05 abril 2011

VENENO "EL DÍA EN QUE LOS ASTROS COLISIONARON EN EL ESPACIO"

La formación histórica de Veneno (Kiko Veneno y los hermanos Amador) duró algo más de dos años tan intensos como caóticos. El inigualable resultado de mezclar a dos músicos gitanos con el singular bagaje de su extraordinaria intuición para aprehender y hacer suya la esencia de toda música que caía en sus manos, así como su gusto en maltratar sus guitarras flamencas cual eléctricas; con un universitario fuertemente influido por Bob Dylan que tocaba la guitarra flamenca con púa. Se juntaron, con un desparpajo nunca más visto, la visión surrealista y literaria de Kiko, su bagaje rock y sentido pop, con la espontaneidad del flamenco, la inmediatez de la rumba o la bulería. Su corta carrera se caracterizó por la falta total de planificación y previsión; un día a día que arde en su único disco con el fuego del ingenio del instante y que se traducía en directos desastrosos. Su mítico disco (tan revalorizado con el tiempo) se registró en directo, con toda la gente tocando a la vez, en los madrileños estudios Audiofilm durante una alocada semana de junio de 1977, y se publicó en septiembre de ese mismo año, producido por Ricardo Pachón. La condición de éste de productor de unos exitosos Lole y Manuel, le permitió colar este proyecto condenado a la incomprensión a una multinacional como CBS. Un ejecutivo de la compañía sentenció al escuchar una primera maqueta: “o es una mierda como una casa o esto es algo genial”. 



Otros músicos que participaron en la grabación fueron Pepe Lagares (ex – Goma, posteriormente en una primera formación de Mártires del Compás) al bajo, Antonio Moreno (ex – Nuevos Tiempos –aventura que compartió con Jesús de la Rosa de Triana-, y a la postre reputado músico de sesión) a la batería, y un par de percusionistas traídos de Barcelona, de los que sólo quedó Noel Múgica. A última hora se hicieron de la partida para aportar palmas y juerga, el emblemático Juan El Camas y El Bizco Eléctrico, que también introdujo sus taconeos. El sonido es imperfecto pero aceptable, ya que por lo menos atrapa fielmente un momento extraordinario; sólo el bajo sale realmente malparado, impreciso, desaparecido o lejano las más de las veces. Kiko utilizó, además de su guitarra y voz, la caña, instrumento típicamente carnavalesco de Cádiz, una especie de pito de sonido festivo en “Los delincuentes” y “La muchachita”. En un caótico primer día en Madrid, acompañados de familiares y amigos, sólo consiguieron grabar tres tomas de “No pido mucho” sólo con Kiko a la guitarra; y durante la segunda jornada, la famosa en la que el ácido cayó en el té, fueron grabadas y despachadas para la posteridad esa noche “San José de Arimatea”, “Los delincuentes”, “La muchachita” y “Aparta el corazón de las mangueras”. La parte fundamental de este trabajo. Aparte de las canciones incluidas, otras de la época, generalmente de Kiko, aparecieron bastantes años después en el disco “Guitarras callejeras” de Pata Negra (“Juan Charrasqueado”, etc), y en otras grabaciones de Kiko Veneno (“Un catalán fino”, de ésta sí hubo toma en las famosas sesiones) o de la fallida resurrección de Veneno de 1989 (“El atraco”). 



La portada iba a ser una tableta de hachís envuelta en papel de plata, pero se sustituyó por la marca Veneno sobre fondo marrón, que insinúa pero pasa más desapercibida. Parece ser que más que censura se trató de autocensura de la compañía. Por sugerencia de Kiko en el disco no aparecen ni créditos ni fotos, sólo un enigmático “compositor Veneno”. 



Fue un trabajo que despertó desde siempre encendidos elogios entre la crítica: “Un iconoclasta con la bronca de la belleza en la niña de los ojos” decía un inspirado Jesús Ordovás de Kiko Veneno en aquel momento; y, años después, en una reseña retrospectiva en Rock de Lux, Blas Fernández no dudaba en relacionar, aunque fuese espiritualmente, las guitarras de los Amador con las arquitecturas eléctricas de Richard LLoyd y Tom Verlaine en Television. Silencios, arranques, crujidos, desórdenes; caricias, pureza, trémolos y rasgueos de guitarra flamenca. Pereza, humor, intención, ironía, poesía, todo esto acontece casi a la vez a lo largo de los treinta y cinco minutos de “Veneno”. Se escucha por primera algo distinto, una combinación absolutamente natural e inigualable, casi indistinguible de rock y flamenco. 

Este sonido sentaría claramente las bases sonoras de los futuros Pata Negra, pero no paradójicamente las de Kiko, su máximo inspirador. Éste tuvo que esperar quince años para encontrar un camino creativo fructífero que le librase por fin del halo experimentador y disperso del primer Veneno, de todo ese ramillete de caminos. Estas son las canciones en cuestión: 

- Los animales: Los bongós iniciales y las guitarras flamencas, envuelven el texto de R. D. Laing que una rasposa voz de Kiko canturrea. Posteriormente, a las guitarras de palo se unen bajo y batería, llevando a su terreno desarrollos progresivos sin excesos. Ese halo de improvisación que queda cuando cada instrumento parece buscar su camino. El tramo final recupera pacíficos remansos de guitarra brevemente anunciados con anterioridad, incluyendo sonidos de pajaritos. 

- La muchachita: Es otro de los cortes carismáticos y vacilones del disco. Ecos progresivos se adivinan en su fulgurante esencialidad, entre sus silencios e imperfecciones, y es el de ambiente blues más marcado. 

- Canción antinacionalista zamorana: que nadie se asuste por lo incorrecto del título, éste surgió inspirado por la tertulia que en aquellos tiempos tenía en Sevilla el profesor Agustín García Calvo. Aparece enlazada con “La Muchachita”, unidas ambas por unas depuradas guitarras de los hermanos Amador, que acaban por infundir a la composición la urgencia de un inequívoco aliento rock. 

- Indiopole: El instrumental del disco. Contiene un solo de guitarra Ovation de Luis CobosManglis” (ex – Guadalquivir, años después con Raimundo en Arrajatabla). Aquí hay palmas y taconeo de El Bizco Eléctrico; y, en la mejor tradición de posteriores instrumentales de Pata Negra, endemoniados y prolijos solos rock con flamenca entre bulerías empujados por batería; que muestran por momentos hasta un aire garajero. 

- Los delincuentes: Compuesta por Kiko en Canarias en 1975. Galopa en una suerte de country aflamencado. Es una de las genialidades del disco, empezando por la letra. Estribillo magnífico, coros desgañitados. 

- Aparta el corazón de las mangueras: Otra genialidad. Percusiones, palmas, y guitarras que dialogan o colisionan para el tema más en ácido de todos. El cariz surrealista de su letra resulta memorable, a pesar de estar influida por la de “Subterranean homesick blues” de Dylan; tanto en el planteamiento general como en algunas referencias concretas. No la de las mangueras, que las que inspiraron a Kiko fueron las utilizadas a presión por los servicios de limpieza tras las noches de farra de la Feria de Abril. Destacable la parte ralentizada previa a un final arrebatado. 

- San José de Arimatea: La historia del Santo fumeta también fue traída de Canarias por Kiko, a quien a buen seguro le daba vueltas en la cabeza el twist de Gianni Morandi "Fatti mandare dalla mamma", fuente de inspiración directa del tema. Otra muestra de rock flamenco genuino y vibrante. Guitarras flamencas y punteos que quieren ser eléctricos. Recuerda, además, al “Memphis blues again” de Bob Dylan, como bien apunta Luis Clemente

- No pido mucho: La letra es una adaptación del poeta catalán Miquel Martí Pol. Sólo Kiko y su guitarra flamenca con púa, en la mejor tradición del Dylan acústico (y es la tercera vez que mencionamos al de Minnesota).  




Para más información: http://www.kikoveneno.net/ “Kiko Veneno: Flamenco Rock” (Luis Clemente, La Máscara, 1995) Texto surgido a partir del guión realizado para un especial sobre Veneno emitido el 4 de marzo de 2005 en el programa “Flamenco en la Frontera”, que conduce Rafa Calero en Radio Salobreña.