31 marzo 2010
DESAYUNO
Él dijo más o menos esto: “En estos casos, también hay que ser honesto”. Y, en los seis segundos siguientes, de los cinco cuerpos que se doblaban sobre sus respectivos cafés, tres notaron una ligera presión nerviosa sobre las cervicales, otro buscó reacciones moviendo velozmente los ojos a izquierda y derecha; tan rápido que más bien pareció un movimiento reflejo, involuntario, acaso incapaz de captar gesto alguno en su entorno. Como no captó la leve sonrisa que dibujaron unos labios justo antes de que una taza de café los tapase.