10 septiembre 2021

MENSAJE EN UNA BOTELLA (65)

LE MANS “Aquí vivía yo” (Elefant, 1998)




Algo vería Alejo Alberdi en aquellos cuatro donostiarras de Aventuras de Kirlian cuando se decidió a llevarlos a Madrid y producir su debut (“Aventuras de Kirlian”, (DRO, 1989)). La anomalía que suponían su militancia naif y sus ímpetus nuevaoleros para la época, trajeron consigo la consabida indiferencia de la discográfica; por lo que Peru Izeta (batería), Jone Gabarain (voz), Teresa Iturrioz (bajo) e Ibon Errazquin (guitarra), decidieron a finales de 1990, ya como Le Mans, y con Gorka Ochoa a la batería, pasando Peru a la guitarra, grabar un nuevo disco a su ritmo y con sus propios medios. Posteriormente, el sello Elefant se cruza en su camino definitivamente y, para enero de 1994, “Le Mans” ya está en la calle. Es un trabajo que continúa la tónica del anterior (no en vano la mayoría de las canciones pertenecen a aquella época), inaugurándose la era de las canciones indispensables con el elegante funk de “Un rayo de sol”. De todas formas reniegan de él.

Ese mismo año, “Entresemana” vino a mostrar las verdaderas intenciones del grupo. Asistimos a un cambio sustancial que hace discurrir los temas en medio de una delicadeza cautivadora; con un sonido eminentemente acústico, dotado de serenidad y poso por la recurrente presencia de violín y chelo. Se incorporan las cadencias bossa que el grupo explorará en el futuro, las cuales refulgen en “Canción de si tú me quieres”. Un sosiego que armoniza con una voz convertida ya en susurro tibio y plácido. Además, Teresa concreta esos textos en castellano de desdramatizada celebración de la cotidianidad que tantas ganas me dan de tomar café.




Tras su acercamiento a la música de baile con “Zerbina” (1995), llega la hora de “Saudade” (1996), donde la austeridad toma un cariz más circunspecto que nunca, con un sonido basado en guitarra española y chelo. Se acaba para siempre la inmediatez, manda la segunda escucha. Errazkin es ya un personaje imprescindible para el pop español de los noventa.

La despedida se fragua entre 1997 y 1998 a través de tres lanzamientos (dos maxis y un elepé), en cuyas portadas destacan cada una de las letras de la palabra “fin”. La “F” es “Mi novela autobiográfica” (1997), calidez y hastío, dulzura didáctica, inspiración y sequedad. La “I” pertenece a “Ying-yang” (1998): brillantez pop, tenuidad, destellos de bossa juguetona y experimentación.  




La “N” se corresponde con “Aquí vivía yo” (1998), y supone el colofón a esta enigmática, algo perversa y, finalmente, monumental despedida. De la austeridad se pasa al puzle sonoro, en un trabajo de auténtica orfebrería de estudio que no les resta sutilidad ni naturalidad. La guitarra española vuelve a tomar el mando, pero irrumpen percusiones de todo tipo, metales de otro tiempo subrayando lo justo, vuelos de órgano, piano, mandolina, programaciones y samples. Una genial convivencia de matices y estados de ánimo con los que la ambientación alcanza su plenitud (qué emocionante la belleza desprendida de la escueta despedida de “Sic transit gloria mundi”, con la voz de Josetxo Anitua). Así pues, Le Mans han pasado a formar parte del reducido olimpo de los grupos que prefieren desaparecer antes de repetirse. Hasta siempre.

 

 

Publicado en 1998 en la revista El Batracio Amarillo

07 septiembre 2021

MENSAJE EN UNA BOTELLA (64)

JON SPENCER BLUES EXPLOSION “Acme”(Mute-Everlasting)



Este trabajo sirve para clarificar un poco más la marca indeleble de una forma de entender el rocanrol. El lacerante cóctel de primitivismo blues, funk fracturado y crudeza sónica de costumbre, aquí se muestra pulido e incluso brillante. Es como un receso en el camino para reconsiderar lo ya recorrido y matizarlo; ahondar y reflexionar sobre ello. Indagan en sus posibilidades sin perder un ápice de impacto y frescura, ya que estamos ante una nueva consagración al ritmo: seco, abrupto y cortante. Subrayado por mezclas sagaces, scratches severos y guitarras sincopadas. Sin ser “Orange” (Crypt, 1994), viaja frenético del r´n´b al funky y viceversa, repostando en The Rolling Stones como medio y fin de su sonido. En “Do you wanna get heavy”, Jon Spencer va mutando de polvoriento crooner a desquiciado James Brown envuelto en sentidos coros góspel. Suenan depurados y esenciales en “Calvin”, “Magical colors” o “Torture”. Funden a Lou Reed con los Stones más lúcidos y Van Morrison que pasaba por allí en la excelsa “High gear”. Suenan obstinadamente setenteros en “Give me a chance” y se recuperan a sí mismos en “Attack”. Además, propinan tóxicas y generosas dosis de funk turbulento, como “Talk about the blues”, el saturado guiño a The Beastie Boys que es “Lovin’ machine” o “Bernie”. Como viene siendo habitual en sus grabaciones, el trío estadounidense vuelve a contar con un envidiable plantel de colaboradores: Steve Albini, Jim Dickinson, Calvin Johnson



Publicado en 1998 en la revista El Batracio Amarillo