25 diciembre 2005

ROCK AND ROLL CIRCUS (11-12-68)

Los Rolling Stones, siempre un paso tras los Beatles en cuestiones de oportunidad, quisieron emular de la mano del ambicioso maestro de ceremonias Mick Jagger el efecto del más que irregular “Magical Mistery Tour” de los de Liverpool. La idea era simple: mezclar en una carpa de circo números circenses y actuaciones musicales. El resultado se alejó bastante de las pretensiones iniciales por diversos motivos, quizá el fundamental la oposición de su representante, Allen Klein (que posteriormente hizo la jugada de quedarse con los derechos y ocultar su publicación hasta 1.995). Además, Johnny Cash rehusó, los Isley Brothers no tenían hueco, los manejos de Klein evitaron la contratación de Dr. John y los Flying Burrito Brothers, Steve Winwood alegó enfermedad, y el cuco Jagger vetó la actuación de The New Yardbirds (Led Zeppelin).

El espectáculo refleja el aire decadente e invariablemente fuera de época que siempre rodea a los circos tradicionales; y una mezcla de buen rollo fumeta, extravagancia, colorido, absurdo e ironía; algo más creíble en ellos, que nunca terminaron de creerse aquello del flower-power y la psicodelia. Ante un público disfrazado con ponchos y sombreros, cada stone presenta a una banda, entre medias aparecen nostálgicos números de circo. Primero aparecen unos bisoños JETHRO TULL aún borrachos de blues, con “Song For Jeffrey” que era su segundo single (aún no habían publicado ningún elepé). Keith Richards presenta a THE WHO, un auténtico vendaval en directo con la acertada elección de las seis partes de “A Quick One While He´s Away”, esa especie de ensayo general de “Tommy” que aparecía en su grandioso segundo elepé de 1.966, “A Quick One”. Muchos piensan que esta actuación saco de la pista (nunca mejor dicho) a los Stones, empezando por ellos mismos, que se plantearon regrabar su actuación (yo no comparto esa opinión). TAJ MAHAL, que no consiguió por las prisas permiso de trabajo y hubo de actuar casi de incógnito, presentó un fibroso “Ain´t That A Lot Of Love” (perteneciente a su elepé del mismo año “The Nach´t Blues”). MARIANNE FAITHFULL, sentada y vestida de oscura y enigmática princesa interpreta la que sería cara b de su single “Sister Morphine”, “Something Better” de Barry Mann y Jerry Goffin

THE DIRTY MAC (nombre que hacía parodia de unos recientes Fleetwood Mac), es la mayor aportación de este documento para la leyenda. Se trata de un supergrupo formado por John Lennon, Eric Clapton, Keith Richards (al que se le iba un color y le venía otro) como bajista y Mitch Mitchell de la Jimi Hendrix Experience a la batería. Interpretaron el “Yer Blues” del álbum blanco de los Beatles, con la increíble aportación a la guitarra de un Clapton en plena forma. Yoko Ono hace más o menos lo de siempre, se echa una manta y se coloca en el suelo junto a Lennon. Para el siguiente tema el absurdo alcanza cimas memorables, Dirty Mac inician una improvisación básica de r´n´b a la que se suman el despistado violinista clásico IVRY GITLIS (Brian Jones lo conoció en Paris y se empeñó, en aquellos sus peores momentos, en invitarle aunque no pegase ni con cola) y YOKO ONO, limitándose ésta a chillarle al micro sin asomo de piedad. 

Después Lennon dice “and now…” y comienza la actuación de los Rolling Stones. Su selección es estupenda: el single “Jumping Jack Flash”; “Parachute Woman”, “No Expectations”, un incendiario “Sympathy For The Devil" y “Salt Of The Earth” (con todos cantando sobre la grabación de la música) del esencial “Beggars Banquet” y “You can´t Always Get What You Want”, tema de la misma época que se incluirá el año siguiente en “Let It Bleed”. A mí esa actuación me encanta, refleja perfectamente a los Stones de esa época, el inicio de la etapa Jimmy Miller, la mejor. Ahí están Nicky Hopkins al piano y Rocky Dijon a las congas y maracas, Mick evolucionando poseído por aquel escenario en forma de T, o la slide y la sonrisa infantil de un ojeroso Brian Jones en su última aparición con los Rolling Stones. Como dice Townsend, las circunstancias han hecho de él prácticamente un documental, el retrato de un momento muy concreto congelado durante veinticinco años. Qué queréis que os diga, a mí me gusta revisarlo de vez en cuando.

Como extras, la edición DVD incluye una interesante entrevista en la actualidad con Pete Townsend, tres cortes inéditos de Taj Mahal (“Checkin Up On My Baby”, “Leaving Trunk” y “Corinna”), la actuación del pianista clásico Julius Katchen, tomas de The Dirty Mac, una extensa galería de fotos y una interesante remezcla en vídeo de “Sympathy For The Devil” a cargo de Fatboy Slim.


* Algunos datos, los más enjundiosos me temo, pertenecen al libro de Stephen Davis “Rolling Stones. Los Viejos Dioses Nunca Mueren”.

22 diciembre 2005

Psss es la respuesta

En la cafetería me pregunta el camarero qué me parece lo de Alonso, “¿el ministro?”, “no hombre, Alonso, que ha fichado por McLaren”. Contesto que me parece bien, pero no parece la respuesta correcta, se va. Cuando vuelve al mostrador, intrigado, le pregunto qué le parece a él: “Psss” es la respuesta. Seguiremos investigando. Al salir saludo a un conocido, quizá antiguo amigo, con el que casi tropiezo, ¿un saludo reverdecido?, puede. A lo mejor a partir de ahora la primavera se instala entre ambos y nuestros saludos, embreados de navidad, se tornan calurosos, puede que hasta me pregunte si me sigue gustando la música. Posteriormente se irá secando. En eso consisten los saludos con gente con la que nunca has hablado o hace ciento cincuenta años que no lo haces: como hojas de un árbol caprichoso, se secan o reverdecen al albur de absurdas coincidencias: encuentros fugaces mientras el semáforo se pone en verde para los peatones, en la caja del supermercado si no han logrado esquivarse antes o sacando entradas para un concierto (esta es de broma).
Un repartidor trae un envío y sin que nadie le invite a entrar vuela hacia el interior de la oficina, se coloca junto a la silla que ocupo (invade mis dos metros más íntimos impunemente), teclea algo en una especie de móvil antiguo y me lo tiende con un gesto seco para que firme, está deseando que le pregunte dónde, pero acierto a estampar mi firma en el espacio metálico, consiguiendo que se vaya relativamente frustrado (lo reconozco, momento feliz de la mañana). Después de ver “Chicago” el día anterior pensé que se trataba de una coreografía.El primer ministro iraní (no diré que le da un aire a Llamazares para que nadie se moleste) ha prohibido toda música occidental en su país, salvo Richard Clayderman (que por lo visto existe, yo lo achacaba a una pesadilla de mi niñez). ¿Cuál será la actitud de la Comunidad Internacional ante tamaña barbarie?. Me temo que psss es la respuesta.

11 diciembre 2005

AMERICAN SPLENDOR (Berman, Pulcini, 2.003)

Siento escribir sobre una película estadounidense en el País de los Pensamientos Profundos, pero hoy he vuelto a ver, esta vez en DVD, el filme basado en la vida del funcionario Harvey Pekar, el tipo que se convirtió en un héroe de culto del cómic underground norteamericano de los setenta y ochenta escribiendo guiones basados en su vida diaria, inicialmente ilustrados por Robert Crumb. Aún no he leído ninguno de ellos (desconozco si están editados aquí), pero la película me parece un absoluto hallazgo. Su forma de alternar los personajes e imágenes reales, los actores (el gran Paul Giamatti, mi segundo actor secundario favorito, aquí un gran protagonista), y las viñetas de cómic, transmiten asombrosamente la sensación de estar simultáneamente leyendo las historietas y viviendo la historia de Pekar; permiten entrar y salir de su mundo, distanciarse y acomodarse dentro de sus peripecias. Globalmente acaba ofreciendo un ajustado retrato de la vida tal cual es: absurda, gris, emocionante, dura, alegre, dramática, desesperante. Reflexiona sobre sus convenciones y limitaciones, sus trampas y esas oportunidades que proporcionan chispazos de felicidad. Por otra parte, la música es fenomenal, haciendo convivir a Pretenders y Clash con Coltrane, Gillespie, la banda de Robert Crumb y Marvin Gaye.

La edición DVD no es demasiado generosa en extras, pero contiene un impagable reportaje de la presentación de la cinta en el Festival de Cannes (donde recibió el premio de la crítica internacional) y las sensaciones del auténtico Harvey y familia, en su primer viaje a Europa.

08 diciembre 2005

JOSÉ IGNACIO LAPIDO – DIRECTO INDUSTRIAL COPERA (GRANADA)

Como aventurábamos ayer… o sea, el día del concierto de Motril, esta gira se está consolidando como la mejor de José Ignacio Lapido en su carrera en solitario, y muy cerquita de los momentos más inspirados en la tablas de 091. Todo lo apuntado en Motril se ha visto cumplido con creces, los vacíos han sido debidamente cubiertos, los detalles han aflorado en todo su esplendor. Jugando en casa y con un mes rodando repertorio, el grupo ha sonado crujiente, fluido, brillante, desinhibido; las guitarras conectaron, los teclados aparecieron; de los temas se desprende algo rabioso, relampagueante. Fraseos stonianos, reflejos sureños, afilados resabios de blues, inmediatez clashica. El cambio en la batería se nota, Popi está correctísimo aunque menos contundente que Lomas, que tampoco lo era en exceso, y espero que la reciente deserción del bajista no suponga un lastre para esta buenísima banda de rock`n`roll (al menos tocará en Toledo y Madrid). El hombre del traje gris aprieta los dientes con tino, mientras su Gibson SG de veinticinco años le sonríe más que nunca. La potencia desplegada tuvo el pero de sonar un pelín fuerte, sobre todo los teclados reverberantes (la obsesión de que el órgano se difumine tiene esas cosas). “Sigo Esperando” explotó en todo su colorido, y puede alcanzar un carisma parecido al de “Espejismo nº8”. El inicio de batería de ésta parecía anunciar más bien “Janie Jones”, después, como siempre, los demoledores riffs de guitarra, las entradas y salidas de “Baby Please Don´t Go”, y ese mítico conjuro blues, bien, bien engrasado (¡grabación ya!). A destacar también esos coros a tres voces (“Bellas Mentiras”, “Por sus Heridas”…). La mano de Keith Richards sustituyó a la de Lapido en los comienzos de “Cuando las Palabras Vuelvan del Exilio” y “No Queda Nadie en la Ciudad” (para mí en su lectura más conveniente). “Zapatos de Piel de Caimán” volvió a sonar demasiado fuerte (Dios Mío, ¿quién dejó a Ramoncín acercarse a esta canción?). Celebro, por otra parte, la vuelta de un “En el Laberinto” sincopado en vez de la tralla de un mes atrás. Algo parecido sucedió con “Más Difícil Todavía”, aquí mucho mejor matizada. De los bises destaco el detalle de la interpretación a voz y piano de “Con la lluvia del Atardecer”, un tema que antes sólo había sonado dos veces acompañado de acústicas en momentos muy determinados, nunca en un concierto, y que es una valiente muestra de desnudez vocal de alguien muy poco amigo de hacerlo. Y, por último, los dos bises que nos debía desde aquel concierto motrileño, “Esta Noche” y “Qué Fue del Siglo XX”. Pocas bandas españolas suenan actualmente tan excitantes.