Vuelvo a sentir el murmullo, el soniquete acercándose. Noto que crece y se deja permear, absorbe; a veces parece cambiado, pero es un espejismo: el tempo, la voz y el sentido de canción de Antonio Luque no varía en esencia. Arrastrando desde el inicio de su carrera todo el catálogo de clichés del sonido indie ha sido, sin embargo, el autor más personal aparecido por estos lares, tan hermético como imprevisible, tan irregular como inspirado. Demostrando desde su esquematismo, capacidad de maniobra e intuición.
Aquí mantiene el pulso, tras el retorno al placer de componer con “El fuego amigo”.
Retornan los textos lanzados con la ironía del descreído; la argamasa de frases hechas, juegos de palabras que provocan alteraciones de la cordura, y descripciones aleatorias que conforman esa particular lógica de imágenes poderosas o absurdas que se construye en cada canción. En este trabajo vuelven a imponerse el colorido, la vitalidad y la variedad; destacan la consistencia rítmica, las guitarras elegantes y la claridad y suficiencia de los arreglos. Permanece el amor a los Cure y Smiths en las planas “La decoración” y “El mar de la tranquilidad”. Entroncan con su pasado un grupo de temas reminiscentes de la etapa 96-98, en la que maduró su personalidad melódica: “Esplendor en la hierba”, “Ángela”, “Militar” o “No dispares”, con su contorno tan Décima Víctima. “La última cena” y “Del montón” remiten a Los Coyotes, pareciendo la segunda una lectura rumbera del “Cien guitarras” con retardo Chinarro. “El lejano oeste” se desenvuelve entre aires fronterizos, y “Ni lo sé…” tiene un ligero matiz planetero. Mientras, “Penningstone” es una amable y tierna celebración pop dedicada a su hijo, con coros tomados prestados a Leonard Cohen; muy lejos de la intensa “Gitana”, que gira y gira entre dramáticos aires flamencos con evocaciones de Morricone.
Publicado en el nº 236 de la revista Ruta 66.
4 comentarios :
Parece que te ha gustado.
Te dejo el enlace a un poema de Agustín Fernández Mallo que colgó la semana pasada Enrique Ortiz en su blog. El poema arranca con aquella canción de la Mode y acaba con Sr. Chinarro.
Un beso, Miriam G.
Se me olvidó el enlace:
http://elblogdeenriqueortiz.blogspot.com/2007/03/un-poema-de-agustn-fernndez-mallo.html
Un beso, Miriam G.
Muchas gracias por el enlace Miriam.
A mi me queréis que os diga... Esto de oir una letra que habla de mi málaga bonita de una forma tan cotidiana, normal, poética y evocadora como es La decoración, me emociona un montón.
Que ganas tengo de verlo en mayo!!!
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