02 agosto 2012

EL PARTIDO

Durante el descanso del partido el niño se puso infernal, gritaba, se ponía delante de la tele, pugnaba por el mando a distancia, lanzaba objetos contra la pantalla, casi tira las cervezas. Por fin, la madre tomó cartas en el asunto y lo encerró en el dormitorio. Para que no pudiera salir se quedó fuera tirando del pomo hacía sí, seria y sin decir palabra, con los brazos extendidos, haciendo contrapeso con su cuerpo. El niño chillaba y golpeaba violentamente la puerta mientras avanzaba la segunda parte y nosotros increpábamos a los jugadores. Paulatinamente los golpes fueron menguando, espaciándose en el tiempo hasta transformarse en ligeros toques y algún lamento. Pasados unos minutos todo terminó. Habíamos perdido el partido.

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