18 mayo 2007

LAS MUNICIPALES O EL “ESTÁ DAO” DE LA NACIÓN

Pasas con tu coche sobre un bache sin conseguir esquivarlo y si alguien te mira sonríe y se burla de tu poca habilidad. Es la “cultura del bache”, en último término pueden llegar a referirse a la inoportuna aparición del mencionado socavón, pero pocos son los que se refieren en un primer momento a la manifiesta irresponsabilidad del poder municipal por la existencia y persistencia de semejantes irregularidades asfálticas. “La culpa es tuya, debes evitar los baches, el poder hace lo que puede, no puede estar en todas partes. Cuándo gobernaban los “tuyos” o los “otros” había un bache en la calle tal que te has olvidado de mencionar”. Así se maniata la opinión pública a sí misma ante sus previsibles políticos.
José Torres Hurtado dice estar muy contento con la lista que le ha preparado su partido, así que vete borrando esa imagen del pequeño calvo trabajando en mangas de camisa con su equipo para preparar una lista lo más competente posible para velar por los intereses de Granada. Juan Fernando López Aguilar enarca las cejas y pide quedas disculpas cuando se descubre que su programa electoral se limita a reproducir el de Ciutatans de Catalunya de las anteriores elecciones autonómicas de aquella comunidad, olvídate del bueno de Juan Fernando con su sonrisa profidén trasnochando en mangas de camisa rodeado de colaboradores para diseñar una programa de gobierno acorde con los intereses concretos de la comunidad canaria: él sigue de candidato de cera, al copión le dieron la patada.
Así debía rezar el Eslogan General: “respira hondo y prepárate para vivir: estudia, engrosa tu currículo, sé un buen profesional, viaja, haz de tu ocio algo enriquecedor, aprende idiomas, acércate a la cultura, sensibilízate con el medio ambiente, educa a tus hijos con dedicación y flexibilidad, y… vótanos. Ahora ponte en fila, mantente plano en tus ideas políticas, perfectamente básico, no te salgas del blanco o el negro, ríete cerveceramente cuando hagamos bromas sobre nuestros rivales, nada gozosamente en tópicos, acepta nuestras falsedades y medias verdades, aprende a mirar para otro lado en la misma dirección y a la misma velocidad que nosotros… déjanos trabajar amigo”.
En España le tenemos cierta simpatía al estafador, el que no paga sus cuentas bebe en la misma barra que su acreedor, vistiendo más a la moda y con el bolsillo más lleno generalmente. Por eso sonreímos ante las patéticas maniobras de los políticos en elecciones, estafadores sin guante ni imaginación: ponerse grave en sus declaraciones públicas y decir “yo amo a este pueblo”; molestar a la gente por la calle para que parezca que se mueren por darle la mano, invadiendo la privacidad de cualquier transeúnte fulminándolo con flashes; regalar macetas para que crean que es ecologista, pararse a medio kilómetro de una obra y esperar a que alguien le lleve un peón, mejor inmigrante, para preguntarle cómo va la jornada con gesto cómplice; aparecer en concurridos sitios públicos para darse un baño de multitudes a traición; levantar toda la ciudad para que parezca que estás haciendo algo muy muy importante y crucial: si ganas lo terminas en los siguientes cuatro años, a tu ritmo, si no que se joda el que entre.
Para eso mejor lo mítines: llenar las plazas de correligionarios para que agiten banderas y hacer una selección de bobalicones elegidos para ponerlos a su espalda (con camisetitas para que quede clara su pasión cuasi religiosa sino fanática).
¿Tan difícil es gobernar un pueblo? Yo soy de Motril (ciudad pequeña que andará por los sesenta mil habitantes casi), cuando hablo con funcionarios de los temas del pueblo flota un aire conspiratorio de risitas y silencios, todo tiene segundas y terceras lecturas, un olor fétido y un regusto amargo a pactos de conveniencia y venganzas pendientes. Y sobre todo suena desapasionado, rutinario; es sólo gestión pero está alejada del ciudadano (en muchísimas ocasiones mucho más inteligente y trabajador que su gobernante), como si de asuntos de fontaneros monclovitas se tratara. Pones en duda las posibilidades de un partido pequeño y alguien, sin dejar de remover el café, señala que sacará votos gracias al poco poder que ha tocado: “han metido a mucha gente y hay muchas familias agradecidas”. Entonces comprendo el “está dao” que susurran algunos labios cuando pregunto por alguna plaza pública en concurso, y que para un puesto de auxiliar administrativo la prueba consista en algo tan ambiguo y manejable como: “háblenos de las diferentes funciones de un auxiliar administrativo”.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Certero. Aunque a ellos les dará igual.

Anónimo dijo...

En fin... siempre se puede uno reir un poco con estas cosas. Mírate este enlace si te apetece, creo que vale la pena:

http://www.elpais.com/comunes/2007/elecciones/comic-electoral.html

Con esto de las elecciones me pasa como con el futbol: me gustaría que existiera la posibilidad de que no ganara ninguno, ni empataran, (y que los penalizaran por ello soltandole pasta al ciudadano)

Iluso que es uno