08 marzo 2013

DESEO


Aparecían en cualquier momento, paseando abrazados y sonrientes, ocupando con su libertad toda la acera, enmudeciéndonos para convertirnos durante aquellos largos segundos en mera figuración. Uno se detenía ante un escaparate y tiraba del otro, le señalaba algo y juntos reían. Los veíamos pasar en un descapotable que desconocíamos y que algunos sostenían que era prestado o algo peor. Atravesaban la calle principal conversando relajados,  sacando los codos por la ventanilla y fumando. Se besaban en la barra del bar. Se abrazaban tiernamente en el portal mientras uno de los dos abría la puerta. Gastaban mucho más de lo debido. Se pasaban la mano por la ropa y se hablaban al oído mientras hacían cola. Se quitaban restos de pan de las comisuras de los labios cuando almorzaban en un restaurante a la vista de todos. Nos miraban y saludaban abiertamente y nosotros agachábamos la cabeza. Se guiñaban y parecían guiñarnos a nosotros.


Y todos nosotros, que nos sentíamos fotografiados por aquel inesperado guiño, estábamos siempre allí, detrás de una red invisible, con la razón de nuestra parte, nuestro cónyuge, nuestras mentiras y ese miedo que se coló un día en casa para ponerse nuestra ropa. Deseábamos con todas nuestras fuerzas que desaparecieran, que se ocultaran de una vez. Hubiera sido maravilloso imaginarlos, soñar que los espiábamos.



Publicado en el nº157 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado al espionaje.

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