Sala Industrial Copera, Granada (12-01-07)
Amplia afluencia de público para recibir a un Nacho Vegas recién aterrizado de Méjico, donde ha compartido escenario con Bunbury. A pesar de tratarse de un concierto acústico, sin más aditamento, y en un espacio grande, pudo disfrutarse con una calidad de sonido razonable y la atención del público necesaria para apreciar una actuación de estas características. Vegas, acompañado de Xel Pereda, hizo acto de presencia sobre un escenario mínimamente iluminado, decorado con sillones blancos y una mesita con lámpara y botella de whisky y vasos, utilizados con asiduidad. Desde el inicio con “Noches árticas”, “Cerca del cielo” y “Días extraños”, el magnetismo funcionó y quedó claro que el asunto tomaba una atractiva dirección: el apoyo de mandolina y los coros de Pereda dando el contrapunto necesario, la presencia justa para percibir tanto la desnudez interpretativa de Vegas, como para realzar y colorear apropiadamente el resto del repertorio. La mandolina asomó en otras ocasiones (destacable en “Qué te vaya bien, Miss Carrusel”), alternándose con acústica y banjo (en un tradicional asturiano que formará parte de un álbum de próxima aparición, quizá llamado “Teresiña” y en “Cazador”). En temas como la confesional “Ocho y medio” y la adaptación de “Stranger song”, sólo apareció la presencia espartana del hombre del norte. Este formato, lejos de limitar las posibilidades del cancionero de Nacho, potencia sus virtudes, y es prueba irrefutable de la grandeza de sus composiciones y de las posibilidades de su creador, lanzadas desde su guitarra y sus pies clavados en el suelo. La versión que encierra a todos los Vegas, destacando tanto el irónico, surrealista y burlesco de “El hombre que casi conoció a Michi Panero” y “Nuevos planes, idénticas estrategias”, como el narrador, el intimista o el anhelante; el dylaniano, el sombrío o el que deja ver destellos de luz. La turbia “En el jardín de la duermevela”, prevista como despedida, propició el duelo de guitarras, llegando en algún momento a recordarme a aquel hombre del ruido de Manta Ray. Y los aplausos del público propiciaron una postrera despedida con “Añada de Ana la friolera”.
Publicado en el nº235 de la revista Ruta 66
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