Nick Cave vuelve a la novela prácticamente dos décadas después de su debut con “Y el asno vio al ángel”. En aquella ocasión pareció quedar exhausto tras volcar en la narración de la vida de Euchird Eucrow, todas sus obsesiones y deudas faulknerianas. Ahora vuelve con un estilo más ágil y aligerado, mostrando menos necesidad de cargar cada frase de abigarrada munición de profundización, descripciones y estilo. Aquí, Cave construye un peculiar relato itinerante urbano, que en su vertiginosa secuencia encierra una mirada despejada y sutil del mundo que nos rodea. Trufado de humor e ironía, está escrito con una inquietante sonrisa de medio lado que sólo relaja en la ternura y complicidad que sabe posar en determinados momentos, sobre todo en lo relativo a Bunny Jr.
Sigue a su personaje principal en tiempo real (con la sola excepción de recuerdos entreverados como chispazos), narrando en inmutable tercera persona, con delectación y detalle, su desenfrenada conducción a través de un túnel cada vez más oscuro; y alternando su punto de vista de narrador omnisciente (la penetración psicológica sigue siendo a cuchillo), con el de sus dos protagonistas. El autor, de todas maneras, enmarca su relato en la fatalidad desde la primera línea y un ambiente grisáceo y cargado de malos presagios envuelve el texto cuidadosamente; tanto en lo meteorológico como en la presencia intermitente de larvadas amenazas, algunas como pistas falsas para jugar con el lector, y otras no. Los personajes, encabezados por el más que lascivo Bunny Munro, rozan lo caricaturesco (sin dejar de ser perturbadoramente reales), y en todo caso son expuestos con trazo vivo; dejando poco margen para que el lector los complete. El bagaje de metáforas y símiles compone imágenes memorables, eléctricas; y las descripciones, vívidas y potentes, responden a su necesidad de transmitir la fiel sensación. Vacíos imposibles de llenar por las oscuras grietas del alma, exceso, remordimiento y amor conforman esta novela que, en mi opinión, sólo flaquea en su dilatada recreación y puesta en escena de la redención, algo tan Nick Cave, por otra parte.
Reseña aparecida en Paisajes Eléctricos.