“¿Cuándo inicia su decadencia una civilización? Cuando los individuos empiezan a tomar conciencia; cuando no quieren seguir siendo víctimas de los ideales, las creencias, la colectividad. Una vez despertado el individuo, la nación pierde su esencia y, cuando todos despiertan, se descompone. Nada hay más peligroso que el deseo de no verse engañado. La lucidez colectiva es una señal de cansancio. El drama del hombre lúcido pasa a ser el de una nación. […]
Los niños han de llegar a ser por fuerza personas que crean en algo, que se adhieran, que sean suficientemente inconscientes para considerarse parte de una nación, que sientan gozosamente la necesidad de equivocarse con la participación y las pasiones. […]” E. M. Cioran.