07 febrero 2019

7 DE FEBRERO EFEMÉRIDES


07-02-1934: Fecha de nacimiento en Forth Worth (Texas) de Curtis Ousley, más conocido como King Curtis, el otro gran saxo solista del soul junto a Junior Walker. Muy influido en un primer momento por Louis Jordan, comenzó a tocar el instrumento a los doce años, cuando recibió uno por su cumpleaños. Ya en el instituto pasó al tenor y después al barítono, dirigiendo su propio grupo y asimilando otras influencias como la de Lester Young, Dexter Gordon o Red Connor. Abandonó Forth Worth y una beca para estudiar música subiéndose, con el mismo carácter con el que tocaba,  al tren en marcha de un Lionel Hampton de gira con su banda, que le ofreció la oportunidad de unirse a una de las más prestigiosas orquestas de jazz del momento. De ahí a Nueva York, su destino definitivo, encauzando su carrera a través  de su labor como músico de sesión del emergente y fundamental sello Atlantic. Un músico todoterreno, de soplido poderoso, seguro y dúctil, al que alguien incluso consiguió contratar para que tocara en aquel solitario single doo-wop de The Jades de 1958 (el grupo que formó un adolescente Lou Reed). Son muchos los hitos de su carrera: En 1956 supervisó la grabación del éxito de Mickey and Sylvia “Love is strange” (Groove). Formó parte de The Coasters, y su fraseo en “Yakety Yak” (primer nº1 en las listas pop de Atlantic), publicada en 1958, fue arquetípico del estilo que desarrolló, creando una escuela que con el tiempo han seguido músicos como Maceo Parker, Clarence Clemons o Michael Brecker. Su saxo bulle en el fabuloso directo de Sam Cooke “Live at Harlem square club 1963” (RCA). Jimi Hendrix tocó y grabó con su banda (The All Stars) durante seis meses, hasta entrado 1966 (se dice que tocando con él Jimi usó por primera vez en público un pedal fuzz). Cuando Aretha Franklin fichó por Atlantic, en 1967, ayudó a Jerry Wexler a montar en Nueva York un grupo de sesión que reuniese las características de los músicos del soul sureño y supieran recrear el ambiente de estudios como Muscle Shoals de Alabama, ya que Aretha prefería trabajar en Nueva York. Son muchas sus composiciones propias destacables como “Soul serenade” o el estimulante instrumental “Memphis soul stew” de 1967; además de interesantes apropiaciones de temas ajenos como “By the time I get to Phoenix” o “Hey Joe”, tan popularizada por su antiguo guitarrista. En 1969 descubrió y apadrinó a Donny Hathaway, el de la extraordinaria “The Guetto”. Muchas luminarias del mundo del rock colaboraron con él: Duane Allman en su disco de 1969 “Instant groove” y Eric Clapton, quien recuerda admirado lo rápido y claro que lo ponía todo, en el tema “Teasin’”, del elepé “Get ready”, un año más tarde. El año de su muerte, 1971, participó en el disco “Imagine” de John Lennon, tocando en los temas “I don’t wanna be a soldier” y “I t’s so hard”. No pudo ver el disco publicado. Murió el 13 de agosto, asesinado en Nueva York, apuñalado a la entrada de su casa cuando se enfrentó a un par de tipos que se estaban drogando allí. Antes de morir, Curtis consiguió arrebatar el arma a su agresor y devolver alguna puñalada, pero este consiguió huir. Falleció una hora después en el hospital, cuando estaba en lo más alto de una trabajada carrera caracterizada por la versatilidad y el impulso renovador, siendo sin duda el saxofonista de referencia para grabaciones de rock, rhythm and blues y funk; meses después de aquellos míticos conciertos de marzo de 1971 en que su orquesta (una de las mejores del momento) acompañó a Aretha Franklin en el Fillmore de San Francisco. En un entierro multitudinario muchos amigos lo despidieron, y Aretha cantó “Soul serenade”, aquel tema que escribió junto a Luther Dixon, publicado en su álbum homónimo de 1964, y que ella misma versionó en 1967.



07-02-1964: Primera visita de The Beatles a EE.UU. Al aterrizar el vuelo 101 de la Pan Am, en el aeropuerto JFK les esperaban cinco mil seguidores y unos doscientos periodistas. La prensa (que parecía de la generación anterior) los recibió con preguntas banales sobre su pelo largo y su forma de hablar, o poniendo en duda su talento. Ellos, por su parte, contestaron con naturalidad, humor y descaro, sin perder la amabilidad ni dejarse intimidar en ningún momento. Cuando les preguntaron qué querían conocer de Estados Unidos, Paul McCartney respondió que a Muddy Waters y Bo Diddley. Un reportero resumió el tremendo desconocimiento general: confundido por el nombre de Muddy Waters (aguas cenagosas), preguntó dónde estaba aquel lugar. Paul no se mordió la lengua y preguntó (casi afirmó) "¿Ustedes no conocen a su propia gente relevante?”. Por cierto, en la expedición, junto a asistentes, relaciones públicas y representantes, también les acompañaba Phil Spector, que no desaprovechó la ocasión del vendaval publicitario que eso suponía. Según escribió Tom Wolfe en el New York Herald Tribune, The Beatles, a su llegada a Nueva York, abandonaron el aeropuerto cada uno en una limusina Cadillac, y Brian Epstein, su representante, tuvo que llamar a un taxi. Por el camino, a lo mejor vieron algunos de los cinco millones de carteles con la leyenda “¡Vienen Los Beatles!” con que el sello Capitol había empapelado medio país. Tras el exitazo de su quinto single “I want to hold your hand/This boy” (Parlophone), su primer nº1 en EEUU, que a esas alturas ya rondaría los dos millones de copias vendidas (un millón por anticipado); los lanzamientos discográficos oportunistas tropezaban entre sí y ya se vendían todo tipo de mercaderías y recuerdos del cariz más insospechado relacionados con el grupo: pelucas, zapatillas, sales de baño, etc. Ringo resumió la agitación general: “Así que esto es Estados Unidos, pues parece que están todos locos”. A su llegada al Hotel Plaza, más fans esperaban, contenidos por una barrera policial y agentes a caballo. Por si fuera poco, también les aguardaban más de cien mil cartas. Esa noche pasó por la suite presidencial del hotel un nutrido grupo de invitados deseosos de saludar a la gran sensación británica, entre los que destacaron unas inesperadas The Ronettes o la hermana de George, Louise, que vivía en Illinois. Incluso Elvis Presley les mandó un telegrama desde Memphis dándoles la bienvenida. Al día siguiente pasearon en olor de multitud por Central Park y tuvieron la ocasión de comprobar, en una vuelta por Harlem, el lúgubre envés del sueño americano cuando lo que querían era percibir el denso palpitar de la música negra en aquellas calles. Con la policía a caballo abriéndoles camino entre las fans que asaltaban las limusinas, probaron sonido para el programa de Ed Sullivan en los estudios de la CBS en la calle 53 oeste. En las pruebas de luces, Neil Aspinall, asistente, hombre de confianza del grupo y futuro director de Apple Corporation, sustituyó a George, aquejado de dolor de garganta. El grupo pidió escuchar una grabación del ensayo, hecho que sorprendió al personal del estudio: era la primera que alguien les pedía eso. Al día siguiente, tocaron en directo en el programa “All my loving”, “Till there was you” y “She loves you”. La audiencia alcanzó los setenta y tres millones (alrededor del 40% de la población). Esa fue la gran puerta de entrada de ese punto de inflexión definitivo en la manera de entender la música que fue la conocida como British invasion: aquella oleada de grupos ingleses que devolvieron a los estadounidenses su propia música, envuelta en un excitante halo de autosuficiencia, modernidad y energía.



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