31 enero 2006

FLORES MUERTAS ("Broken Flowers") (Jim Jarmusch, 2.005)

Otra película de Jarmusch, otra sensación extraña, otra fascinación. El argumento de "Flores Muertas" remite a la comedia clásica, acaso rozando el melodrama, pero no claro, aquí hay más. Están los pausados largos planos del protagonista que nos hacen vivir junto a él su insatisfacción, los diálogos medidos, el parsimonioso suceder de los paisajes, las miradas, o el genial gesto entre sombrío y escéptico de Bill Murray (que no sonríe en toda la película), ya marca de la casa. La lentitud, el detalle (baste recordar la cámara acompañando al cartero hasta que deposita La Carta), abren una trampilla por la que pasamos a formar parte del espacio y tiempo del filme: hemos desaparecido de la sala. La primera parte ofrece el grueso argumental, y los mejores diálogos y tintes de comedia: la parte de su relación con su vecino, y los encuentros con Sharon Stone y Frances Conroy. A partir de ahí las imágenes van tiñéndose de la soledad del protagonista, de la progresiva sensación de absurdo y su cada vez más amargo descreímiento. Carreteras, aviones, sensaciones plomizas contrapunteadas de rosa, con un suspense mantenido en el aire. Al final, el vacío que siempre me dejan los finales de Jarmusch, un rompecabezas de conclusiones y sensaciones que aún pugna por armarse solo en mi cabeza. De la música, siempre sugerente y suficiente, me quedo con el subyugante tema inicial, "There is an end" por Holly Golightly, frío, dulce y retro.

11 enero 2006

THE POSIES, BEEZEWAX, AIRBAG, G.A.S. DRUMMERS

DIRECTO INDUSTRIAL COPERA (GRANADA) 8-12-05

Cuando llegué al local la formación jerezana GAS. Drummers, finiquitaba su tiempo con “Back In The USSR” de los Beatles. Pocos minutos después, nuestra banda ramoniana por excelencia en la actualidad, Airbag, dejaba su urgente ración de textos impagables, incluyendo versión del “I Can´t Make It On Time” de los Ramones que produjo Phil Spector (“el Farruquito del Pop”). Los Noruegos Beezewax, en formación de poderoso trío con batería muy presente, presentaron su recentísimo “Who to salute” en un pase que no superó los cuarenta y cinco minutos. Alumnos aventajados de los Posies, aunque de vocación más indie y con ecos de Macis-Young en la guitarra, eligieron el camino de la urgencia, lógico, actuando antes de los Posies de 2.005, que deben estar influyendo inmisericordemente en su directo. Se decidieron por los temas más inmediatos del disco (“Paint´ Til You Die” o “Shinjuko Park”), y los más carismáticos (“The Cosmonaut” y el single con guiños a Abba “I´m Not Where I´m Supposed To Be”). Hasta en momentos plácidos al piano (“So Young Still”) destacaba la machacona presencia de la batería. Se despidieron inopinadamente con el cantante y guitarrista Kenneth ejerciendo de segundo baterista. Los Posies no parecen obsesionados por insistir en las excelencias de su último trabajo, definitivamente prefieren divertir y divertirse, girar sin parar. Su actuación resultó arrolladora desde el primer minuto, retadora, violenta, salvaje, arramblando con cualquier atisbo de detalle sonoro. Alaridos, coros lanzados como pedradas, nos devolvieron el rock como espectáculo catártico, con toda su parafernalia: guitarras alzadas, guitarras volando, cuerdas colgando, Iggy Stringfellow por el suelo y ¡Auer por los aires! Los dos protagonistas lanzados, tirando de una base rítmica que les seguía como podía. “Throwaway” abrió su concierto con riffs y redobles de lo más hard antes del inicial “I Remember..”. Así, yendo al grano desde el principio, los clásicos de siempre se intercalaron sin altibajos con las mejores bazas de “Every Kind of Light” (“Conversations”, “Second Time Around”, “I Guess You´re Right” o “That Don´t Fly”, con sus ribetes psicodélicos, único momento relativamente calmo de la velada), demostrando que es un trabajo bastante digno. La parte principal pasó como un suspiro, un aquelarre sonoro sobre inspiradas formulaciones pop. Posteriormente, media hora de bises en el mismo plan, despidiéndose con “Burn & Shine”. Extendieron su atmósfera original, introduciéndola con batería con la incorporación paulatina de bajo y órgano por parte de Stringfellow; tenso desarrollo instrumental, Auer cantando sin acompañamiento y tímidas visitas al País de los Arpegios de Sonic Youth, hicieron el resto. Incansables, la última vez que vi a Stringfellow estaba de pie sobre un mostrador de la sala, gritando con un CD en cada mano.

Crónica aparecida en el nº224 de Ruta 66

http://www.ruta66.es

08 enero 2006

"Una vez...

...creado el primer hombre inmortal, dudo que transcurra mucho tiempo antes que un ciudadano de tantos le descerraje un tiro en la cabeza. ¿Por envidia? ¿Por maldad? Por nada de eso. El simple prurito de verificar accionará el disparador". (Fernando Aramburu)

07 enero 2006

LORI MEYERS "Hostal Pimodan" (Houston Party, 2.005)

Hasta ahora, la carrera de los granadinos está marcada por pasos seguros, cargados de contenido; un concepto que madura librándose de préstamos y lastres. Por fortuna siguen apostando por textos interesantes que evitan lo obvio, retratando con fluidez lo cotidiano y lo enigmático a través de una voz arenosa, como un J de Los Planetas con mayor calidez. Hunden los dos pies en los sesenta: psicodelia, inspiración melódica, armonías vocales... La instrumentación es queda, precisa, desarrollada con gusto y vocación esencial; con arreglos de los que persiguen crear atmósferas antes que epatar -el productor es Tom Monaham (Beachwood Sparks o Devendra Banhart)-, rehuyendo recrearse en fuegos de artificio en el estudio. "Hostal Pimodan" es un disco de largo recorrido y maravillosas canciones que hacen abstracción del sonido de los Kinks, se enmarcan en la arquitectura de The Zombies ("El Gallo Ventrílocuo"), o recuerdan por igual a los Brincos y los Byrds. Escucha el tema que da título al disco y transpórtate al aroma del mítico club que se reunía en el evocado hotel parisino.

Reseña publicada en el nº21 del Periódico Diagonal de Madrid.

http://www.diagonalperiodico.net

02 enero 2006

GIFFORD Y EL SHOSETSU

El Shosetsu es un género japonés que se adapta como un guante a cualquier impulso literario que trate de conjugar hechos reales, memoria, biografía y ensayo, todo ello argamasado por una vivificante dosis de ficción. El shosetsu se ha utilizado para dotar de ritmo novelesco a historias más o menos verídicas; o, según se dice, para imaginar diálogos entre personajes de diversas épocas, estudiando y poniendo en fricción sus ideas y experiencias para entenderlas en una dimensión totalmente nueva. Algo de lo primero hace Barry Gifford, según él mismo aclara, en “El Padre Fantasma” de 1.997. Relata episodios de la intensa vida de su padre y su familia viéndolos a través de sus ojos de niño y adolescente, o apoyándose en testimonios de personas de su entorno. Un texto que imagino de efecto liberador y de reencuentro con su pasado, y una pista de muchas de sus fuentes de inspiración. Son, fiel a su estilo, textos breves, enjundiosos, anécdotas puntuales reveladoras en su cotidianidad; peripecias que desembocan en reflexiones sobre sí mismo y la vida en general, ilustrados por imágenes reales de su pasado. En el tramo final se coloca en el punto de vista de su madre para contarnos la historia de ésta, constituyendo los momentos que más recuerdan la agilidad y frescura del Gifford de siempre. Como curiosidad documental, la última página transcribe íntegramente los antecedentes policiales del cabeza de familia.

01 enero 2006

18/...

Por dieciocho comienzan los números de la Seguridad Social en la provincia de Granada. Alguien empleado en un centro de salud granadino, me dijo una vez que un “dieciocho barra” era para ellos todo aquel ciudadano anónimo que aparecía por allí requiriendo atención médica sin contar con recomendación alguna. El que no conoce a nadie y sólo porta su cartilla y una brumosa idea sobre sus derechos; el que, generalmente, se sienta tímido a esperar su turno, sin tener ni idea de quién es quién allí; el que, quizá, supone que debe confiar en los servicios públicos. Los “18/...” somos así, personajes despistados que depositamos nuestra fe en la sanidad pública, la educación, la administración; gente de tintes grisáceos que tendemos a la invisibilidad (algunos somos aburridos y nos cuesta sonreír) y que evolucionamos discretamente por donde otros se deslizan como anguilas, sonrisa en ristre; resolviendo con abnegación lo que otros con su listín telefónico. Gente definitivamente rara y de alguna manera incómoda: la que se queda con los restos mientras los más listos apuntan a sus hijos, mediante fraude, a colegios situados en zonas que no les pertenecen; la que absorbe período extra de lista de espera para que alguien de otra provincia sea trasladado a la suya por la cara para ser tratado médicamente (y eso sin buscar ejemplos dramáticos en este sentido); la que tiene que romperse la cabeza para lograr lo que otros con un café o una copa. Ciudadanos, votantes, contribuyentes, trabajadores; torpes equilibristas todos, negados intérpretes del complejo reparto de poderes, favores e intereses hispano, un “18/...” os desea sinceramente feliz año nuevo.