El interior de la cabeza del diputado es,
desde hace lustros, un espacio libre y relajado. Lo recorren amplias autopistas
interconectadas donde brilla la luz y resplandece la rectitud. Cualquier
obstáculo o duda han sido vencidos por el tiempo, la autocomplacencia y la
ambición. El pensamiento y la conciencia viajan libres de la mano. En el
exterior su presencia es augusta: el halo del político experimentado que le
permite brillar un poco más que los demás cuando aparece sonriendo en público, echándole
graciosamente al contrario sus huestes encima.
Los sobres son suaves, discretos, un poco más
estrechos de lo normal, y llevan siempre escritas pulcramente con pluma las
letras primera y última de su segundo apellido. Él fantasea a veces con que son
invitaciones a alguna fiesta secreta para elegidos, celebrada en una isla
perdida del pacífico, o algo así. Casi siempre tienen un elegante color marrón
claro y huelen a nuevo, a limpio. El aroma de los billetes no suele imponerse al
del papel, si exceptuamos la época de la “burbuja”, en la que hubo un par de
ocasiones en las que olían fuertemente a pescado, qué le vamos a hacer. En
aquellos momentos, el diputado se deshacía pronto de ellos, rompiendo su rutina
sagrada: así como el país, en su experta opinión, debe avanzar sin
estridencias, mediante un pausado, constante y rítmico pedaleo, los sobres
entran en su caja fuerte situándose en lo alto del montón, lo que permite que
el de abajo del todo salga, presto a ser debidamente utilizado por toda la
familia: la hija mayor, que estudia en Londres y siempre vuelve comentando las
diferencias de comportamiento entre los ingleses y los españoles, “tenemos
mucho que aprender”; el hijo, reciente universitario que no para de dar caña a los
políticos en la mesa; o la esposa, que tanto admira a su marido, “deberías
escribir un día un libro, recopilar tu pensamiento”.
La vida sigue, el país avanzará a pesar de
los pesares, sabrá sufrir, alguien le ayudará. Todo debe ser equilibrio, paciencia,
pedaleo constante, orden. “Mejor que estemos nosotros a que estén otros”, le
dijo su mentor aquella tarde en el coche, cuando le dio el primer sobre. “tu
dedicación y desvelos no están pagados”. Todo esto piensa el diputado mientras sube
sonriente las escaleras en dirección a la reunión del partido. Piensan proponer
con carácter de urgencia un gran pacto de estado contra la crisis y la
corrupción.
Publicado en el nº153 de la
revista de humor on line "El Estafador", dedicado a
"Sobres con dinero".
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