15 julio 2006

"EL DESTINO ES CAPRICHOSO Y ADEMÁS ESTÁ BORRACHO"

BARRY GIFFORD “Gente Nocturna” (“Night People-Arise and Walk”, 1.992)


Acabo de terminar “Gente Nocturna” de Barry Gifford y ¿qué vi?: un violento cóctel de estampas de colores chillones que se precipitan sobre el lector. Una miríada de personajes absolutamente estrafalarios y memorables que, desde su forma de discurrir a sus nombres, indumentarias o aspecto, conforman un retrato esperpéntico y atroz de la Norteamérica profunda. Te familiarizas con ellos y saltan momentos después por los aires, qué le vamos a hacer: el destino es caprichoso y además está borracho.

El libro avanza a golpe de microhistorias, está estructurado en multitud de episodios brevísimos que se van relacionando entre sí, hablándonos con mucho humor y acidez, además de ternura (a su manera), de sexo, de una violencia inusitada y gratuita, de religión y fundamentalismo multiplicados por los medios de comunicación; y siempre de muertes: truculentas, absurdas, casuales o increíbles. Personajes que se entrecruzan mediante una red de caprichosas coincidencias. Todo macerado en r´n´b, soul, blues y algo de country.

Gifford se muestra, como es habitual, excesivo y exagerado sin recato. Lleva lo tragicómico al extremo, envuelto en situaciones surrealistas y alucinantes. Con esas preciosas y pormenorizadas descripciones tan suyas, y algo tan americano como la reseña de casi todas las marcas comerciales de los objetos aparecidos para dar más realismo y cercanía al relato. Y, como siempre también, parece perseguir a su incansable e independiente pluma.

07 julio 2006

DIRECTO SR. CHINARRO + TARIK Y LA FÁBRICA DE COLORES

Industrial Copera (Granada)
25 de mayo de 2006



Pues la cosa sucedió al revés de como me esperaba. La actuación de Tarik estuvo lastrada por el mal sonido desde el principio de los casi cincuenta y cinco minutos que duró, consistente en la casi totalidad de “Sequentialee” con algunas muestras de sus trabajos anteriores (“Di Ahora” o “Entonces, por qué”, un tema que siempre ha estado en el repertorio de Álvaro Muñoz). Con la batería de Eric Jiménez determinando la potencia del sonido de la banda, Tarik apuesta por un sonido crudo y saturado por momentos, sacrifica los matices en pos de la energía y el gusto por retorcer y exprimir las canciones. El sonido mejoró al filo de la media hora, con la interpretación unida de “Wasted Song” y “Cinnamon Girl” de Neil Young; tras esto la cosa se tranquilizó con “Oyendo canciones”, y a partir de ahí el sonido desembocó en una inaguantable sucesión de acoples que destrozaron la interpretación de canciones como “Porque es Domingo”. Es jodido que la falta de un técnico apropiado se cargue la posibilidad de disfrutar de un gran repertorio. Tras esto, lo de Chinarro, sonó celestial, con la voz de Antonio Machín recibiendo y despidiendo su actuación. Ha sido el primer concierto en condiciones que he visto del sevillano, ajustado, suficiente, ágil. Ha decidido ir al grano y los instrumentos suenan bien (dos guitarras, bajo y batería), la voz se distinguía perfectamente, y las interrupciones fueron las mínimas, con un Antonio Luque cómodo en su papel de maestro de ceremonias de sí mismo, abandonando su ya legendaria irregularidad escénica y siempre irónico, tan comunicativo ante el micro como ido tras las imágenes que se proyectaban en la sala durante sus monótonas partes instrumentales. Junto a sólo tres temas de siempre (“Cero En Gimnasia”, “Estrenos TV” y “Pico Veleta”), y temas de su último disco (las iniciales “Dos Besugos” y “Morado”, “El Peor Poema”, “El Rayo Verde”, “El Cuadro” o “Cabo Trafalgar”), sonaron multitud de temas inéditos (cosa que pocos grupos se atreven a hacer) que irán en su próximo álbum con Mushroom Pillow, entre ellos “Yo no soy Militar”, “Del Montón”, “No Dispares” o “Esplendor en la Hierba”. Su repertorio se ha iluminado ostensiblemente, más inspirado incluso en los textos; las guitarras tienen más carácter y la inyección de ritmo dota de novedosas perspectivas y espacios al marcado estilo Chinarro. Las nuevas canciones van por la misma senda, calando a la primera, y en algunas el singular músico sevillano filtra naturalmente un gozoso encuentro entre Décima Víctima, Calexico y los Coyotes de “Mujer y Sentimiento” (“La Última Cena”).

03 julio 2006

DIRECTO JOHN PARISH + IDAHO Y MICK HARVEY

Teatro José Tamayo (Granada).
27 y 28 de mayo de 2006
Interesantísimo, y desgraciadamente poco concurrido, ciclo de Pop-Rock en el teatro José Tamayo de Granada. El viernes 26 abrieron fuego RICHARD SWIFT y RICHMOND FONTAINE, a los que no pude ver. Aquí nos ocuparemos de los dos días siguientes.
Una platea casi vacía vio Jeff Martin de IDAHO al tomar asiento para interpretar solo al piano, arropado por samples, ritmos y su voz quebradiza, “The Mistery”, “Live Today Again” y “When Sunday Comes”, para mí lo mejor de su actuación. Después llegó la banda y volvieron las guitarras de cuatro cuerdas, con John K. Berry y su mando a distancia para ir poniendo vídeos de fondo. Con la tensión de antaño abandonaron la senda íntima, algo deslavazada, frágil y ensoñadora de “The Lone Gunman”. Arrebato, slowcore, estallidos controlados, o subidas y bajadas de tensión con cambio de baquetas por escobillas en el mismo tema fueron la tónica general. Se despidieron de una noche anodina con una reseñable “Stare At The Sky”, culminando un buen adiós con el único bis de la noche, “To be The One”, con Jeff a los teclados y Berry haciendo slide con la guitarra. Poca gente más se encontró JOHN PARISH cuando apareció, acompañado de esa banda de excepción que le secunda: Marta Collica a los teclados y voz (miembro de Sepiatone junto a Hugo Race), Georgia Poli bajo y coros (Micevice) y Jean Marc-Butty, batería que ha sido de P.J. Harvey. Desplegaron una música directa, esencial, contenida, pero de esa que trae el chispazo que la hace terriblemente especial. Parish ha incluido en su último trabajo, “Once Upon A Little Time”, temas lo suficientemente contagiosos y definitivos como para capturar sin remisión a cualquier audiencia. Asimila la música de raíz americana, pasándola por su crujiente tamiz sonoro, tan atmosférico como vibrante, siempre con un relieve muy acusado, impregnándola a la vez de misterio y naturalidad. Resultaron inmediatos, irresistibles (“Kansas City Electrician”), hipnóticos y graves, eso sin que Parish dejara de sonreír y evolucionar tímidamente por el escenario con su aire de paciente artesano. Poli aportaba elegancia mientras Butty se convertía en el auténtico motor de la noche, usando mayormente escobillas que alternaba de manera imparable con baquetas, maracas o mazas. Marta Collica estuvo sugerente con los teclados, de sus manos salían ruidos, fondos sonoros, vuelos de órgano, y profusión de notas de piano. Parish atacaba a veces las cuerdas de su guitarra con toque percutor, resultaba cortante y saturado, o trasladaba mediante vibrato una pulsación a la vez árida y lírica a los temas. Maracas en lugar de baquetas y ambientación sonora cargada para “Boxes” y “Amelia”, tan delicada como épica, interpretada por Marta y con Georgia utilizando arco sobre su bajo. Aparecieron los ecos loureedianos de “Choice” con el batería recordando a Moe Tucker con sus mazas; epatante el crescendo de “The Last Thing I Heard Her Say” (el redoble de escobillas, uff…), y hermoso el recogimiento de “Glade Park” acompasada rítmicamente sólo con platillos. Demoledoras, finalmente, “Sea Defences” y “Even Redder Than That Too” (la versión potente del CD), ésta con un Butty enloquecido golpeando sus tambores con maraca y escobilla.
El bis se abrió con “Pray Them Bars Away”, el primer Hazlewood del fin de semana, con la perezosa guitarra de Parish acompañada de maracas o shaker por los demás. Yéndose, difuminando esa velada especial, con el instrumental “Westward Airways” uno de los momentos culminantes de su anterior trabajo. Al día siguiente MICK HARVEY contó con bastante más expectación (el marchamo Bad Seeds pesa). Apoyado por dos miembros de la banda madre: James Johnson, cuya presencia tiene gran valor estratégico (acompañamientos precisos de eléctrica –más comedidos que en el cd- y teclados; arranques ocasionales de órgano y las contadas muestra de guitarra-cuchilla) y la batería eficaz, matizada e imaginativa en segundo plano de Thomas Wydler; contando además con la sensación casi física del contrabajo de Rosie Westbrook. Harvey no se separó de su guitarra acústica en ningún momento. Hablador y bromista, chapurreando frases en castellano, dirigía el cotarro plácidamente. Hizo pausas entre las canciones, evitando tensar su efecto ni sumergirse demasiado en el dramatismo a que invitaban, aprovechando el silencio, que en un espacio así se convierte perfectamente en un instrumento más. Su sonido, como no podría ser de otra manera, remite a los últimos años de los Bad Seeds, pero Harvey no es Nick Cave, ni lo pretende, no interpreta los textos ni se sumerge en ellos. Canta de manera correcta composiciones especiales a las que ha respetado su esencia, partiendo de ésta para embellecerlas unas veces con sombras y otras con luces. Cayeron, entre otras, todo el “One Man´s Treasure” menos “Will You Surrender”, uno de sus dos temas propios. Rotundas recreaciones de “The River” o “Man Without A Home”, contenida y envolvente “Planetarium”, tal que “Come Into My Sleep”, en ella la Westbrook usó ocasionalmente arco, lo mismo que en casi la totalidad de “Bethelridge” composición etérea de la que Harvey no quiere desprenderse en vivo y que la banda supo ejecutar intensa y brumosa, dándole el punto justo de lejanía. Pantanosas y afiladas, como no podría ser de otro modo, resultaron “Demon Alcohol” y “Mother Earth”, removiendo algo por dentro la segunda en este fan de Jeffrey Lee Pierce; y, casi al final, el segundo Hazlewood, “First St. Blues”, culminante con Johnson ocupado en la guitarra con el apoyo armónico de la parte de órgano pregrabada. En los bises, incluyó su referencia inevitable a Gainsbourg, una briosa “Bonnie & Clyde”, alejada de su patrón habitual y el imparable swing a punto de descarrilar en que se convirtió “Intoxicated Man”. Tras tanto desparpajo instrumental esto no podía quedar así, por lo que en una postrera salida tocaron una inmensa “Come On Spring” perteneciente al proyecto Antenna de Kim Salmon (la única que arrancó unos lejanos coros de Johnson) y cerraron con el recogido tema de Fred Neil “A Little Bit Of Rain”. Sobrados.
Publicado en el nº 229 de la revista Ruta 66.