Teatro José Tamayo (Granada).
27 y 28 de mayo de 2006
Interesantísimo, y desgraciadamente poco concurrido, ciclo de Pop-Rock en el teatro José Tamayo de Granada. El viernes 26 abrieron fuego RICHARD SWIFT y RICHMOND FONTAINE, a los que no pude ver. Aquí nos ocuparemos de los dos días siguientes.
Una platea casi vacía vio Jeff Martin de IDAHO al tomar asiento para interpretar solo al piano, arropado por samples, ritmos y su voz quebradiza, “The Mistery”, “Live Today Again” y “When Sunday Comes”, para mí lo mejor de su actuación. Después llegó la banda y volvieron las guitarras de cuatro cuerdas, con John K. Berry y su mando a distancia para ir poniendo vídeos de fondo. Con la tensión de antaño abandonaron la senda íntima, algo deslavazada, frágil y ensoñadora de “The Lone Gunman”. Arrebato, slowcore, estallidos controlados, o subidas y bajadas de tensión con cambio de baquetas por escobillas en el mismo tema fueron la tónica general. Se despidieron de una noche anodina con una reseñable “Stare At The Sky”, culminando un buen adiós con el único bis de la noche, “To be The One”, con Jeff a los teclados y Berry haciendo slide con la guitarra. Poca gente más se encontró JOHN PARISH cuando apareció, acompañado de esa banda de excepción que le secunda: Marta Collica a los teclados y voz (miembro de Sepiatone junto a Hugo Race), Georgia Poli bajo y coros (Micevice) y Jean Marc-Butty, batería que ha sido de P.J. Harvey. Desplegaron una música directa, esencial, contenida, pero de esa que trae el chispazo que la hace terriblemente especial. Parish ha incluido en su último trabajo, “Once Upon A Little Time”, temas lo suficientemente contagiosos y definitivos como para capturar sin remisión a cualquier audiencia. Asimila la música de raíz americana, pasándola por su crujiente tamiz sonoro, tan atmosférico como vibrante, siempre con un relieve muy acusado, impregnándola a la vez de misterio y naturalidad. Resultaron inmediatos, irresistibles (“Kansas City Electrician”), hipnóticos y graves, eso sin que Parish dejara de sonreír y evolucionar tímidamente por el escenario con su aire de paciente artesano. Poli aportaba elegancia mientras Butty se convertía en el auténtico motor de la noche, usando mayormente escobillas que alternaba de manera imparable con baquetas, maracas o mazas. Marta Collica estuvo sugerente con los teclados, de sus manos salían ruidos, fondos sonoros, vuelos de órgano, y profusión de notas de piano. Parish atacaba a veces las cuerdas de su guitarra con toque percutor, resultaba cortante y saturado, o trasladaba mediante vibrato una pulsación a la vez árida y lírica a los temas. Maracas en lugar de baquetas y ambientación sonora cargada para “Boxes” y “Amelia”, tan delicada como épica, interpretada por Marta y con Georgia utilizando arco sobre su bajo. Aparecieron los ecos loureedianos de “Choice” con el batería recordando a Moe Tucker con sus mazas; epatante el crescendo de “The Last Thing I Heard Her Say” (el redoble de escobillas, uff…), y hermoso el recogimiento de “Glade Park” acompasada rítmicamente sólo con platillos. Demoledoras, finalmente, “Sea Defences” y “Even Redder Than That Too” (la versión potente del CD), ésta con un Butty enloquecido golpeando sus tambores con maraca y escobilla.
El bis se abrió con “Pray Them Bars Away”, el primer Hazlewood del fin de semana, con la perezosa guitarra de Parish acompañada de maracas o shaker por los demás. Yéndose, difuminando esa velada especial, con el instrumental “Westward Airways” uno de los momentos culminantes de su anterior trabajo. Al día siguiente MICK HARVEY contó con bastante más expectación (el marchamo Bad Seeds pesa). Apoyado por dos miembros de la banda madre: James Johnson, cuya presencia tiene gran valor estratégico (acompañamientos precisos de eléctrica –más comedidos que en el cd- y teclados; arranques ocasionales de órgano y las contadas muestra de guitarra-cuchilla) y la batería eficaz, matizada e imaginativa en segundo plano de Thomas Wydler; contando además con la sensación casi física del contrabajo de Rosie Westbrook. Harvey no se separó de su guitarra acústica en ningún momento. Hablador y bromista, chapurreando frases en castellano, dirigía el cotarro plácidamente. Hizo pausas entre las canciones, evitando tensar su efecto ni sumergirse demasiado en el dramatismo a que invitaban, aprovechando el silencio, que en un espacio así se convierte perfectamente en un instrumento más. Su sonido, como no podría ser de otra manera, remite a los últimos años de los Bad Seeds, pero Harvey no es Nick Cave, ni lo pretende, no interpreta los textos ni se sumerge en ellos. Canta de manera correcta composiciones especiales a las que ha respetado su esencia, partiendo de ésta para embellecerlas unas veces con sombras y otras con luces. Cayeron, entre otras, todo el “One Man´s Treasure” menos “Will You Surrender”, uno de sus dos temas propios. Rotundas recreaciones de “The River” o “Man Without A Home”, contenida y envolvente “Planetarium”, tal que “Come Into My Sleep”, en ella la Westbrook usó ocasionalmente arco, lo mismo que en casi la totalidad de “Bethelridge” composición etérea de la que Harvey no quiere desprenderse en vivo y que la banda supo ejecutar intensa y brumosa, dándole el punto justo de lejanía. Pantanosas y afiladas, como no podría ser de otro modo, resultaron “Demon Alcohol” y “Mother Earth”, removiendo algo por dentro la segunda en este fan de Jeffrey Lee Pierce; y, casi al final, el segundo Hazlewood, “First St. Blues”, culminante con Johnson ocupado en la guitarra con el apoyo armónico de la parte de órgano pregrabada. En los bises, incluyó su referencia inevitable a Gainsbourg, una briosa “Bonnie & Clyde”, alejada de su patrón habitual y el imparable swing a punto de descarrilar en que se convirtió “Intoxicated Man”. Tras tanto desparpajo instrumental esto no podía quedar así, por lo que en una postrera salida tocaron una inmensa “Come On Spring” perteneciente al proyecto Antenna de Kim Salmon (la única que arrancó unos lejanos coros de Johnson) y cerraron con el recogido tema de Fred Neil “A Little Bit Of Rain”. Sobrados.
Publicado en el nº 229 de la revista
Ruta 66.