08 julio 2010
ÁLEX ROMERO & LÓPEZ RUBIÑO “La canción de los gusanos” (Norma Editorial, 2.010). Guión Álex Romero, dibujo López Rubiño.
Se trata de un tebeo cuya peripecia se sitúa en la Primera Guerra Mundial, pero su análisis, como en toda obra que se precie, es extrapolable, no sólo a cualquier conflicto armado, sino a toda situación límite en la que los valores y debilidades del ser humano entren en colisión. El dibujo cuida lo espectral, transmitiendo una insondable sensación de vacío tanto en las caras, gestos o miradas, como en los objetos, paisajes y “telones de fondo”, subrayada por motas de belleza. Pone de relieve lo tétrico; el inerte y azaroso espacio entre la vida y la muerte; el reseco ruido de los pasos con una caminar gris pesado; una apremiante sensación de estupor; la desolación del campo de batalla tras la refriega, convertido en el desdibujado contorno de la miseria, la sangre seca y el polvo sin fin; continuo y rutinario deambular de burlones y ligeros espíritus desmembrados por la guerra y las ratas. El tiempo parece quedar detenido entre episodios escalofriantes y frases lapidarias, delirio, cinismo e ironía. Los autores consiguen trasladarnos el olor de la muerte allí donde la vida trastabilla ante el peso e influencia de aquélla, desarrollando una asombrosa historia (que me niego a denominar fantástica de tan palpable como es) de desesperanza, crueldad, hipocresía, ilusiones rotas y predestinación; y ofreciendo una reflexión muy personal y pausada acerca del gran absurdo que se cierne sobre la vida y el destino de las personas en cualquier caprichoso momento, tras cualquier caprichoso desencuentro de esos poderes que perpetuamente nos superan y someten. Casi podemos alcanzar a ver el incesante batir de la puerta que separa a los vivos de los muertos. Viñeta a viñeta, en un inquietante suceder, el ser humano saca a pasear, violento, cruel e insensible, lo peor de sí sin embarazo. Aterroriza la constatación de que, liberado de convenciones morales en un momento determinado, oculto tras la aniquilación de las reglas básicas, el hombre se inclina por liarse a dentelladas y encuentra su mayor placer en la imposición bruta. Hay que leerlo.