La Habitación Roja abundan en lo que mejor saben hacer: melodías inmediatas de marchamo clásico y eficacia contrastada. Insertadas en los últimos tiempos dentro de un esquematismo palpitante, un punto obsesivo, entretejido de referencias indies entre guitarras nerviosas, crescendo, precipitación y ritmos machacones. O cómo tener vocación luminosa y además saber hacer de un disco un cable tenso, una experiencia que no deja indiferente. Sonido eléctrico y urgente grabado por Steve Albini, lo que garantiza que ninguna arista ni rebaba cortante será pulida. Su pop fluye torrencial y una turbadora sensación de vértigo y zozobra urbana dribla in extremis al fantasma de lo previsible. Contiene textos que dicen cosas y tienen una curiosa e irónica manera de reflejar la actualidad, algo que se agradece en estos tiempos en que se da por sentado lo que debe pensar todo el mundo, sin que haya necesidad de expresarlo. Hay temas pop que la clavan, son jodidos espejos que nos devuelven el reflejo de nuestros sentimientos a la vez que nos engatusan en la telaraña de su melodía y ritmo. Algo de eso hay en este disco: nos refleja vulnerables y perplejos, rodeados de luces de neón parpadeantes o viajando en el veloz coche del tiempo en pos de un futuro traicionero e inaprensible. Suficiencia instrumental reconcentrada en lo esencial, huyendo inteligentemente de una pomposidad que pondría en serio peligro el resultado global. “La destrucción o el adiós”, emocionante y tan expeditiva como su título, conjuga a la perfección pura expresividad pop y opresión ambiental, y es, junto a “Los amantes y la paz” una de las pocas concesiones a la sutilidad.
Publicado en el nº 240 de la revista Ruta 66.
1 comentario :
bah, eso es flor de un día, mirame a mí, al pie del cañooooonn
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