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24 febrero 2019

24 DE FEBRERO EFEMÉRIDES

24-02-1969: Johnny Cash entró en la penitenciaría estatal californiana de San Quintín (once años después de su primera actuación allí, con nada menos que Merle Haggard entre los reclusos; que ese día decidió dedicarse a la música, incorporándose acto seguido a la banda de la prisión) con la intención de repetir el éxito del año anterior en la prisión de Folsom (este fue el primer disco grabado nunca en una cárcel por un artista), algo que consiguió con creces, grabando el que a la postre sería su disco más famoso. La experiencia de “At Folsom prison”, supuso un verdadero punto de inflexión en la carrera de un Johnny Cash ahora revitalizado, que hacía poco había dado la vuelta a su inercia negativa superando su adicción a las pastillas y contrayendo matrimonio con June Carter. Tras muchos años tocando desinteresadamente en multitud de cárceles, venía  intentando desde el principio de la década de los sesenta grabar un disco en una institución penitenciaria, idea que su productor habitual, Don Law, nunca terminó de ver clara. Además, a Columbia le parecía poco aconsejable comercialmente que se identificase a uno de sus principales artistas con ese tipo de público. Bob Johnston (productor de Bob Dylan desde “Highway 61 revisited”) sí lo vio y se encargó de las producciones tanto de “Folsom” como de “San Quentín”. En el intervalo entre los dos directos falleció Luther Perkins, mano derecha de Cash (a quien se le dedicó la actuación). Pereció en un incendio provocado por él mismo al quedarse dormido con un cigarrillo encendido en la mano. A pesar del duro golpe, la banda se rehízo con la relevante presencia de su hermano, Carl Perkins. Uniéndose así a la engrasada formación que completaban, junto a Johnny y una resplandeciente June Carter que desprendía un carisma increíble, Marshall Grant al bajo, W.S. Holland a la batería, la guitarra de Bob Wootton (que sustituía ya a Luther en la banda) y las voces de The Statler Brothers. A los que había que sumar en esta ocasión la presencia de la Carter Family. El acontecimiento fue grabado también como especial televisivo por Granada TV para el Reino Unido. A este hecho debes agradecer la existencia de la mítica foto de Jim Marshall de un Johnny Cash rabioso con el dedo levantado, ya que el gesto iba dedicado a las cámaras que invadían el escenario, quitando espacio a los músicos. 



Han tenido que pasar muchos años para poder disfrutar de todo lo grabado aquella ocasión. Si bien a comienzos de la década de dos mil se ponía a la venta una edición del directo con varios temas extras, no fue hasta 2006 cuando se editaron por fin en doble CD los 31 temas en los que consistió el espectáculo, respetando el orden de las canciones, sin censuras ni cortes; haciendo desaparecer por fin los molestos pitidos que ocultaban los tacos que profería un relajado Johnny Cash. Además, aquella nueva edición de Columbia Legacy se presentó acompañada por un tercer CD que ofrece el documental Johnny Cash at San Quentin de Granada TV, incluyendo buena parte de la actuación sazonada con entrevistas a los presos. El disco original se abre con un tema tan oportuno como “Wanted man” de Bob Dylan. Se incluye asimismo su exitosa versión del tema compuesto por el escritor y humorista Shel Silverstein, “A boy named Sue”, que le llevó por única vez al nº1 de las listas de pop. También está “Starkville city jail”, tema propio en el que narra con humor cuando le detuvieron por coger flores en un jardín ajeno. Clásicos de primera hora como “I walk the line” conviven con versiones inesperadas, como el “Darling companion” de Lovin’ Spoonful. Ahí tienen su lugar destacado los temas góspel que nunca faltan en sus conciertos, como la composición propia “He turned the water into wine” o el “Daddy sang bass” de Carl Perkins. Canciones sobre trenes idealizados como vehículos de libertad (“Orange blosson special”). La imprescindible “Folsom prison blues”, y, sobre todo, “San Quentin”, el tema que estrenó esa noche, con su letra cruda y directa: “San Quintín, ojalá de pudras y ardas en el infierno/ ojalá caigan tus muros y yo esté vivo para contarlo/que todo el mundo olvide tu existencia/y que todo el mundo lamente que no hiciste el bien”. Sin olvidar que la reedición de Legacy recupera el espectacular meddley final de despedida.



El período 1968-69 fueron sus años de mayor popularidad y ventas, y le abrieron las puertas a su propio programa televisivo, “Johnny Cash Show” que se prolongó durante dos años.
Destacaba la inusual complicidad surgida entre Cash y el público recluso. Solía referirse a ellos como “sus hermanos”, y subrayaba que “son la mejor audiencia ante la que un artista puede actuar. Traemos un rayo de luz a su celda y ellos nos muestran su gratitud”. Acerca de las sensaciones de aquel día declaró: “Sabía que me había ganado al público hasta el punto de que, si hubiese gritado: “¡Apoderaos de la prisión!”, los convictos no hubiesen dudado en hacerlo. Los guardias también eran conscientes de ello. Y debo reconocer que tuve la tentación de pronunciar esas palabras”. Johnny Cash siempre empatizó con aquellos que la sociedad deja tirados en sus arcenes. Tremendamente religioso, pero poseedor de un firme sentido de la ética y la justicia, nunca miraba hacia otro lado. Además, sus letras sobre la culpa y la redención, sus historias de marginados, asesinos y perdedores; su forma de comunicarlas, e incluso ese sonido certero y visceral que desarrollaba, conectaron con la población reclusa, que lo recibía como uno de los suyos. Prueba de ello es el respeto y admiración que mostraban ante una mujer de la presencia de June Carter entre aquellas paredes. La camaradería y energía que flotan en el ambiente hacen de los discos carcelarios de Cash algo muy especial y difícilmente imitable. Algo extensible incluso al otro disco grabado en una prisión por Johnny Cash, que muchas veces se olvida, el grabado en 1972 en la cárcel de Osteraker, a las afueras de Estocolmo.   En 2010, los Giant Sand del osado Howe Gelb, celebraron el cuarenta aniversario de “At San Quentin” interpretándolo en directo en diversas fechas.


21 febrero 2006

CON JOHNNY CASH EN UN CINE VACÍO

EN LA CUERDA FLOJA (“Walk The Line”) (James Mangold, 2.005)




Los biopic (Biographical pictures) suelen ser generalmente planos e insulsos, fragmentarios, truculentos y hasta interesados. Yo nunca he sentido la sensación de totalidad al ver uno de ellos (para eso parece demostrado que lo mejor es el documental bien hecho). En este caso me ocurre lo mismo, sin embargo, como contrapartida me llevo una historia intensa y emocionante de ilusiones, sufrimiento y amor. 

Esta película sobre la vida de Johnny Cash se centra en su período más trepidante cinematográficamente hablando, el más vertiginoso e inestable, desde su nacimiento en Arkansas en 1.932 hasta los días previos a su boda con June Carter, acaecida en marzo de 1.968. La historia se centra en los avatares de su relación con June, desarrollando su historia de amor y atracción, su complementariedad; y pone énfasis en señalar el difícil trato con su padre y el peso, a veces insoportable, del recuerdo de su hermano prematuramente desaparecido como desencadenantes de su carácter serio y algo torturado. Musicalmente se dejan pistas de la influencia de la vida cotidiana en sus composiciones, su amor por el gospel heredado de su madre, y sus inicios como compositor en el ejército. Los primeros contactos con Sun Records (iniciados a finales de 1.954 y culminados con éxito en las míticas sesiones de mayo de 1.955), se resumen en un solo encuentro. En él Sam Philips le plantea su desinterés por las canciones golpes de siempre y le impele a sacar una composición propia, que abre en ese mismo instante el tarro de las esencias de Cash. Esa escena tiene varios puntos de interés: la meritoria interpretación vocal de Joaquín Phoenix y lo bien que se hace con el personaje, el primer impacto de “Folsom Prison Blues” y esos versos míticos de “yo maté a un hombre en Reno sólo para verlo morir”, y el descubrimiento casi casual de su legendario sonido “Boom-chick-a-boom”, austero y espartano, con ese cortante punteo que se saca de la manga Luther Perkins. A partir de ahí se recrean las giras de la Sun (poco convincentes los intérpretes de Elvis y Jerry Lee Lewis, sobre todo teniendo en cuenta el parecido físico conseguido con los principales, incluida la primera esposa de Cash), el éxito, las fans y otra vez June (genial Reese Whiterspoon y extraordinarias sus aportaciones como cantante). De esa etapa suenan temas como “Wildwood Flower” (el clásico de la Carter Family), y eternos números de Cash como “I Walk the Line” o “Get Rhythm”. De ahí se desemboca en el deterioro físico de los primeros sesenta, su ruptura matrimonial como Vivian Liberto y la imparable adicción a las pastillas, hasta llegar al período 1965-67, su época de hundimiento. Ello se sazona con estupendas interpretaciones de “Jukebox Blues” (Whiterspoon acompañada de autoharp como June), “Ring Of Fire” (composición de June), “It Aint Me Babe” (el clásico de Dylan interpretado a Dúo) o la aparición de Shooter Jennings, haciendo de su padre (Waylon) y entonando “I´m a Long Way From Home” de Hank Cochran (antiguo compañero musical de Eddie Cochran). 

La parte final, como no podría ser de otro modo, retrata al nuevo Cash que supera el bache ayudado por los Carter, su redescubrimiento de la fe que siempre tuvo y su toma de posición al frente de su carrera, al enfrentarse con Columbia (que se lo había arrebatado a la Sun en 1.958) para que le permitiese grabar el mítico directo “At Folsom Prison” de 1.968. Por cierto, en esa reunión con los directivos de Columbia, se observa tras él una foto de la portada de “Blonde on Blonde” de Bob Dylan, casi como apoyándole; el autor de “Girl From the North Country” aparece citado en diversas ocasiones en el filme: Cash se refiere a una carta que le escribió en 1.964, la versión citada o los instantes previos a una discusión matrimonial, en los que nuestro protagonista escucha a todo volumen “Highway 61 Revisited” (demostrando así su gusto por el Dylan eléctrico). Denotando así la amistad e influencia mutua que surgió entre ambos. Esta etapa final es ilustrada por la recreación del mítico concierto en la prisión de Folsom el 13 de enero de 1.968 con “Cocaine Blues”, y el dueto final con Jude/Reese para interpretar “Jackson”. 

Más de ciento cuarenta minutos de cine y música enteramente disfrutables, con una estupenda selección de canciones y la acertada y valiente decisión de hacer cantar a los protagonistas, algo en lo que tendrá mucho que ver el responsable de la parte musical, T-Bone Burnette.