La posibilidad de viajar en el tiempo pasó de rumor creciente a noticia. El prototipo que vimos en la Feria Tecnológica 2.011, aún presentaba cierto aspecto esotérico, aunque quizá fuese simple y llana mercadotecnia: dos asientos ergonómicos, rodeados de redondeces lúgubres y color oro envejecido. Terciopelo aquí y allá. Y su cinturón de seguridad con el logotipo de la empresa. Al salir de allí nos palpitaba el corazón y mirábamos con algo de lástima a todos esos ciudadanos grises que nunca se enteran de nada. Exprimimos nuestros contactos, amenazamos, suplicamos, sobornamos y prometimos puestos de trabajo, hasta que finalmente recibimos en el buzón de la empresa la llave que simbolizaba la invitación exclusiva a usar el prototipo antes que nadie, junto con un impreso en clave en el que especificar a qué lugar y época, pasada o futura, queríamos viajar. El día señalado nos presentamos en un lugar estratégico que nadie conocía y subimos al prototipo. Nos cerraron la portezuela y seguimos las instrucciones de una pantalla táctil que, insistieron, era muy intuitiva. Minutos después comenzó a bajar la temperatura, perdimos la noción del tiempo, y sólo notamos un persistente zumbido, entumecimiento, hambre y barba creciente. Más frío, y la pantalla que finalmente nos invita a permanecer sine díe en el Punto Cero por repentino overbooking debido a miles de viajes no coordinados provenientes de España.
Publicado en el especial nº100 de la revista de humor on line "El Estafador" , dedicado a los viajes en el tiempo.
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