Una conversación que escuchó en
la calle le retrotrajo a una escena de hacía treinta años, más o menos. Cauteloso,
se fue internando en ella con emoción mientras volvía a casa, midiendo sus
pasos para que el vértigo del recuerdo no lo desequilibrase. De pronto, se vio
en el centro de una ciudad europea, evocó los olores, el frío que no
paralizaba, algunos ruidos, los pequeños comercios y restaurantes, aureolados
por la magia de lo efímero; los semáforos, lanzando destellos de luz entre la
neblina. Volvió a cruzar aquellas antiguas y rabiosas calles, a observar las
señalizaciones de tráfico levemente diferentes, las pintadas de las paredes, a
sentir el vacío ante los carteles de actuaciones a las que no asistiría; a
mirar a la gente, que ni siquiera reparaba en su presencia. Dijo hasta luego a
todo lo que quedaba velozmente atrás mientras él avanzaba hacia su partida.
Recordó que durante aquellos minutos vespertinos comprendió lo inexorable. Él
se iba y todo se quedaba, desapareciendo ante sus ojos. Parecía ser sólo capaz
de asirse a su bolsa de viaje. Sin embargo, mientras caminaba a buen paso,
decidió aferrarse con firmeza a un plan de futuro: anotó mentalmente todos los
sitios a los que volvería en su próxima visita, las tiendas de discos, las librerías,
aquel parque, el pequeño café del que le hablaron. Iría al mismo hotel, con su
biblia y esas gruesas cortinas beis que olían a polvo. Bebería algo menos de
alcohol y... La programación se interrumpió bruscamente, los demás le metían
prisa, ya que su labor de planificación ralentizaba sus pasos. No podían parar,
iban muy ajustados de tiempo. Todos parloteaban jadeantes, recordaban
anécdotas, relataban sus compras manoteando y calculaban el tiempo que les
quedaba mientras buscaban los billetes, antes de bajar al metro. Allí terminó
de desaparecer todo para él, asaltándole un olor similar al de todos los metros.
Una sensación asfixiante de rutina, obligaciones inmediatas y familia. Rememoró
el aeropuerto, los espacios infinitos, las pantallas, las prisas, los asientos,
la llegada. El momento en que regresó a la tierra que jamás volvería a
abandonar.
No hay comentarios :
Publicar un comentario