Si quieres ubicar la inspiración e influencias de la banda ubetense sólo tienes que visitar su My Space: ellos se conocen mejor que nadie. A mí lo que me atrae irremisiblemente de ellos es la intuición, el nervio, el estado de alerta que estimula cada composición y cada concierto. Su imperfección, esas aristas que se liman para brotar otra vez, la eternidad de su promesa, los cabos sueltos, el rastro, el temblor subterráneo de su sonido: la búsqueda, en definitiva. Se suben a una idea sonora para algunos estancada, pero que, pienso, no tiene principio definido ni final a la vista: crece y profundiza en su crudeza, transmite como pocas; y, quizá por eso, no dejan esa sensación de viaje terminado que muchos grupos noveles ofrecen nada más mostrar su tarjeta de presentación. Caminos sinuosos, pantanos, tiendas de amuletos, desiertos, oscuro rockabilly en la radio, bares de mala muerte, carreteras perdidas, viajes extraños (no hagas auto-stop porque no te gustará el coche que se detendrá, lo conduce el tipo que persigue tu música desde el principio de los tiempos). Guadalupe Plata siguen la senda de los que reinventan una tradición que quema en sus corazones añadiéndole ruido y tensión; pero partiendo, desarrollándose y enroscándose en su esencia. Respetando sus silencios, el gastado mapa de sus subidas y bajadas. Acordes retorcidos y ensimismados que conforme se recuecen se extienden. Base rítmica latiendo en telúrico trance. Punto de ruptura, punto de fuga, ritmo y sonido sensual y ferruginoso que envejece por segundos y despierta eléctrico y lacerante. Quejido, aullido. El blues ardiendo en las venas.
29 abril 2011
28 abril 2011
DELIRIO
El otro día soñé que la derecha gobernaba desde hacía décadas en Andalucía, siendo responsable, por tanto, de la vergonzosa y maloliente degradación de la Junta. Sentí cierto alborozo mientras dormía, ya que pensé que pronto se produciría un cambio: la izquierda tomaría por fin las riendas del poder para dar un rumbo totalmente distinto a la situación, marcado por la transparencia y el respeto más escrupuloso a lo público (la consagración de la igualdad, la gran importancia de la sociedad civil, el ciudadano…). A los pocos días, tomando café, relaté mi extraño sueño a un amigo simpatizante confeso del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), y él me tranquilizó, diciéndome que lo que había soñado realmente no era un sueño, que era así, que la derecha era la culpable de todo y que ellos (los de su partido y él, por lo que pude entender) estaban aquí para solucionarlo.
27 abril 2011
26 abril 2011
FOTO TRAS TU MUERTE
Tus zapatillas unidas a los pies de tu cama,
perfectamente hecha.
Tu pijama bajo la almohada.
El azucarero lleno.
Dos tazas esperando en el fregadero.
El CD inmóvil.
Un artículo a medio subrayar.
El espacio callado.
Aquel olor, resurgido tras devorar
todos los aromas que fueron decayendo.
Esas pequeñas cosas que perdiste
y que nunca encontraste,
aún perdidas, aún expectantes.
La bota de tu pie derecho,
negra y arruinada,
con la mirada clavada
en la luz que se cuela por tu ventana.
perfectamente hecha.
Tu pijama bajo la almohada.
El azucarero lleno.
Dos tazas esperando en el fregadero.
El CD inmóvil.
Un artículo a medio subrayar.
El espacio callado.
Aquel olor, resurgido tras devorar
todos los aromas que fueron decayendo.
Esas pequeñas cosas que perdiste
y que nunca encontraste,
aún perdidas, aún expectantes.
La bota de tu pie derecho,
negra y arruinada,
con la mirada clavada
en la luz que se cuela por tu ventana.
25 abril 2011
MENSAJE EN UNA BOTELLA (11)
ABRAHAM BOBA “Los Días Desierto” (Limbo-Starr, 2.011)
Algo en su tono, en sus historias, recuerda ligeramente a un Nacho Vegas (con quien suele colaborar tanto en grabaciones como en directo) menos frágil, menos en el filo. Sus composiciones no resultan tan descarnadas y definitivas como las del asturiano, pero su paleta sonora es más rica y ofrece una propuesta muy sólida musicalmente. Este su tercer disco es un trabajo excelso; las canciones abren las ventanas de par en par y respiran hondo, recreando unas sonoridades cada vez más emocionantes (a las que sumar un destacable trasfondo de desasosiego), tanteando un resplandeciente espacio propio. Cuidadas sinfonías pop que recogen pulidos textos de media sonrisa y reflexión, recibiéndolos en su seno con acariciadora fluidez.
Algo en su tono, en sus historias, recuerda ligeramente a un Nacho Vegas (con quien suele colaborar tanto en grabaciones como en directo) menos frágil, menos en el filo. Sus composiciones no resultan tan descarnadas y definitivas como las del asturiano, pero su paleta sonora es más rica y ofrece una propuesta muy sólida musicalmente. Este su tercer disco es un trabajo excelso; las canciones abren las ventanas de par en par y respiran hondo, recreando unas sonoridades cada vez más emocionantes (a las que sumar un destacable trasfondo de desasosiego), tanteando un resplandeciente espacio propio. Cuidadas sinfonías pop que recogen pulidos textos de media sonrisa y reflexión, recibiéndolos en su seno con acariciadora fluidez.
19 abril 2011
EL TIQUE
Qué divertido la otra noche, ni te lo imaginas; qué frío hacía. Tiramos sin querer al contenedor de papel el tique…, sí el contenedor azul, el amarillo es el de los envases y el plástico. Pues eso, tiramos el tique sin darnos cuenta y al rato tuvimos que bajar a buscarlo para poder devolver la cafetera que compramos, esa que te dije. Qué frío hacía, yo hecha un desastre, en chándal y menos mal que me dio por ponerme los guantes, sosteniendo como podía la tapa, que pesa lo suyo, ¿eh?; y Luis encaramado, con un cabreo, ja, ja. Casi se tiene que meter dentro. Con una mano trasteando y con la otra alumbrando con la linterna, y yo: que como se te caiga la linterna vas a ver, je, je, sí…, y a mí que se me iban a congelar las manos. Al final lo encontró…. Sí, yo creo que tardamos más de un cuarto de hora. Y yo allí toda cortada, ja, ja, con una cola de catorce o quince sin techo de esos, esperando para rebuscar lo que fuera para taparse. Ja, ja, esos sí que tenían frío… No, no, a ninguno se le ocurrió ayudarme a sostener la tapa, todos allí callados, murmurando… No, no me decían nada… No, no me dio miedo, estaba tan obsesionada con lo del tique que ni caí en que podían ser peligrosos… La policía pasó un par de veces pero no decían nada. Ja, ja, yo le decía a Luis: seguro que piensan que hay un pordiosero en el contenedor… Ja, ja, y él mandándome a callar, siempre tan mirado. Sí, esos van a su aire, medio borrachos siempre, ja, ja. Mejor para el frío… Vale, te llamo, hasta pronto… Yo también te quiero mamá.
18 abril 2011
POLÍTICO
No, no quiero que establezcas mecanismos.
No, no me hables de oportunidad.
No me muestres el escenario actual.
No relativices ni matices mi libertad.
No pisotees grandes palabras.
No diseñes hojas de ruta,
ni nos marques plazos, sine díe.
No apeles a mi paciencia:
ya no quiero ser sabio, por ser paciente y comprensivo.
No me cuentes más lo de tus competencias.
No acotes mi esperanza,
en los términos que disponga la ley.
Por favor, por favor, no actives medidas;
No nos empaquetes.
No plantees la necesidad de valorar
la posible puesta en marcha a corto plazo:
Me estoy durmiendo.
No me transmitas por los cauces debidos.
No regules mi voz, déjame hablar
antes de pasar a evaluar el impacto de mis palabras.
No suavices el gesto petrificado del comité.
No quiero ver tu baraja de propuestas;
no sonrías al separar tus manos, al mostrar tus mangas.
Suenas hueco en las distancias cortas,
Hueles a nada.
No emprendas acciones,
no remuevas, no promuevas,
no impulses actuaciones,
no toques nada.
Sólo quiero la verdad. De una vez.
No, no me hables de oportunidad.
No me muestres el escenario actual.
No relativices ni matices mi libertad.
No pisotees grandes palabras.
No diseñes hojas de ruta,
ni nos marques plazos, sine díe.
No apeles a mi paciencia:
ya no quiero ser sabio, por ser paciente y comprensivo.
No me cuentes más lo de tus competencias.
No acotes mi esperanza,
en los términos que disponga la ley.
Por favor, por favor, no actives medidas;
No nos empaquetes.
No plantees la necesidad de valorar
la posible puesta en marcha a corto plazo:
Me estoy durmiendo.
No me transmitas por los cauces debidos.
No regules mi voz, déjame hablar
antes de pasar a evaluar el impacto de mis palabras.
No suavices el gesto petrificado del comité.
No quiero ver tu baraja de propuestas;
no sonrías al separar tus manos, al mostrar tus mangas.
Suenas hueco en las distancias cortas,
Hueles a nada.
No emprendas acciones,
no remuevas, no promuevas,
no impulses actuaciones,
no toques nada.
Sólo quiero la verdad. De una vez.
15 abril 2011
MERCEDES FERRER, GRANADA 14-04-2011
Mercedes Ferrer siempre ha estado ahí (incluso ganó un Villa de Madrid en 1985, cuando eso significaba algo), pero, por alguna razón, siempre ha estado algo desubicada en el mercado: las modas independientes pasaban a su alrededor sin que ninguna le ofreciera asiento (y menos si ella pasaba de montarse). Sus discos, sobre todo por sus producciones, más bien parecían enfocarse en pos de una comercialidad de pop adulto, bruñido y sofisticado, pero que limitaba la intensidad de muchas canciones que en su momento pasaron con demasiada ligereza por nuestros oídos. El éxito mayoritario, que hubiese dejado grandes temas en la memoria colectiva, también le fue esquivo. El tiempo pasado la ha convertido en una artista felizmente nómada y desprejuiciada. Una mujer eléctrica y tenaz en su vivencia artística, con una voz que sigue tan bella y cautivadora como siempre; pero que deja más poso, levemente rasposa, acariciadora. Su último trabajo, “Travesía”, editado en México en 2009 y que permanece inédito en España, me parece su mejor disco. La música acompaña, acoge con sobriedad y estilo, matiza y deja respirar unas composiciones que saltan con naturalidad de su pop de siempre al jazz o el bolero, con subrayados de blues. Lúcidas todas; tan reflexivas como apasionadas y hasta desgarradas por momentos. Música emocionante y contenida que sabe guiñarte el ojo. Anoche, en el salón de actos de la Facultad de Ingeniería de la Edificación (antigua Aparejadores) de Granada, acompañada de su guitarra eléctrica y el apoyo de Enrico Barbaro (más que un bajista), liberó todo el manantial que guardan sus canciones. Comunicativa, carismática, con esa sonrisa que estalla en su cara, recorrió ampliamente “Travesía” y tocó temas señeros de su repertorio como “El Golpeador”, “El Árbol de la Magia”, “Tengo Todas las Calles”, “Eres un Imán”, “Fantasía” (el tema que interpretaba con Bunbury en “Freak Show” de 2.005), “Guitarra Mística”, su habitual versión del “Come Together” de Lennon o “La Media Vuelta” de José Alfredo Jiménez. En este enlace podéis conseguir "Travesía".
11 abril 2011
Cosas de Cioran
“¿Cuándo inicia su decadencia una civilización? Cuando los individuos empiezan a tomar conciencia; cuando no quieren seguir siendo víctimas de los ideales, las creencias, la colectividad. Una vez despertado el individuo, la nación pierde su esencia y, cuando todos despiertan, se descompone. Nada hay más peligroso que el deseo de no verse engañado. La lucidez colectiva es una señal de cansancio. El drama del hombre lúcido pasa a ser el de una nación. […]
Los niños han de llegar a ser por fuerza personas que crean en algo, que se adhieran, que sean suficientemente inconscientes para considerarse parte de una nación, que sientan gozosamente la necesidad de equivocarse con la participación y las pasiones. […]” E. M. Cioran.
Los niños han de llegar a ser por fuerza personas que crean en algo, que se adhieran, que sean suficientemente inconscientes para considerarse parte de una nación, que sientan gozosamente la necesidad de equivocarse con la participación y las pasiones. […]” E. M. Cioran.
10 abril 2011
08 abril 2011
LA OLA QUE VA LAMIENDO EL MURO
El otro día vi en La 2 de Televisión Española la película alemana “La Ola” (“Die Welle”), dirigida en 2.008 por Dennis Gansel: me resultó apasionante. En el filme, basado en hechos reales, durante un seminario dedicado a las dictaduras, un profesor propone a sus alumnos un experimento como medio de reflexión y acercamiento a la idea: introducirse en situación mediante la creación de una especie sociedad autárquica en pequeño. El resultado es estremecedor, y deja un doble interrogante crucial sobre la mesa: quién no quiere la libertad, y qué razones conducen a esa decisión.
Independientemente de posicionamientos políticos o incluso religiosos concretos, está claro que hay muchas personas para las que la libertad es prescindible o como poco perfectamente negociable; no es algo fundamental en sus vidas, estando dispuestas a renunciar a ella a cambio de seguridad, tanto física como económica. Aceptan vivir limitados porque les va bien así, y, llegado el momento, no se van a parar a pensar en los derechos o necesidades de su vecino. Como mucho tratarán de convencerlo y atraerlo a sus planteamientos y, finalmente, de someterlo; colaborando en muchos casos para ese fin sin ningún tipo de reparo; ya que, y ese es el drama, para que la cosa funcione armoniosa todos deben prescindir de su libertad.
En la película pasa algo parecido; además, se pone el acento en cómo se sienten integrados en el grupo alumnos que arrastran problemas de adaptación por diversas razones: apartados por sus compañeros, pertenecientes a minorías étnicas, faltos de referentes familiares, inmersos en complejos y traumas de diversa índole, o simplemente desorientados. Y que son los que tienen una personalidad más desarrollada y un entorno familiar más progresista los que antes abren los ojos y se desmarcan del asunto: los que claman por la propia personalidad y capacidad individual de decisión como fundamento de una sociedad sana. La mayoría de los alumnos sacrifican gustosamente una libertad que no llena sus vidas ni les proporciona ningún estímulo ni empuje ante la necesidad satisfecha de pertenecer por fin, de engrosar un grupo en el que se van a sentir apoyados y defendidos. Vestir igual, actuar igual, pensar igual, les alivia en su perdido deambular por una sociedad plenamente desarrollada que aún expurga su sentimiento de culpa y abomina más que ninguna de cualquier forma de totalitarismo; les permite encajar y dota a sus vidas de un sentido que de otra manera no tendrían. Sentirse plenamente identificados con algo, tener un sólido referente al que seguir sin vacilaciones (ellos, que se han pasado su corta vida dudando y vacilando, encontrando precipicios a cada paso), unas pautas siempre marcadas por otros. La presencia paterna de un superior que les guía por el camino de la verdad, sumiendo sus conciencias y capacidad para la (bendita) duda en un narcótico sueño. La disciplina los acoge, los droga. Y es que vivir en libertad no debería ser esa especie de proclama ultraliberal del “sálvese quien pueda” que todos los que ejercen el poder finalmente han hecho suya. Ni los mercados se regulan solos ni la sociedad, y resulta lógico pensar que ésta debe formar al ciudadano precisamente para eso, para que se desarrolle en libertad sin tener que pasarse la vida dando vueltas cargando con un saco de carencias.
Al principio de la película, el profesor pregunta a los alumnos acerca de las situaciones que favorecen el desarrollo de las dictaduras, estando el de la insatisfacción política, el paro o la crisis económica entre los principalmente esgrimidos. Es inevitable pensar, sin ir más lejos, en fenómenos como Jesús Gil, Berlusconi o Chávez. Preguntarse hasta dónde ha de llegar el descreimiento político y la frustración de la gente para dejarse llevar por tipos así. Sentirse arropados y seguros bajo su manto. Y es, claro, absolutamente alarmante la frivolidad de la política actual (la española en particular), la dejadez de aspectos cruciales; y, sobre todo, la inconsciencia con la que fomentan esa frustración entre la población. La granítica y opaca partitocracia que crea privilegios y ha conseguido que, en cierto modo, sea el pueblo el que se deba a ella, el que trabaje para ella, y no al revés. La corrupción soslayada, la sensación de que en tu tierra nace y crece una casta llamada desde la niñez a tener una carrera o al menos un puesto de trabajo asegurado, mientras que tú tendrás que dar mil rodeos y machacarte para llegar a donde lo hizo sin esfuerzo el que está a tu lado en la barra del bar, con su traje y su discurso moderado. Paladines de la comedia sin fin, de lo políticamente correcto, esa forma de articular un discurso vano y previsible, aceptable e incluso plausible para muchos. O como aprender de los prebostes del partido a remangarse los pantalones para caminar durante años por el fango y que funcione. No vislumbro un futuro dictatorial, no soy tan pesimista, pero creo que si desactivas culturalmente a la gente, la atiborras de bazofia y la acostumbras a ver pasar continuamente injusticias por su puerta, el caldo de cultivo que se forma no es el de la respuesta airada y constructiva sino el del abandono silente en oscuros brazos.
Creo que es obvio que la individualidad no está reñida para nada con el sentimiento colectivo. Una persona puede participar, entregarse a un fin común, pero eso sólo tendrá sentido si lo hace desde la libertad y si se le permite y ayuda a desarrollarse en plenitud (como dice la Constitución Española, por cierto), sin miedo a que un día encaje piezas y no nos vote. Es la única forma en la que podrá aportar algo de verdad, sumar. No pasar a engordar esa sala de espera borreguil que, como muy bien se plantea en “La Ola”, no es tan difícil hacer prender.
Independientemente de posicionamientos políticos o incluso religiosos concretos, está claro que hay muchas personas para las que la libertad es prescindible o como poco perfectamente negociable; no es algo fundamental en sus vidas, estando dispuestas a renunciar a ella a cambio de seguridad, tanto física como económica. Aceptan vivir limitados porque les va bien así, y, llegado el momento, no se van a parar a pensar en los derechos o necesidades de su vecino. Como mucho tratarán de convencerlo y atraerlo a sus planteamientos y, finalmente, de someterlo; colaborando en muchos casos para ese fin sin ningún tipo de reparo; ya que, y ese es el drama, para que la cosa funcione armoniosa todos deben prescindir de su libertad.
En la película pasa algo parecido; además, se pone el acento en cómo se sienten integrados en el grupo alumnos que arrastran problemas de adaptación por diversas razones: apartados por sus compañeros, pertenecientes a minorías étnicas, faltos de referentes familiares, inmersos en complejos y traumas de diversa índole, o simplemente desorientados. Y que son los que tienen una personalidad más desarrollada y un entorno familiar más progresista los que antes abren los ojos y se desmarcan del asunto: los que claman por la propia personalidad y capacidad individual de decisión como fundamento de una sociedad sana. La mayoría de los alumnos sacrifican gustosamente una libertad que no llena sus vidas ni les proporciona ningún estímulo ni empuje ante la necesidad satisfecha de pertenecer por fin, de engrosar un grupo en el que se van a sentir apoyados y defendidos. Vestir igual, actuar igual, pensar igual, les alivia en su perdido deambular por una sociedad plenamente desarrollada que aún expurga su sentimiento de culpa y abomina más que ninguna de cualquier forma de totalitarismo; les permite encajar y dota a sus vidas de un sentido que de otra manera no tendrían. Sentirse plenamente identificados con algo, tener un sólido referente al que seguir sin vacilaciones (ellos, que se han pasado su corta vida dudando y vacilando, encontrando precipicios a cada paso), unas pautas siempre marcadas por otros. La presencia paterna de un superior que les guía por el camino de la verdad, sumiendo sus conciencias y capacidad para la (bendita) duda en un narcótico sueño. La disciplina los acoge, los droga. Y es que vivir en libertad no debería ser esa especie de proclama ultraliberal del “sálvese quien pueda” que todos los que ejercen el poder finalmente han hecho suya. Ni los mercados se regulan solos ni la sociedad, y resulta lógico pensar que ésta debe formar al ciudadano precisamente para eso, para que se desarrolle en libertad sin tener que pasarse la vida dando vueltas cargando con un saco de carencias.
Al principio de la película, el profesor pregunta a los alumnos acerca de las situaciones que favorecen el desarrollo de las dictaduras, estando el de la insatisfacción política, el paro o la crisis económica entre los principalmente esgrimidos. Es inevitable pensar, sin ir más lejos, en fenómenos como Jesús Gil, Berlusconi o Chávez. Preguntarse hasta dónde ha de llegar el descreimiento político y la frustración de la gente para dejarse llevar por tipos así. Sentirse arropados y seguros bajo su manto. Y es, claro, absolutamente alarmante la frivolidad de la política actual (la española en particular), la dejadez de aspectos cruciales; y, sobre todo, la inconsciencia con la que fomentan esa frustración entre la población. La granítica y opaca partitocracia que crea privilegios y ha conseguido que, en cierto modo, sea el pueblo el que se deba a ella, el que trabaje para ella, y no al revés. La corrupción soslayada, la sensación de que en tu tierra nace y crece una casta llamada desde la niñez a tener una carrera o al menos un puesto de trabajo asegurado, mientras que tú tendrás que dar mil rodeos y machacarte para llegar a donde lo hizo sin esfuerzo el que está a tu lado en la barra del bar, con su traje y su discurso moderado. Paladines de la comedia sin fin, de lo políticamente correcto, esa forma de articular un discurso vano y previsible, aceptable e incluso plausible para muchos. O como aprender de los prebostes del partido a remangarse los pantalones para caminar durante años por el fango y que funcione. No vislumbro un futuro dictatorial, no soy tan pesimista, pero creo que si desactivas culturalmente a la gente, la atiborras de bazofia y la acostumbras a ver pasar continuamente injusticias por su puerta, el caldo de cultivo que se forma no es el de la respuesta airada y constructiva sino el del abandono silente en oscuros brazos.
Creo que es obvio que la individualidad no está reñida para nada con el sentimiento colectivo. Una persona puede participar, entregarse a un fin común, pero eso sólo tendrá sentido si lo hace desde la libertad y si se le permite y ayuda a desarrollarse en plenitud (como dice la Constitución Española, por cierto), sin miedo a que un día encaje piezas y no nos vote. Es la única forma en la que podrá aportar algo de verdad, sumar. No pasar a engordar esa sala de espera borreguil que, como muy bien se plantea en “La Ola”, no es tan difícil hacer prender.
05 abril 2011
VENENO "EL DÍA EN QUE LOS ASTROS COLISIONARON EN EL ESPACIO"
La formación histórica de Veneno (Kiko Veneno y los hermanos Amador) duró algo más de dos años tan intensos como caóticos. El inigualable resultado de mezclar a dos músicos gitanos con el singular bagaje de su extraordinaria intuición para aprehender y hacer suya la esencia de toda música que caía en sus manos, así como su gusto en maltratar sus guitarras flamencas cual eléctricas; con un universitario fuertemente influido por Bob Dylan que tocaba la guitarra flamenca con púa. Se juntaron, con un desparpajo nunca más visto, la visión surrealista y literaria de Kiko, su bagaje rock y sentido pop, con la espontaneidad del flamenco, la inmediatez de la rumba o la bulería. Su corta carrera se caracterizó por la falta total de planificación y previsión; un día a día que arde en su único disco con el fuego del ingenio del instante y que se traducía en directos desastrosos. Su mítico disco (tan revalorizado con el tiempo) se registró en directo, con toda la gente tocando a la vez, en los madrileños estudios Audiofilm durante una alocada semana de junio de 1977, y se publicó en septiembre de ese mismo año, producido por Ricardo Pachón. La condición de éste de productor de unos exitosos Lole y Manuel, le permitió colar este proyecto condenado a la incomprensión a una multinacional como CBS. Un ejecutivo de la compañía sentenció al escuchar una primera maqueta: “o es una mierda como una casa o esto es algo genial”.
Otros músicos que participaron en la grabación fueron Pepe Lagares (ex – Goma, posteriormente en una primera formación de Mártires del Compás) al bajo, Antonio Moreno (ex – Nuevos Tiempos –aventura que compartió con Jesús de la Rosa de Triana-, y a la postre reputado músico de sesión) a la batería, y un par de percusionistas traídos de Barcelona, de los que sólo quedó Noel Múgica. A última hora se hicieron de la partida para aportar palmas y juerga, el emblemático Juan El Camas y El Bizco Eléctrico, que también introdujo sus taconeos. El sonido es imperfecto pero aceptable, ya que por lo menos atrapa fielmente un momento extraordinario; sólo el bajo sale realmente malparado, impreciso, desaparecido o lejano las más de las veces. Kiko utilizó, además de su guitarra y voz, la caña, instrumento típicamente carnavalesco de Cádiz, una especie de pito de sonido festivo en “Los delincuentes” y “La muchachita”. En un caótico primer día en Madrid, acompañados de familiares y amigos, sólo consiguieron grabar tres tomas de “No pido mucho” sólo con Kiko a la guitarra; y durante la segunda jornada, la famosa en la que el ácido cayó en el té, fueron grabadas y despachadas para la posteridad esa noche “San José de Arimatea”, “Los delincuentes”, “La muchachita” y “Aparta el corazón de las mangueras”. La parte fundamental de este trabajo. Aparte de las canciones incluidas, otras de la época, generalmente de Kiko, aparecieron bastantes años después en el disco “Guitarras callejeras” de Pata Negra (“Juan Charrasqueado”, etc), y en otras grabaciones de Kiko Veneno (“Un catalán fino”, de ésta sí hubo toma en las famosas sesiones) o de la fallida resurrección de Veneno de 1989 (“El atraco”).
La portada iba a ser una tableta de hachís envuelta en papel de plata, pero se sustituyó por la marca Veneno sobre fondo marrón, que insinúa pero pasa más desapercibida. Parece ser que más que censura se trató de autocensura de la compañía. Por sugerencia de Kiko en el disco no aparecen ni créditos ni fotos, sólo un enigmático “compositor Veneno”.
Fue un trabajo que despertó desde siempre encendidos elogios entre la crítica: “Un iconoclasta con la bronca de la belleza en la niña de los ojos” decía un inspirado Jesús Ordovás de Kiko Veneno en aquel momento; y, años después, en una reseña retrospectiva en Rock de Lux, Blas Fernández no dudaba en relacionar, aunque fuese espiritualmente, las guitarras de los Amador con las arquitecturas eléctricas de Richard LLoyd y Tom Verlaine en Television. Silencios, arranques, crujidos, desórdenes; caricias, pureza, trémolos y rasgueos de guitarra flamenca. Pereza, humor, intención, ironía, poesía, todo esto acontece casi a la vez a lo largo de los treinta y cinco minutos de “Veneno”. Se escucha por primera algo distinto, una combinación absolutamente natural e inigualable, casi indistinguible de rock y flamenco.
Este sonido sentaría claramente las bases sonoras de los futuros Pata Negra, pero no paradójicamente las de Kiko, su máximo inspirador. Éste tuvo que esperar quince años para encontrar un camino creativo fructífero que le librase por fin del halo experimentador y disperso del primer Veneno, de todo ese ramillete de caminos. Estas son las canciones en cuestión:
- Los animales: Los bongós iniciales y las guitarras flamencas, envuelven el texto de R. D. Laing que una rasposa voz de Kiko canturrea. Posteriormente, a las guitarras de palo se unen bajo y batería, llevando a su terreno desarrollos progresivos sin excesos. Ese halo de improvisación que queda cuando cada instrumento parece buscar su camino. El tramo final recupera pacíficos remansos de guitarra brevemente anunciados con anterioridad, incluyendo sonidos de pajaritos.
- La muchachita: Es otro de los cortes carismáticos y vacilones del disco. Ecos progresivos se adivinan en su fulgurante esencialidad, entre sus silencios e imperfecciones, y es el de ambiente blues más marcado.
- Canción antinacionalista zamorana: que nadie se asuste por lo incorrecto del título, éste surgió inspirado por la tertulia que en aquellos tiempos tenía en Sevilla el profesor Agustín García Calvo. Aparece enlazada con “La Muchachita”, unidas ambas por unas depuradas guitarras de los hermanos Amador, que acaban por infundir a la composición la urgencia de un inequívoco aliento rock.
- Indiopole: El instrumental del disco. Contiene un solo de guitarra Ovation de Luis Cobos “Manglis” (ex – Guadalquivir, años después con Raimundo en Arrajatabla). Aquí hay palmas y taconeo de El Bizco Eléctrico; y, en la mejor tradición de posteriores instrumentales de Pata Negra, endemoniados y prolijos solos rock con flamenca entre bulerías empujados por batería; que muestran por momentos hasta un aire garajero.
- Los delincuentes: Compuesta por Kiko en Canarias en 1975. Galopa en una suerte de country aflamencado. Es una de las genialidades del disco, empezando por la letra. Estribillo magnífico, coros desgañitados.
- Aparta el corazón de las mangueras: Otra genialidad. Percusiones, palmas, y guitarras que dialogan o colisionan para el tema más en ácido de todos. El cariz surrealista de su letra resulta memorable, a pesar de estar influida por la de “Subterranean homesick blues” de Dylan; tanto en el planteamiento general como en algunas referencias concretas. No la de las mangueras, que las que inspiraron a Kiko fueron las utilizadas a presión por los servicios de limpieza tras las noches de farra de la Feria de Abril. Destacable la parte ralentizada previa a un final arrebatado.
- San José de Arimatea: La historia del Santo fumeta también fue traída de Canarias por Kiko, a quien a buen seguro le daba vueltas en la cabeza el twist de Gianni Morandi "Fatti mandare dalla mamma", fuente de inspiración directa del tema. Otra muestra de rock flamenco genuino y vibrante. Guitarras flamencas y punteos que quieren ser eléctricos. Recuerda, además, al “Memphis blues again” de Bob Dylan, como bien apunta Luis Clemente.
- No pido mucho: La letra es una adaptación del poeta catalán Miquel Martí Pol. Sólo Kiko y su guitarra flamenca con púa, en la mejor tradición del Dylan acústico (y es la tercera vez que mencionamos al de Minnesota).
Para más información: http://www.kikoveneno.net/ “Kiko Veneno: Flamenco Rock” (Luis Clemente, La Máscara, 1995) Texto surgido a partir del guión realizado para un especial sobre Veneno emitido el 4 de marzo de 2005 en el programa “Flamenco en la Frontera”, que conduce Rafa Calero en Radio Salobreña.
04 abril 2011
EL VIAJE
Qué contarte del viaje.
Cuando lo planeamos, ya llevábamos
Media vida dentro de él;
Cuando nos decidimos,
Nos fue imposible dar el primer paso;
Cuando miramos hacia atrás,
Sentimos pavor ante la distancia recorrida.
Cuando lo planeamos, ya llevábamos
Media vida dentro de él;
Cuando nos decidimos,
Nos fue imposible dar el primer paso;
Cuando miramos hacia atrás,
Sentimos pavor ante la distancia recorrida.
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