09 junio 2011

BRINDIS

El sindicalista que bromea con el empresario y luego evita saludarlo delante de los trabajadores. El Popular que busca acceder a un puesto de trabajo a través de un familiar del PSOE porque la sangre es la sangre, ¿o no? El socialista que discute abiertamente el precio que tiene que pagar por una obra que ha contratado con argumentos tipo rendimiento medio de un trabajador por hora restando descansos, y que lo vi dos veces parado, una fumando, apoyando el pico contra la pared. O su compañero, que para criticar la ley que prohíbe fumar en espacios públicos apela al peso de las tradiciones. El delegado sindical que pasa de Camarón porque es gitano mientras vocea a favor de “Democracia Real Ya”. El llamamiento a través de las redes sociales para no comprar nada a los "pakis", que sólo quieren hacer negocio a costa de nuestra acampada para cambiar el Sistema. El candidato que le dice a un grupo de personas en la acera “estoy más cerca de vosotros de lo que parece”. El amante del liberalismo que se pasa la vida en la puerta del ayuntamiento buscando un contrato público. El de Comisiones Obreras que se lamenta porque va a llover y no van a poder sacar el trono de Semana Santa. El anticlerical que celebra la Primera Comunión de su hijo por todo lo alto para que no se sienta desplazado (el hijo, supongo). El que manda de forma airada a la selva al jugador negro del equipo rival, allí en el bar, viendo el partido con su pañuelo palestino al cuello. El que critica la existencia de tantas administraciones y pide subvenciones agrícolas hasta para regar una maceta. El anticlerical (éste es otro) que falsea su domicilio para inscribir a su hijo en el colegio concertado porque mi mujer se ha empeñado y, mira, pues… Alcemos nuestra copa por todos ellos.