La existencia de T.N.T. supuso un paso adelante para el punk, aunque pocos se enterasen; ya que
todos los que se han acercado a esta música, a esta actitud, con ideas propias
y determinación la han engrandecido y extendido hasta nuestros días. Si no por
sonido (y no por culpa suya desde luego: si la cosa hubiese sonado la mitad de
como fue concebida nos hubiese volado la cabeza), los granadinos sí destacaron por
intenciones y talento compositivo; por los terrenos que pisaban (antes que nadie)
y el rastro palpitante que dejaba su galope cuando pasaba sobre ti, agotándote
y activando tu mente. Me refiero a la capacidad de crear un espacio personal de
reflexión y rabia.
Todos los proyectos de Jesús Arias son así, parten de esa
esencia, pasen los años que pasen (corre a escuchar lo que pilles de su
encarnación actual, Qüasar, si no me crees): tensos espacios erizados de inquietud,
donde conviven en constante fricción desahogo y pensamiento. Jesús nunca se ha
terminado de llevar bien con el nihilismo ni las formas musicales unívocas, por
eso “Manifiesto Guernika” era un acto absolutamente político que no vociferaba
desde la relajación mental del panfleto. En él convivían urgencia, ansiedad, denuncia,
pero también desengaño, locura y frustración.
Los temas que conforman este disco cayeron en mis
manos apretujados en la cara B de una cinta pintada completamente de negro, en
la que alguien me pasó aquel único elepé de T.N.T. Muestran la construcción, la
afinación de la puntería de ese grito propio; los aciertos y las dudas, los
préstamos, los tics, las versiones de aprendizaje, o los primeros resultados de
sus escuchas de “London Calling”, con aquellos temas escupidos por Joe
Strummer, alguien tan importante en las vidas de Jesús o José Antonio García pocos
años después. El proceso de crecimiento, en definitiva, de una propuesta que día
a día ganaba en coherencia y solidez, y que se iría volviendo más compleja y
oscura, sin perder un ápice de pegada (sí, ahí, en el bajo vientre). Contiene ya
algunos de sus himnos incontestables, como “Cucarachas”, la abrasiva sucesión de imágenes de “1.984
Euroshima”: el mañana petrificado, vigilancia y alienación, el caos y el
dolor atajando entre pasado y futuro. O “Sin
futuro”, con esa letra que atraviesa espejismos como un puñetazo para
permanecer siempre presente; ese estribillo redondo, ese grito que enronquecía
nuestras gargantas. En resumen, el curso de la plasmación de todo un precoz
ejemplo de madurez rabiosa.
Texto aparecido en la hoja interior del disco del grupo granadino T.N.T. "Una naranja mecánica". Edición en vinilo de su mítica maqueta de 1.981, a cargo de Vomitopunkrock records.
No hay comentarios :
Publicar un comentario