“Sé que vienes, te oigo al despertar, noto que estás llegando, que te acercas.
Miro por mi ventana y me inunda tu inminente presencia por oleadas.
Oleadas de motores en marcha, de humo y calor, de aire manso y caliente atravesado por aquella última mirada que intercambiamos. Increíblemente cristalina, acuosa, irradiando una luz difusa; la chispa de una verdad que comenzó a florecer de pronto y a brillar contra mi pecho. Sé que vienes, llegas un poco en cada vehículo que pasa, eres un poco de todos los perfiles de conductores que acierto a ver. Eres patillas, barbas, narices, muecas, pendientes, carmín, dientes, mellas, sudor, cansancio; y te vas acercando.
Eres una ola de calor y humo que empuja mi esperanza, manteniéndola tibia y palpitante”.