Después de un largo meditar, y tras años de haber estado dando su merecido a la industria cultural descargando discos, películas y series sin compasión, decidió vengarse de la cadena de supermercados: de su forma de contratar, de sus sueldos, del destino que daba a los productos que iban caducando, de su discutible calidad. Así pues, y aprovechando sus continuos viajes de trabajo, se puso metódicamente manos a la obra y recorrió las sucursales que poblaban las distintas poblaciones con el fin de comprar siempre las manzanas más caras, etiquetando la bolsa, tras pesarla, con el precio de las más baratas.
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