De vuelta al pueblo un tractorista me increpa por un adelantamiento. Sin perder mi media sonrisa le hago una leve señal para que cierre el pico mientras contesto al móvil; en esto la guardia civil me obliga a detenerme. No puedo ni plantearme ahuecar el ala. Hay otro coche parado al lado y su conductor me lanza una cansada mirada que yo interpreto como un “bienvenido al club”. Asqueado de tanta curva y tanta pérdida de tiempo, oculto el teléfono y paso de quitarme las gafas de espejo; sin embargo, el poli, lejos de, tomándome por un “sudes”, desconfiar y acercarse lentamente acariciando su arma con disimulo, viene a paso ligero rascándose la entrepierna y, después de desplumarme con la multa, me suelta una bronca que dura más de lo debido; no puedo ni siquiera darme el gusto de llamarle “agente”. Llego con paso apresurado a mi puesto de funcionario en el ayuntamiento con el traje levemente arrugado y soltándome el nudo de la corbata, atravesando una muchedumbre de compañeros uniformados con vaqueros y camisas a cuadros de eterno entretiempo. Es ese típico lugar de trabajo en el que nadie pone una excusa para esfumarse cuando está de más (se limitan a quedarse mirando con los brazos cruzados y los que se tienen que largar son los interesados). Como cada día, llevo mi café americano en vaso de papel; menos mal que ya se han acostumbrado, antes se mofaban, a la vez que se asustaban por la vitalidad que derrochaba. Que les den, ya se ha acabado eso de aparecer con una bolsita de donuts para compartir; me los como pensativo junto a una papelera, observando el tráfico en la esquina más concurrida. Mirando escenas que duran siempre más de lo debido. No como en las series norteamericanas, donde hasta lo más inverosímil termina encajando; con esas miradas y gestos cargados de intención y oportunidad, sus elocuentes silencios, sus frases cortantes, y el ritmo siempre ágil de unas vidas en las que no paran de pasar cosas que duran lo justo, sin todos esos cabos sueltos de tiempo que a este lado de la pantalla se traducen en más años de los debidos.
Publicado en el nº137 de la revista de humor on line "El Estafador" dedicado a las series de televisión.
Publicado en el nº137 de la revista de humor on line "El Estafador" dedicado a las series de televisión.
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