A estas alturas decir Corcobado, es referirse a una manera muy personal de entender la expresión artística, forjada en los últimos veinte años. Permanece el cantante y poeta apasionado, desgarrado pero ya mucho más reflexivo que torturado: la mirada clavada, la media sonrisa, el susurro y el aullido. Su sonido, con los años ofrece un marchamo poderosísimo, tan retro como expansivo e intrigante, contando en esta ocasión con la vuelta de la guitarra de Javier Arnal, desaparecida desde “Arco iris de lágrimas”. Tomando como referencia su feliz regreso del año 2.003 con “Fotografiando al Corazón”, “Editor de sueños”, sin aportar demasiado ni desmerecer, abunda en las sonoridades etéreas y evocadoras sin renunciar al caos controlado. Detalles acústicos y estructuras clásicas y sencillas, contrapunteados por cajas de ritmos, efectos y entramados de sintetizador, crean una intensa y vivificante confrontación de burbujeantes texturas, cargadas de magnetismo sin perder la potencia y corporeidad de una buena canción. Persisten las suaves melodías que llegaron al mundo del madrileño, procedentes de la música melódica de los setenta para perderse y enfatizarse en su vaporoso concepto, como “Susurro” o el delicado valsecito “Amar”. “Editor de sueños” remite al Corcobado punzante de guitarras obsesivas y asfixiado garaje apocalíptico. ”No quisiera” es el bolero suyo de siempre, cortante y de doloroso lirismo. Trepidante blaxploitation, con agujero negro en medio, circula por el instrumental “Invernadero”; y una atractiva guitarra matiza “Si usted pudiera matar” mientras que “Orquesta de perros” y la chispeante y sixties “Todo empieza con un beso” son de lo más pop que ha compuesto nunca. Por su parte, la voz y composición de Paula Grau se estrenan en “Bahía eléctrica”, frío electro-pop a lo Young Marble Giants.
Finalmente, una despedida tan corcobadiana como “Extermínense” (¿otro “El corazón de tu cabeza”?), desequilibra la colección de canciones con sus veinticuatro minutos: guitarras, aristas, reiteración, riffs en crecimiento, riffs en loop, fantasma progresivo, y espíritu stoogiano; ruido, silencios, disonancias. Nada que deba sorprendernos ya.
Publicado en el nº 235 de la revista Ruta 66.
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