05 febrero 2006

OBABA (Montxo Armendáriz, 2.005)

La película traslada fielmente el espíritu del libro del que parte (“Obabakoak” de Bernardo Atxaga). Equilibrada, queda a medio camino entre la evocación pura y el rastreo de un mundo peculiar, espolvorea algo de magia sin alcanzar a ser mágica y cuando lanza un zarpazo no desgarra, se diluye en el remanso general. Además, cuando despliega una segunda lectura (la leyenda de los lagartos), no termina de lograr el susurro de un buen misterio. Más bien, lo que queda es una esmerada panorámica general de sensaciones, contempladas a través de las distintas historias; una reflexión agridulce acerca de la vida en las aldeas, del destino de las personas y de los sentimientos que permanecen arraigados muy dentro de cada cual. Me gusta la atmósfera general, tan habitual en el director navarro, plana pero convincente en su inercia narrativa sin turbulencias; y, sobre todo, el hallazgo de que la nostalgia afecte (paradójicamente) a la protagonista más que a nadie. Creo que a esta película le sobra literatura y le falta capacidad de sugerencia. Las historias que subyugan, generalmente dejan cabos sueltos que seducen al espectador, espacios vacíos que éste tiene que llenar. Aquí, tras la palabra Fin, todo queda explicado y archivado, y lo que no, se acaba olvidando.

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