Y
entonces la radio dijo que el tinte de las servilletas era tóxico
y nos
aconsejó ponernos a cubierto
al día
siguiente de que volase el techo.
Y la
publicidad miente subiendo el volumen.
Y la
vida hormiguea sin hormiguero
con
ojos vendados
y oídos
saturados.
Y cada
tele ha construido un pequeño policía dentro.
Atento
mientras
pisas el papel de regalo,
tú,
evolucionado ser de complejos matices:
un día
una mano enguantada llamará a tu puerta
y te
dará a elegir entre el blanco y el negro.
Y en el
supermercado,
alguien
te toma del brazo para advertirte
que hemos
llegado al final de algo
que ni
siquiera habíamos empezado,
pero no
pronuncia palabra
sólo
tiembla y te transmite
el
poder de su miedo.
No
dobles más tu único billete
al
abrirlo seguirá siendo de otro.
Levántate
y anda, dice el ministro.
Los que
pueden cambiar algo
se
lamentan de tu mala suerte.
Ya no
me queda lirismo,
sólo
urgencia;
del
centro del poema sale otro poema
y las
manos de hierro y sangre
achican
versos a zarpazos de seguridad nacional.
Hay que
avanzar,
dicen
subiendo el volumen
después
de convertir la verdad en polvo
al
dividirla en mil con el carné del partido
¡Síganos
señor, no sea un perdedor!
si se para
muere (o le matan)
(o le
matamos nosotros)
por un
error de comunicación
entre
departamentos.
No se
alarme, el porcentaje es de un uno por ciento.
1 comentario :
Uff. Muy bueno.
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