Una
canción-mecha aparecida en el momento más oportuno, capaz de plantear las cuestiones
correctas para envolver a toda una generación y con las dosis justas de vulnerabilidad, rebeldía, reivindicación y existencialismo. Forjadora como pocas de
identidades, de complicidad generacional y sensación de pertenencia.
Inspiración de poetas, progres y catequistas. Éxito de ventas en voces
distintas, centenares de versiones de artistas de toda índole y momento han
mantenido el fuego de su presencia. Aquí recordamos unas pocas.
Se
dice que Bob Dylan compuso “Blowin’
in the wind” en cuestión de minutos, sentado en un café. Aunque sí deudora del espiritual
“No more auction block”, no parece sostenerse el rumor acerca de la apropiación
de Dylan de un tema del músico Lorre
Wyatt, titulado “Freedom is blowing in the wind”. Los cantautores tenían
sus dudas: a Pete Seeger la
composición no le pareció gran cosa, Tom
Paxton odiaba la teórica inconexión de sus versos y Dave
Van Ronk la calificó de sosa, aunque algo le dio en la nariz cuando
comenzaron a proliferar en la escena multitud de versiones espontáneas, incluso
algunas paródicas, a cargo de infinidad de músicos de folk. De cualquier
manera, ninguno de ellos fue capaz de imaginar en aquel momento el peso que esa
canción tendría en la historia del rock en general ni su capital importancia
tanto en el devenir de la carrera de Dylan como en el desarrollo y capacidad de
penetración del folk en su conjunto. Era el tema que abría “The freewheelin’
Bob Dylan” de 1.963, sin duda el primer disco clave de su carrera.
Peter, Paul & Mary, intérpretes de folk tan comprometidos como populares
y asequibles por su sonido, hicieron una agradable y armoniosa versión de este
tema de un aún emergente Bob Dylan ese mismo año, vendiendo trescientos mil ejemplares
del single durante primera semana y llegando al número dos de Billboard el 13
de julio de 1.963, superando el millón de ejemplares. Que se confundieran
un poco con la letra no fue problema. Aunque Joan Baez cantaba en cada actuación “Blowin' in the wind” durante
su gira veraniega de 1.963, en la que Bob Dylan ejercía de artista invitado que aparecía en el escenario tras la interpretación de dicha canción, no apareció en
ningún disco suyo hasta “Live in Japan”, de 1.967.
Parece
ser que un cantante brillante y experimentado como Sam Cooke tuvo algo parecido a una revelación artística cuando la
escuchó el año de su publicación, reflexionando a partir de entonces sobre el
contenido que debía dar a su expresión artística. Sam, además, decidió
inyectarle ritmo y estilo, versionándola en su álbum “Live at Copa”, lanzado en
octubre de 1.964.
Cuando
el músico country Glen Campbell incluyó su versión instrumental en “The Astounding 12-String Guitar” de 1.964 se encontró de frente con la ira de sus seguidores más conservadores. No creo que a Duke Ellington le tosiese nadie cuando
la interpretó con su orquesta en 1.965.
Por su parte, un Stevie Wonder de tan solo dieciséis
años, elevó su versión hasta el número uno de las listas de r’n’b en agosto de
1.966.
A
pesar de que Elvis Presley detestaba
a Dylan tanto por su voz como por el calado político y la ambigüedad de sus
textos, llegó a grabarla en 1.966 (sin intención de publicarla). Quizá estaba más
influido por la versión incluida en el excelente elepé de 1.965 “Odetta sings
Dylan”, de la cantante folk de Alabama Odetta
Holmes. Uno de sus favoritos de aquella época.
Neil Young & Crazy Horse la incluyeron en el incandescente directo “Weld”,
publicado en 1.991. Coincidiendo con la 1ª Guerra del Golfo, la incorporaron a
su repertorio en la incendiaria gira que compartieron con Social Distortion y Sonic
Youth.
El
pianista y organista Ben Sidran,
reputado músico de jazz y rock, acometió la misión de reinventar el repertorio
del de Minnesota con “Dylan Different”, un interesantísimo lanzamiento de
2.009. Allí, cómo no, tiene su sitio la canción que nos ocupa, en una
recreación tan excelsa como sencilla.
No hay comentarios :
Publicar un comentario