. Estupendo el tema “Alcohol”, incluido por los Kinks en “The Muswell Hillbillies”, de un sonido que nos recuerda a Tom Waits. Éste se tiró media vida dando la impresión de avanzar por el mundo con un saco de botellas al hombro, además no era hábil para la invención de excusas, sino no culparía a su pobre piano de sus desmanes “The Piano has been drinking (not me)”.... Aunque Kid Koala (por favor no confundir) abunda en el tema con “Drunk Trumpet”. Hay gente que bebe demasiado pronto (The Handsome Family ,“Drunk By Noon”) demasiado jóvenes (histórico el lamento de 713avo Amor en el estribillo de “Cielo Bajo Tierra”: “Porque una niña de seis años bebe más que yo, bebe más que la tierra, bebe más que yo...”), o demasiado tiempo (“3/4 de siglo de borrachera” del grupo del Javier Corcobado de 1.983, los 429 Engaños, incluido en una maqueta de infame sonido). La religión ante todo señor Rouco, tal como dicen Bright Eyes en “Drunk Kids and Catholics”, lírica, brillante y sorprendente banda. Aunque hay quien ya se pasa de la raya (The Palace Brothers “I was drunk at the Pulpit”) o ve connotaciones malignas (qué hermosa guitarra pantanosa la de Bambi Lee Savage en “Demon Alcohol”). Alabamos la sinceridad de Jello Biafra de los Dead Kennedys, tiene un problema que han versionado muchas otras bandas (“Too Drunk to Fuck”). Los Rodríguez por su parte ocultan la realidad en “No Estoy Borracho” (mira cómo me mantengo en un solo pie”). Para que luego digan que Alaska y cía. no se preocupaban por sus conciudadanos: escuchen a Kaka de Luxe en “Peligrosos Sociales” (borracho no se puede conducir por la ciudad)”. El alcohol puede ser una tragedia familiar, John Denver pone el dedo en la llaga y suplica “Please daddy (Don´t get drunk this crhistmas)”. Poner nombre a tu grupo puede ser un problema, unas copas ayudan a solucionarlo: Dead Chinaskis o Alcohol Jazz, por no mencionar a Kaos Etílico, Delirium Tremens y cosas así de sutiles. Los garajeros neoyorquinos The Chesterfield Kings estuvieron inspirados al titular “Drunk on Muddy Waters” su acercamiento al blues de 1.990. Entre las debilidades de Josele Santiago estaba también el alcohol, como queda claro en su tema “Afición”, personal adaptación del clásico “Milkcow Blues”. Tal ocurría con el desaparecido Enrique Urquijo, su “Quiero beber hasta perder el Control”, con su aire tex-mex, es una de las más estremecedoras composiciones en castellano que hablan sin paños calientes del alcohol como compañero de desdichas (“Mis lágrimas se mezclan con alcohol”), sin olvidar “El Último Trago” de Chavela Vargas o el alcohol que macera la venganza en “La Cuchilla” de Aterciopelados: pasión asesina pura. Jorge Martínez de los Ilegales es un público y notorio aficionado a todo tipo de bebidas espiritosas, pero éstas no aturden su visión lo más mínimo. En “Caramelos Podridos” nos dejó un preciso retrato de los años salvajes. Por su parte el recordado Silvio le puso Barra Libre a una de sus formaciones. La denominó con un deseo. En “Vodka con Limón” se lanza a rockanrolear, celebrando la vida con su vaso en la mano. Hablando de canciones con títulos de bebidas, el whiskey se lleva la palma (el ron parece que sólo se puede mencionar meneando el esqueleto con rijosa sonrisa). La Frontera avisaban desde la barra de un bar, “Si el Whiskey no te arruina, las mujeres lo harán” (chicas, no abandonen la sala por favor); la vida se disfruta mejor según John Lee Hooker con “One bourbon, one Scotch & one biere”, uno detrás de otro. Mark Lanegan tituló “Whiskey for the holy ghosts” su magnífico trabajo de 1.994, por cierto, uno de los mejores cortes se llama “Borracho”. Cerramos el apartado Whiskey con Thin Lizzy y su versión del tradicional irlandés “Whiskey in the Jar”, aunque también podíamos incluir, según creencia popular, el “Cuatro Rosas” de Gabinete Caligari. Pero en lo que respecta a canciones con nombre de bebida una de mis favoritas es “Ginebra Seca” de Burning. Ya lo decía en gran Rory Gallagher: “Too Much Alcohol”. Publicado en el portal de humor y cómic "Irreverendos" en mayo de 2.006 |
20 mayo 2006
ANITUA RHUMBA
BILBAO 13.05.05 KAFE ANTZOKIA
El sello Noiz Pop edita esta actuación tan especial, ocurrida en la fecha y lugar indicados con motivo de la fiesta aniversario de la revista Ruta 66. La ocasión reúne a una de la bandas más afiladas de la escena nacional de los últimos años, los bilbaínos Atom Rhumba, garajeros amigos del primitivismo punk-blues-soul a lo Jon Spencer o Dirtbombs, con Josetxo Anitua, alma junto al añorado Jon Zamarripa de los inolvidables Cancer Moon, aquel turbio viaje eléctrico que fue punto de excelencia para nuestros oídos, tan castigados por mediocridades, durante la pasada década. Entre todos ofrecen un repertorio encrespado, dotado de vivificante fuerza interna, y atravesado por guitarras subterráneas e hirientes. Anitua elige un repertorio formado por ocho temas que resumen sus querencias e influencias fundamentales. Se trata de un cantante especial, inquietante ya desde sus primeros tiempos con Jugos de Otros y su “Salón Xanadú”; de voz grave y clara, tan dado al arrebato como a la introversión, al hilo de voz o a la explosión. En una cuidada presentación, aunque frágil (la cajita de cartón que contiene el cd no es para prestarla precisamente); trae un librito donde Anitua nos habla de cada uno de los cortes: “Lonely Avenue”, el blues popularizado por Ray Charles en 1.958, sinuoso y cortante con el saxo de Joe González soplando entre las chispas de las dos guitarras; “Pain And Love”, tema tardío de T-Rex de marcado riff; “Lady Godiva´s Operation” de The Velvet Underground, viaje rítmico y repetitivo al erizado concepto de psicodelia y mantra sonoro de los neoyorquinos; una sincopada “Maria Bethânia”, perteneciente a la etapa londinense de Caetano Veloso; “Those Conga Drums” es un rock´n´roll vacilón de Jonathan Richman que no oculta su procedencia, aunque les queda menos juguetona y con un blindaje sónico superior al del original del bostoniano; con “I Can Only Give You Everything”, clásico del sonido garaje de los sesenta popularizado por los Them de Van Morrison, elevan la temperatura. Anitua se entona y termina retorciéndose en la postrera “Theme De Yo Yo” de Art Esemble Of Chicago, un incandescente soplo de free-jazz-funk donde el saxo tenor arropa el serpenteante precipitarse del tema hacia el caos final.
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Jose Anitua
17 mayo 2006
MISIVA Nº1: ANHELO
“Cuando te vi no intuí tu futuro, ni siquiera acerté a adivinar de dónde habías salido. Esquivabas coches con la prestancia de mil ojos y cruzabas con piernas invisibles; volviste la cabeza con autoridad, ante alguna imprecación inoportuna lanzada desde algún vehículo. ¿De dónde venías?, quise saber. Te encaramaste y superaste la oxidada valla de la mediana, adueñándote de ella a medida que trepabas, bamboleándote con ella. La seguridad de tus manos me llevó a pensar que trabajabas en el mantenimiento de carreteras, o en la cruz roja, protección civil, una O.N.G., que eras policía secreta,... qué se yo. Ya en el otro lado, como dueño firme, sorteaste los setos. Te detuviste a respirar brevemente, querías recuperar el aliento, volver a tragar saliva. Ahí me miraste, volviste la cara fugazmente y me encantó tu perfil. En esto llegué yo con mi utilitario de ridícula presencia en las autovías sin fin. Reduje la marcha en la medida de mis posibilidades de mujer prudente, conociendo tus intenciones de cruzar. En efecto, pasaste presto ante mí, alcanzaste sin más obstáculos el borde del puente y por mi retrovisor te vi desaparecer con paso seguro en pos del vacío. Sólo he parado aquí abajo, entre luces, confusión y curiosos, para decirte que te anhelo”.
10 mayo 2006
“TODO EMPEZÓ CON PAUL AUSTER”
“CIUDAD DE CRISTAL” NOVELA GRÁFICA ADAPTADA POR PAUL KARASIK Y DAVID MAZZUCCHELLI (Anagrama, 2.005)
Las novelas de Paul Auster suelen presentar a un hombre perplejo y perdido que, bien se cuenta a sí mismo o es contado por otro, a veces más perplejo aún. El punto de mira apunta generalmente a un individuo superado por los acontecimientos, acuciado por un destino trágico que lo desnuda sin contemplaciones poniéndole ante los ojos su propia vulnerabilidad; tipos plantados en la ciudad o en el mundo a los que éstos un día invaden zarandeándolos violentamente, jugando con ellos estrechando su camino, asfixiándolos u ofreciéndoles inopinados haces de luz. El mundo de Auster parte de la pérdida de esa especie de rastro invisible que todos nos marcamos como guía de nuestro devenir; el ser humano ante ese laberinto que acaba siendo él mismo. Leerle es viajar a tal laberinto, e internarse en su mundo produce una sensación tan inquietante como física y adictiva; es bucear en el misterio de las percepciones humanas de la mano de un narrador ágil, a veces seco, otras incisivo y minucioso. Hay una urgencia, una ansiedad en pos de una salida y un equilibrio a veces inalcanzables.
Esta personal y delirante interpretación del mito de Don Quijote, fue escrita a principios de la década de los ochenta e incluida en “La Trilogía de Nueva York” de 1.987, inaugurando la notable carrera del Auster novelista. En 1.994 vio la luz por primera la novela gráfica que nos ocupa. En un esclarecedor prólogo, el premio Pulitzer y pionero de las novelas gráficas Art Spiegelman (“Maus”), explica las vicisitudes y dudas que jalonaron el camino hasta llegar a esta obra.
Para valorar realmente la eficacia de esta “traducción” a formato cómic de “Ciudad de Cristal” lo razonable sería, quizá, enfrentarse a él sin conocer previamente el relato de Auster. No es mi caso, he leído la adaptación de Karasik y Mazzucchelli bastantes años después del original y, sinceramente, me quedo con éste, aunque he de decir que la novela gráfica me transmite sensaciones distintas, lo cual no puede ser sino un éxito, dado que capta la esencia del original y se interna en su complejidad (que parte de la solidez de una intrigante narración de misterio, tan compleja como disparatada, para ir perdiendo capas en pos de la abstracción total. Una historia cuya aspiración es diluirse en el aire, en un viaje en el que los cabos sueltos son obviados en beneficio del laberinto interior que se cierra) sin desviarse de los hechos. El dibujo es sencillo y eficaz; tiene como mayor baza una gran capacidad simbólica, que indaga en el interior del relato con una capacidad de sugerencia muy superior a la que suele conseguir el cine (no en vano Auster confesó a Spiegelman que varios intentos de convertir el libro en guión cinematográfico habían fracasado). La narración se ordena en estrictas y apretadas series de viñetas significativamente alteradas cuando ha lugar; mantiene paralelamente el pulso narrativo con la obra de Auster (aquí también se cita a Lewis Carroll, pero a través del ilustrador John Tenniel), siempre algo telegrafiado; siguiendo fielmente algunas partes y extractando otras. A veces una viñeta concentra párrafos enteros, o unas líneas precisan de una o más páginas, o se esparce la información que contiene un párrafo por diversas páginas. Algún detalle meramente descriptivo cambia (ropas, posturas o ubicaciones). La mayoría de descripciones o intervenciones de los personajes y el narrador (en especial los juegos dialécticos, la a veces endiablada red de argumentaciones y conclusiones, silogismos y premisas) son campo abonado para el despliegue del aparato simbólico del dibujante: escueto e imaginativo, con tendencia al juego de viñetas (aprovechando convenientemente la estructura propia del cómic), o a la concreción de una idea en un objeto, algunas geniales y demoledoras. El medio en sí posibilita la mayor agilidad de mostrar visualmente a la vez situaciones que la escritura no permite. En ocasiones, la narración desarrolla pequeños apuntes propios que enriquecen un sucedido o incluso incuban otros; y el ingente repertorio de puntos de vista realza y carga de significado gestos y momentos que en el libro son secundarios, o añade otras sensaciones, otras evocaciones que hacen de esta obra algo… distinto.
07 mayo 2006
TRENES QUE SE CRUZAN
Estimados Psicocamaleones:
Respetuosos con la raíces, prudentes, son más revitalizadores que renovadores, nunca rupturistas. Los tres beben hasta la ebriedad de los sonidos más genuinamente norteamericanos, se reflejan en su pasado más brillante. Absorben desde el country, el folk o el rock´n´roll clásico a Television o Sonic Youth. Podrían ser otros, pero Drive By Truckers, Ryan Adams y Wilco (así, en orden de mayor a menor enraizamiento) son patentes ejemplos de ese constante renacer de la música estadounidense, y por ende del rock en general. Trenes que evolucionan atravesando su bagaje musical, saliendo y entrando por distintos túneles, avanzando paralelos o cruzándose (esos momentos en que proyectos distintos pueden sonar tan parecidos). Los músicos norteamericanos siempre han vuelto sobre sus pasos en momentos de duda. Cuando las escenas se saturan o llegan a un callejón sin salida se tiende a volver la vista a atrás, a revisar las temáticas, instrumentos y formas de componer de siempre.
DRIVE BY TRUCKERS proceden del sur, de Athens (Georgia), la misma ciudad de REM y B-52´s. En los primeros noventa el núcleo central formaba la banda Adam House´s Cat. Aparecieron en 1.996 y ya cuentan con siete discos editados, grabando la mayoría de las veces prácticamente en vivo. Liderados por Patterson Hood, son ya míticas las tres guitarras de este quinteto amante del sonido analógico. Son los más previsibles del trío, los más apegados a los clásicos y eso en cuestión de sonido les encanta. Guardianes de las esencias del rock sureño, las temáticas y la especial atmósfera del sur va tan unidas a ellos como las particulares portadas de sus discos, a cargo de Wes Freed. Sus influencias fundamentales son The Allman Brothers Band, Lynyrd Skynyrd, Neil Young, o los Rolling Stones de los primeros setenta.
“Southern rock opera” (2.002) es su trabajo más ambicioso, de grabación y puesta a punto larga y tortuosa. Un inagotable doble elepé inspirado netamente por el espíritu de Lynyrd Skynyrd, en el que su música despegó definitivamente.
RYAN ADAMS es también sureño (nació en Jacksonville). Empezó haciendo punk-rock, pero su primer contacto relevante con la música fue a través de la banda Whiskeytown con la que grabó cuatro álbumes de country rock. Debutó en solitario con “Heartbreaker” (2.000), y su fama creció espectacularmente dos años después con el disco “Gold” y su single “New York, New York”. Partiendo de la música de raíz como los otros dos, comparte con éstos el gusto por Neil Young y el country; estando más cercano a Wilco en la impronta de Dylan y a los Truckers en la de los Stones. Con algo de enfant terrible, díscolo e imprevisible, es un músico intuitivo, convincente y apasionado. Maneja a su antojo todos los resortes del rock y sus influencias abrazan tanto al Dylan de la segunda mitad de los sesenta como a los Smiths. Versiona a Oasis a la vez que hace puro rock americano de empaque o canciones estremecedoras por su fragilidad. Puede sonar urgente o cristalino, desaforado u ortodoxo. Acompañarse de guitarra y voz, arreglos de cuerda, metales o detalles electrónicos. Tras ofrecer con “Rock´n´roll” un erizado compendio del rock y el pop más inmediatos, en 2.005 volvió con tres trabajos de arrebatador calado, que dejan muestra definitiva de su trascendencia como creador. “Jacksonville City Nights” no puede dejar de sonar.
WILCO. Natural de Belleville, Illinois, Jeff Tweedy publicó cuatro álbumes con Uncle Tupelo, banda seminal del denominado country alternativo, entre 1.990 y 1.993 (“No Depression” se convirtió en todo un referente). El otro lider de la banda, Jay Farrar, formó Son Volt.
Si Adams da muestras de ser un creador infatigable, éstos dejan una sensación de avance constante, casi obsesivo. Esta imparable evolución del grupo dejó pronto significativamente atrás los violines, mandolinas o dobros de Max Jonnston, uno de los supervivientes de Uncle Tupelo.
Ofrecen el abanico de influencias más extenso: Neil Young, Dylan, beatles, kinks (no en vano son los que tienen más sentido pop de los tres), kraut rock, Television o Sonic Youth (ensimismamiento eléctrico, distorsión, Jim O´Rourke colaborando). Su sonido de nutre cada vez más, sin verse afectado para nada en su esencia, de programaciones, efectos sonoros, mayor toxicidad, y estructuras más arriesgadas y experimentales. El jefe Tweedy es un buceador sonoro, tanteador de atmósferas y oteador de horizontes pendientes de aparecer. De todas formas su signo distintivo es su instinto compositivo, algo que le emparenta en cierto a modo con REM, por su capacidad de hacer canciones capaces de trascender cualquier etiqueta. Sólo hermosas canciones.
Instalados en Chicago, Wilco iniciaron su andadura según los preceptos de Uncle Tupelo, los cambios de planteamiento llegaron a partir del inmenso “Being Three” (Reprise, 1.996) y, sobre todo, con “Yankee Hotel Foxtrot” (Nonesuch, 2.002) por el que el sello Reprise se deshizo de ellos, trayendo además importantes cambios en la formación. Fue una apuesta ganada, un singular ejercicio de abstracción que provocó un viraje de intenciones cuando todo estaba comercialmente de cara. Entre medias tuvieron tiempo de volver a las raíces al hacer dos discos con Billy Bragg (la serie “Mermaid Avenue”), sobre textos perdidos de Woody Guthrie; aquellos a los que Dylan hace referencia en su autobiografía. “A Ghost is Born”, prácticamente grabado en vivo en el estudio, ha sido su último disco oficial hasta el reciente directo “Kicking Television: Live in Chicago”. Hasta el próximo tren.
Publicado en el portal de humor gráfico y cómic "Irreverendos" en mayo de 2.006
Respetuosos con la raíces, prudentes, son más revitalizadores que renovadores, nunca rupturistas. Los tres beben hasta la ebriedad de los sonidos más genuinamente norteamericanos, se reflejan en su pasado más brillante. Absorben desde el country, el folk o el rock´n´roll clásico a Television o Sonic Youth. Podrían ser otros, pero Drive By Truckers, Ryan Adams y Wilco (así, en orden de mayor a menor enraizamiento) son patentes ejemplos de ese constante renacer de la música estadounidense, y por ende del rock en general. Trenes que evolucionan atravesando su bagaje musical, saliendo y entrando por distintos túneles, avanzando paralelos o cruzándose (esos momentos en que proyectos distintos pueden sonar tan parecidos). Los músicos norteamericanos siempre han vuelto sobre sus pasos en momentos de duda. Cuando las escenas se saturan o llegan a un callejón sin salida se tiende a volver la vista a atrás, a revisar las temáticas, instrumentos y formas de componer de siempre.
DRIVE BY TRUCKERS proceden del sur, de Athens (Georgia), la misma ciudad de REM y B-52´s. En los primeros noventa el núcleo central formaba la banda Adam House´s Cat. Aparecieron en 1.996 y ya cuentan con siete discos editados, grabando la mayoría de las veces prácticamente en vivo. Liderados por Patterson Hood, son ya míticas las tres guitarras de este quinteto amante del sonido analógico. Son los más previsibles del trío, los más apegados a los clásicos y eso en cuestión de sonido les encanta. Guardianes de las esencias del rock sureño, las temáticas y la especial atmósfera del sur va tan unidas a ellos como las particulares portadas de sus discos, a cargo de Wes Freed. Sus influencias fundamentales son The Allman Brothers Band, Lynyrd Skynyrd, Neil Young, o los Rolling Stones de los primeros setenta.
“Southern rock opera” (2.002) es su trabajo más ambicioso, de grabación y puesta a punto larga y tortuosa. Un inagotable doble elepé inspirado netamente por el espíritu de Lynyrd Skynyrd, en el que su música despegó definitivamente.
RYAN ADAMS es también sureño (nació en Jacksonville). Empezó haciendo punk-rock, pero su primer contacto relevante con la música fue a través de la banda Whiskeytown con la que grabó cuatro álbumes de country rock. Debutó en solitario con “Heartbreaker” (2.000), y su fama creció espectacularmente dos años después con el disco “Gold” y su single “New York, New York”. Partiendo de la música de raíz como los otros dos, comparte con éstos el gusto por Neil Young y el country; estando más cercano a Wilco en la impronta de Dylan y a los Truckers en la de los Stones. Con algo de enfant terrible, díscolo e imprevisible, es un músico intuitivo, convincente y apasionado. Maneja a su antojo todos los resortes del rock y sus influencias abrazan tanto al Dylan de la segunda mitad de los sesenta como a los Smiths. Versiona a Oasis a la vez que hace puro rock americano de empaque o canciones estremecedoras por su fragilidad. Puede sonar urgente o cristalino, desaforado u ortodoxo. Acompañarse de guitarra y voz, arreglos de cuerda, metales o detalles electrónicos. Tras ofrecer con “Rock´n´roll” un erizado compendio del rock y el pop más inmediatos, en 2.005 volvió con tres trabajos de arrebatador calado, que dejan muestra definitiva de su trascendencia como creador. “Jacksonville City Nights” no puede dejar de sonar.
WILCO. Natural de Belleville, Illinois, Jeff Tweedy publicó cuatro álbumes con Uncle Tupelo, banda seminal del denominado country alternativo, entre 1.990 y 1.993 (“No Depression” se convirtió en todo un referente). El otro lider de la banda, Jay Farrar, formó Son Volt.
Si Adams da muestras de ser un creador infatigable, éstos dejan una sensación de avance constante, casi obsesivo. Esta imparable evolución del grupo dejó pronto significativamente atrás los violines, mandolinas o dobros de Max Jonnston, uno de los supervivientes de Uncle Tupelo.
Ofrecen el abanico de influencias más extenso: Neil Young, Dylan, beatles, kinks (no en vano son los que tienen más sentido pop de los tres), kraut rock, Television o Sonic Youth (ensimismamiento eléctrico, distorsión, Jim O´Rourke colaborando). Su sonido de nutre cada vez más, sin verse afectado para nada en su esencia, de programaciones, efectos sonoros, mayor toxicidad, y estructuras más arriesgadas y experimentales. El jefe Tweedy es un buceador sonoro, tanteador de atmósferas y oteador de horizontes pendientes de aparecer. De todas formas su signo distintivo es su instinto compositivo, algo que le emparenta en cierto a modo con REM, por su capacidad de hacer canciones capaces de trascender cualquier etiqueta. Sólo hermosas canciones.
Instalados en Chicago, Wilco iniciaron su andadura según los preceptos de Uncle Tupelo, los cambios de planteamiento llegaron a partir del inmenso “Being Three” (Reprise, 1.996) y, sobre todo, con “Yankee Hotel Foxtrot” (Nonesuch, 2.002) por el que el sello Reprise se deshizo de ellos, trayendo además importantes cambios en la formación. Fue una apuesta ganada, un singular ejercicio de abstracción que provocó un viraje de intenciones cuando todo estaba comercialmente de cara. Entre medias tuvieron tiempo de volver a las raíces al hacer dos discos con Billy Bragg (la serie “Mermaid Avenue”), sobre textos perdidos de Woody Guthrie; aquellos a los que Dylan hace referencia en su autobiografía. “A Ghost is Born”, prácticamente grabado en vivo en el estudio, ha sido su último disco oficial hasta el reciente directo “Kicking Television: Live in Chicago”. Hasta el próximo tren.
Publicado en el portal de humor gráfico y cómic "Irreverendos" en mayo de 2.006
03 mayo 2006
“CRASH” ( Paul Haggis, 2005)
He visto “Crash”, la película de Paul Haggis, adepto a la Iglesia de la Cienciología y guionista de “Million Dolar Baby”, todo un amigo de la reflexión a partir de historias de choque. Bendecida por la Academia de Hollywood con tres premios Oscar, es una desbordante colisión de vidas, prejuicios y desconfianza en la que todos los personajes-arquetipos son observados sin paños calientes, teniendo su parte de culpa. Acaso ese sea su mayor mérito, la credibilidad que surge del discurso al limar la demagogia que anida en toda narración de este calado. La idea de historias que se entrecruzan siempre es interesante, situaciones cotidianas que mezcladas con otras pueden devenir explosivas e imprevisibles, al modo maestro en que Robert Altman interpretó la vida media norteamericana según Carver en “Vidas Cruzadas”. La base del argumento es el racismo, practicado por todos sin restricciones; se crea un ambiente irascible y violento de alta tensión, una escalada de frustración que sube como la temperatura de un termómetro, segundo a segundo. La sensación de estallido inminente y el ritmo narrativo, tan ágil como hipnótico en ocasiones, mantienen la presión sobre el espectador, en una peripecia que pretende ser una fábula global, y en la que se abusa sin freno de coincidencias y casualidades para cerrar el círculo de encuentros y desencuentros. Historias de redención que dejan pasar una luz, rápidamente ensombrecida por la corrupción rápida e implacable, las derrotas de los llamados a perder y el posterior y significativo vacío. Esta fábula del asfalto de Los Ángeles no tiene moraleja, tan sólo la absurda crudeza del destino, que se ceba con el único personaje coherente de todo el filme haciéndole saltar un incruento instinto y salvando, de alguna manera, el culo de todos los que atizan a su manera el fuego diario del odio y el enfrentamiento. De la música lo que más me ha llamado la atención es el tema que suena durante el accidente de tráfico, “Sense Of Touch” de Mark Isham, autor de la banda sonora del filme.
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