22 septiembre 2013

ADIÓS, BARBIE FORZADA

Después de leer el estomagante artículo “¡Mi bolso!”, publicado por Edurne Uriarte en la revista “Mujerhoy.com”, lo primero que me viene a la cabeza es que se trata de un inmenso error estratégico por su parte, dado el marcaje que sufre. A mí, Edurne, antigua miembro de la ejecutiva del PSE y profesora universitaria amenazada por ETA; la cual creo que llegó a sufrir incluso un intento de atentado, no me caía mal. Ahora me cae peor, no por haber puesto tierra de por medio con un PSOE turbio y ambiguo tanto en cuestiones de relación con el entorno etarra como en su idea de España; ni siquiera por acercar sus posturas a las del PP, sino por ejercer en su faceta de articulista y tertuliana un seguidismo vergonzante y a veces casi forzado de la línea trazada por el gobierno actual. La politóloga estoica de antigua sensibilidad progresista, que parece conducir su criterio con el único fin de no coincidir nunca con la izquierda, denota en la actualidad un pensamiento desactivado, acrítico y atrofiado. Tan previsible como el de la mayoría de sus compañeros de oficio tertuliano, los cuales demuestran cada día más no tener opinión, sino oficio.

El artículo en cuestión me parece un tanto artificioso en su inabarcable frivolidad, ya que no creo que ésta sea la verdadera Edurne, por mucho que le gusten los bolsos y los complementos. Simplemente saca el estridente tono pijo y falsamente desenfadado que conviene a esta colaboración, la cual imagino pasará a engrosar mensualmente su abultada soldada.

De cualquier forma, es realmente vomitivo (y sobre todo revelador) que alguien cuyo trabajo consiste en observar día tras día una realidad compleja y durísima para reflexionar sobre ella, cambie tan fácilmente de registro y se dedique, con una brutal falta de sensibilidad y empatía por los demás, a hacer alarde (en un momento como éste), de su poderío económico y el de sus amigos, y de una posición de superioridad capaz de permitirle perdonar la vida a un camarero que ha cometido una torpeza al servirla.


Pocas veces estoy de acuerdo con ella, pero a partir de ahora eso carecerá de importancia, ya que simplemente no volveré a creerla. Adiós, Barbie Forzada.




Artículo de Edurne Uriarte

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