21 abril 2012

HORÓSCOPO

No paraba de atender teléfonos ni de recibir mensajes y correos. Consultó su reloj, suspiró y un silbido se escapó de entre sus labios. Paseó por la habitación y se acercó al espejo a hurtadillas, haciéndole muecas por sorpresa; después se colocó un puro en la boca y trató de caminar, venciendo su óxido, como Groucho Marx. Se alisó el traje y carraspeó. De pronto el cielo se nubló, ocultando ese sol radiante que algo le animaba. El presentimiento regresó definitivo y punzante. Se deshizo el nudo de la corbata y encendió su habano. Conocía el camino a seguir, el método, por fin había comprendido el mensaje. Dispuso su chaqueta cuidadosamente sobre el respaldo de la silla, se remangó, y cerró la puerta por dentro. Desconectó los teléfonos, apagó los móviles y respiró profundamente. A partir de ahí tiró dados siseando como un loco, jugó solitarios, lanzó monedas al aire; llamó a dos programas de videncia presionándose la nariz y tapando el auricular con la bandera; rezó brevemente para que no se rompiera el espejo; leyó su horóscopo en decenas de medios a través de internet y, no convencido del todo, el de todos y cada uno de sus ministros. Sumó y restó predicciones halagüeñas, advertencias, adivinaciones y malos augurios. Finalmente, tomó su pluma y firmó Los Presupuestos.


Publicado en el nº120 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado a los horóscopos.

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