RAÚL BERNAL “LA
PROFUNDA HUELLA DEL AMOR Y EL COMPROMISO”
Hace unos dos años, el murciano
afincado en Granada Raúl Bernal hizo
público un particular manifiesto. Allí declaraba su proyecto musical (Jean Paul), fuera de la inercia del
mundo de la música y sus tejemanejes, exponiendo claramente sus decisiones al
respecto. Se trataba de un texto realmente alternativo, lúcido, comprometido
con su amor por el arte de hacer canciones; sin egolatría ni soflamas que
lastraran su contundencia. Ocho años antes de ese escrito, conocí al
multiinstrumentista Bernal como nuevo teclista del grupo de José Ignacio Lapido. Allí estaba, situado
a la izquierda del escenario, generalmente de perfil, su melena envuelta en
humo, enriqueciendo y subrayando el poso clásico de una música intemporal. Sus
dedos atacaban las teclas con decisión, pero había mucho más por descubrir. A
partir de 2007 comencé a seguir con interés la evolución de Jean Paul. El
teclista, bien afianzado en los estribos de sus referencias musicales y
literarias, ahora hundía y apretaba los dedos en la tierra fértil de sus
propias composiciones, arrastrando su voz mate por un relieve musical que es
piel a medida de un discurso imbuido de poesía; ofreciendo canciones
inagotables, de esas que saben marcar su terreno y con sus dedos pulsar al
oyente. Espacios cerrados y turbulentos, crepusculares, poderosas imágenes
panorámicas; evocación, reflexión acaso dolorosa, amor, ironía, desnudez,
destellos de luz. De todo esto y mucho más nos habla Raúl Bernal.
¿Cuándo tuviste claro
que querías dedicarte por entero a la música?
Comencé a escuchar discos de
forma consciente cuando tenía unos seis años, y me encantaba. A esa misma edad
aprendí a poner vinilos en el tocadiscos de mis padres. Algo más tarde comencé
a estudiar música, con ocho años. Acabé la carrera de piano con veinticuatro,
toda una vida. No era muy consciente de estar estudiando una carrera por
entonces. No sé si alguna vez tuve claro que quería ser músico, lo que sí
recuerdo claramente es el momento en el que me di cuenta de que me había
convertido en músico, y me sentí realmente feliz en ese momento. Rondaría los
quince años. A esa edad comencé a tocar en grupos de rock hasta ahora, en ese
momento salto la chispa.
Háblanos de los
teclistas o músicos en general que más influencia han tenido sobre ti y por
qué.
Hay dos teclistas que han tenido
una gran influencia sobre mí y sobre mi forma de tocar, para mí son mis ídolos
desde que era muy joven, uno es Ray Charles y otro es Richard Manuel. A Ray
Charles lo he estudiado mucho y tomado prestado algún que otro truco. De
Richard Manuel intenté absorber su suciedad equilibrada, no es un grandísimo
pianista, pero tiene mucho corazón.
También me han influenciado mucho
Dylan, Dr. John, Tom Waits, Nick Cave, Cohen, Young y un largo y extenso etc…
¿Cuáles fueron tus
primeras referencias como compositor, las que te empujaron a escribir
canciones?
Antes de descubrir a Cohen y
volverme loco con sus canciones empecé a escribir pequeños bocetos que se
asemejaban a canciones, un tanto oscuras y con poca estructura, a modo de
ensayo, frustrante en muchos de los casos. Me empapaba de los discos que tenía
por casa: Beatles, Simon and Garfunkel, Bee Gees, Stevie Wonder…pero no me enteraba de lo que decían las letras.
Hasta que escuché a Serrat, pero era
la música que les gustaba a mis padres, por lo tanto huía un poco de ella,
ahora me fascina. Lo que realmente me golpeó duro y me hizo querer hacer
canciones como esas fue el disco “Dragón Negro” de Esclarecidos. Entendía las letras, me encantaba la música y tenían
un halo de tristeza y esperanza a partes iguales que me emocionaba. Hoy en día
sigo escuchando ese disco y me sigue fascinando como la primera vez.
¿Qué canciones o
libros te han facilitado mejores herramientas para tratar de comprender el
mundo que te rodea?
Ha habido muchas canciones y
muchos libros que me tomé demasiado en serio y cambiaron mi forma de pensar e
incluso me llevaron a tomar decisiones importantes. La Generación Beat fue muy
importante para mí en la adolescencia, también Rimbaud y Borges, Capote, Rilke, Dylan, Cohen, Waits…
Han sido muchísimas canciones y
muchísimos libros, ahora intento que no me afecten tanto, no me los tomo tan en
serio, he crecido y no es que ya no crea en ellos, sino que la vida ya no la
vivo de una forma tan literaria como intentaba hacerlo antes.
De entre tus músicos
favoritos, ¿cuál de ellos gestiona mejor los silencios?
Sin ninguna duda, Shostakovich.
Supongo que estarás al tanto de los últimos libros que, han aparecido
diseccionando todo aquello de la escena indie
de los noventa y la actitud que
mostraba ¿Qué opinas acerca del
compromiso político de los músicos? ¿Es reprochable crear sin incidir en la
realidad social?
Intento estar al tanto de todo
cuanto sale sobre música que me interesa. No dejan de parecerme oportunistas
muchos libros que han aparecido sobre el indie
y demás, nos venden la heroicidad de todo aquello y novelizan demasiado lo que
realmente fue, una lucha contra lo establecido y la aparición de una escena y una
forma de ver la vida y la industria propia, nueva. Todo se engrandece pero ya
te dije antes que no me lo tomo todo tan en serio como tiempo atrás. No creo en
tantas cosas como antes.
En cuanto al compromiso político
me parece de ley mezclarlo en tu obra y también no hacerlo. No es reprochable
ninguno de los casos. Pero sí hacerlo sin elegancia. Gandhi o el Ché…yo elijo
el primero.
¿Puede considerarse
tu estancia en Grupo de Expertos Solynieve como tu principal acercamiento al
público indie?
Dudo que exista un público indie. Creo que es una moda, algo así
como tatuarse símbolos sin saber qué significan. Existe un público que va a
salas y otro que va a festivales. También dudo que gran parte del público al
que se le denomina indie sepa
realmente qué supone que un grupo sea indie.
¿Han cambiado en algo las condiciones que te empujaron a publicar aquel
manifiesto de 2013, referido a las actuaciones en directo de Jean Paul y sus
lanzamientos discográficos?
No han cambiado nada, sigo pensando exactamente lo mismo,
por eso hago giras tan extensas y tengo este éxito atronador.
Los cambios sustanciales acaecidos estos años en el negocio de la
música (caída de ventas, internet, posibilidades de autoedición, etc.) ¿han
supuesto en algún momento un cambio real de las reglas de juego?
Las reglas del juego cambiaron
hace bastantes años. Bajo mi punto de vista desde que el gobierno de nuestro
país hizo campaña en contra de los músicos y los artistas que nos buscamos la
vida como buenamente podemos todo empezó a irse a la mierda, la subida del
I.V.A. es una treta para acabar con los que podemos hacer revoluciones hoy en
día. La música es muy poderosa y lo saben, están acabando con ella y con toda
una profesión muy digna y cruda que da trabajo a mucha gente. Hoy en día hacer
canciones, sacar discos, tocar, es una rebelión, es luchar contra ellos.
Caen las ventas y es lógico,
internet es un escaparte mundial y no hay control sobre las descargas ilegales,
por lo tanto la gente lo usa lícitamente, no se arremete contra las grandes compañías
telefónicas, sino contra los usuarios. Error. El mal, el demonio, son las
compañías telefónicas, ellas se llevan el dinero que nos corresponde dando
manga ancha a cualquiera que le de cuarenta euros mensuales. No es gratis
amigos, le pagáis a los malos, no a los buenos. El pueblo tiene culpa de no ser
respetuoso con los artistas, deberán pasar varias generaciones para ello. El
gobierno es el que debe controlar a las compañías telefónicas, no al usuario.
La picaresca tiene varios siglos de antigüedad, lo llevamos dentro.
Ahora lo que debemos hacer es no
funcionar como en los 80´s o 90´s, hay que mostrar tu trabajo de otra manera,
algo más pura, más real. Y sobretodo acabar con todos los intermediarios
innecesarios.
¿Qué canción te ha
costado más componer?
La que llevo treinta y cuatro años intentando hacer. La
mejor.
Dolorosa |
Como compositor, ¿llega un momento en que el proceso compositivo tiende
a abandonar el terreno de la aventura y el riesgo por mor del oficio?, ¿cómo se
combate, en ese caso, esa tendencia?
Supongo que llegará ese momento
cuando tienes un grupo de gran éxito y todo el mundo te exige que hagas siempre
lo mismo. No sé. En mi caso, cada composición es un comienzo nuevo, en ese
proceso existen por igual momentos azarosos y técnicos, desconocemos la forma
final, todo va cambiando continuamente. Siempre existe riesgo, partimos de cero
y buscamos siempre lo mejor.
Cada compositor tiene que buscar
su voz y tener su discurso y no conformarse nunca. Esa quizá sea la forma de
combatir la autocomplacencia.
“Las
reglas del juego cambiaron hace bastantes años. Bajo mi punto de vista desde
que el gobierno de nuestro país hizo campaña en contra de los músicos y los
artistas que nos buscamos la vida como buenamente podemos todo empezó a irse a
la mierda, la subida del I.V.A. es una treta para acabar con los que podemos
hacer revoluciones hoy en día. La música es muy poderosa y lo saben, están
acabando con ella y con toda una profesión muy digna y cruda que da trabajo a
mucha gente.”
Siguiendo la estela
de un poema tuyo, ¿escribir canciones libera al monstruo o lo alimenta?
A partes iguales. Si realmente te
sientes un escritor de canciones siempre harás canciones por necesidad, por una
sensación de libertad y siempre te llevará a escribir canciones la sensación de
querer vaciarte y sacar tus miedos, tus verdades y tus mentiras. Es grato y
doloroso. Capote lo resumía muy bien en su prólogo de “Música para camaleones”:
“Cuando uno tiene un don también tiene un látigo y ese látigo sirve únicamente
para autoflagelarse”.
Háblanos un poco del
sello Cabaña, ¿cómo funciona?, ¿qué expectativas tiene?, ¿qué trata de
recuperar?
Cabaña es un sello discográfico
sin ánimo de lucro. Una asociación que hicimos cinco amigos de Granada: Luis Arronte, Dani Estévez (Estévez), Fran Ocete y Chesco Ruiz (Brío Afín)
y un servidor. La idea es editar discos en un formato elegante y devolverle al
disco el valor de la unicidad. Sacamos pocas copias, nos financiamos nosotros
mismos, nos promocionamos nosotros mismos y nos vendemos nosotros mismos. La
idea es hacerlo grande y sacar muchos discos, claro. Tenemos una línea clara de
edición. La temporada que entra esperamos poder lanzar tres trabajos nuevos.
Estamos contentos, es un proyecto muy bonito hecho entre amigos y lo único que
necesitamos es vender copias suficientes para poder financiar el siguiente
proyecto. Así funciona Cabaña, apoyando los trabajos que estén en la calle en
ese momento como si fueran los nuestros propios y esperar nuestro turno para
lanzar el proyecto de cada miembro del sello. Todo el dinero que se genera
siempre va a parar al sello, nadie se lucra con ello excepto el sello, que
aportará esas ganancias para siguientes trabajos. Lo que se llama Amor al Arte,
vaya.
Como director de una academia musical tan especial como Gabba Hey ¿qué
balance haces de este primer año de funcionamiento? ¿qué es lo que más te está
sorprendiendo de esta experiencia?
El balance es fabuloso. Lo más
destacable: que no estamos solos. Hay mucha gente interesada en el rock, y con
unas ganas tremendas de aprender, de formar una banda, de grabar discos. Es muy
bonito ver cómo gente que entra en la escuela sin saber prácticamente nada
puede llegar, en un año, a hacer conciertos, grabaciones… Gabba Hey se ha
convertido en lo que queríamos que se convirtiera, un lugar de encuentro donde
se aprende mucho y donde se disfruta mucho. Entre alumnos y profesores hemos
formado una gran familia. Es muy chulo ir a tu trabajo cada día sabiendo que
eso es así.
En tu caso, ¿Cuáles
suelen ser los mejores momentos para escribir canciones?
Lo mejor para componer canciones
es tener tiempo. A mí me escasea bastante, así que hago canciones en cualquier
lugar, grabo ideas en el móvil, escribo ideas en mi moleskine, cuando tengo tiempo en casa cojo la guitarra e intento
ponerlo todo en orden. Si alguna idea fluye y me parece buena no paro hasta
terminar la canción. Pero el tiempo es fundamental a la par que fugaz.
¿Cómo ha influido en
el sonido y en el desarrollo del proyecto Jean Paul el hecho de contar con el
apoyo y continuidad de los músicos que te acompañan?
Jean Paul empezamos siendo una
banda, haciéndolo todo juntos, empezamos muy fuerte tal vez. Cuando una banda
se tropieza una y otra vez todo se acaba quemando. El primer disco “Breve
Historia Universal” fue un disco de banda cien por cien. “Manqué” fue un disco
de una banda acompañando a un cantante y “Ocho variaciones sobre el futuro” fue
mi álbum más solitario, conté con los miembros del grupo pero nunca ensayamos
para el disco y no hicimos ningún concierto como banda para presentarlo. Fue un
disco muy mío. Estaban prácticamente todos los arreglos antes de empezar a
grabar con los músicos. A todos les agradezco enormemente su apoyo y
colaboración desinteresada en cada momento. Ahora cada uno tiene sus proyectos
y su energía en ellos y ojalá les vaya genial.
¿Te pasa como a Dylan,
que dice que nunca escucha sus discos una vez acabados?
A mí me gusta escuchar mis
discos, naturalmente no lo hago con mucha frecuencia, pero de vez en cuando me
gusta revisitarlos y ver si envejecen bien.
¿Qué ha supuesto José
Ignacio Lapido para tu desarrollo como músico y compositor?
Jose es una persona maravillosa.
Le tengo un respeto enorme como persona y como músico. A mí me acogió en
Granada, de esto hace más de once años. Me ha enseñado mucho, a entender mejor
el lenguaje del rock, me ha descubierto muchísima música y como compositor es
uno de los mejores, sin duda. Siempre que hago canciones pienso en si le
gustarán a José Ignacio. Es el oráculo. Le tengo muy agradecido todo lo que ha
hecho por mí, todo el apoyo que me ha demostrado siempre y los grandes consejos
que me ha dado. Es el mejor.
Respecto del grupo
Dolorosa. ¿Tenéis previsto publicar algo próximamente?
Con Dolorosa tenemos entre manos un disco, hace poco estuvimos
encerrados en La Alpujarra grabando todas las canciones que teníamos. En breve
comenzaremos las mezclas y el siguiente paso será editarlas, pero no tenemos
prisa, queremos hacerlo bien, buscar un buen lugar para las canciones y pensar
sobretodo en el futuro del grupo, queremos que Dolorosa dure muchos años.
¿Componer para otra voz, tan distinta a la tuya, introduce otros puntos
de vista en tu forma de enfocar las canciones, incluso los textos? ¿crees que estos
puntos de vista afectan al conjunto de tu trabajo compositivo?
Un compositor no debe encerrarse
en un estilo concreto o en una forma concreta de canción. No creo que afecte al
conjunto de tu obra que en algún momento explores otros caminos.
Lo que siempre tuve claro con
Dolorosa es que no quería que las canciones fueran Jean Paul cantadas por
Natalia. Quise separarme de Jean Paul, también por necesidad, necesitaba
quitarle gravedad a mis canciones y a la forma de decir las cosas. Con Dolorosa
todo es más coloquial, la música es menos dramática, no hay tanto teatro como
en Jean Paul. No dejo de lado la forma poética de decir las cosas en una
canción ni tengo miedo de utilizar palabras que jamás había utilizado. Son
canciones al fin y al cabo, respeto el proceso y la profesión, luego cada
canción es cada canción.
“Me ha enseñado mucho, a entender mejor
el lenguaje del rock, me ha descubierto muchísima música y como compositor es
uno de los mejores, sin duda. Siempre que hago canciones pienso en si le
gustarán a José Ignacio (Lapido). Es el oráculo.”
Me gustaría saber en qué
estado se encuentra ahora mismo Jean Paul, y qué otros proyectos tienes en
mente.
Jean Paul lleva bastante tiempo
en un reposo indefinido. Empleé todo mi esfuerzo en Dolorosa y lo dejé de lado,
la verdad es que pensé en abandonarlo de una vez y no hacer ningún disco más
como Jean Paul, pero Bandaàparte no me deja y me han propuesto publicar un
libro-disco. Así que estoy en ello, escribiendo y componiendo canciones para
Jean Paul. Estoy bastante lejos de Jean Paul, me cuesta volver a acercarme,
pero cada vez estoy más cerca. Espero que en algunos meses aparezca ese libro y
ese disco.
Proyectos tengo muchos, me gusta
tenerlos. Hay cosas grandes y cosas pequeñas, espero su llegada de forma
tranquila, no obsesionándome, pero con esperanza. Todo está relacionado con la
música y la literatura, así que mientras mi vida gire en torno a ello, seré
bastante feliz.
Recuerdo que durante la presentación en Granada de “Y mientras Roma
ardía”, el poemario que publicaste con Bandaàparte en 2012, dijiste que, una
vez revisados los textos, tuviste la sensación de haber mostrado demasiado de
ti ¿Te sientes más resguardado en una canción que ante el texto desnudo?
Creo que la hoja de papel es más
traicionera que una canción. En la canción siempre estás más protegido, dices
las cosas como las sientes, tú eres tu propia voz. En el texto es diferente, no
hay elementos alrededor de las palabras, alguien te pone voz, alguien se mete
dentro de ti y te examina. Estás expuesto a cualquiera y de la manera que ese
cualquiera necesite hacerlo. Es más real que la música.
Siendo escritor y compositor. ¿Hay textos que desde que nacen tienen
pinta de canción o van adaptándose?, ¿las músicas y sonidos que desarrollas en
cada momento determinan el tipo de letra?
Pocas veces me ha pasado que haya
convertido un poema en canción o viceversa. Mi proceso creativo es un tanto
inusual. No parto totalmente de un texto, puedo partir de una idea o una frase,
a veces de una melodía o una progresión de acordes, pero a la hora de fabricar
la canción me gusta que letra y música vayan de la mano, a la vez. Si no tengo
la letra no continúo, no sigo haciendo música, necesito que la letra y la
música se alimenten una a otra y se sustenten de la misma manera. Para muchos
compañeros es un proceso bastante extraño, para mí es normal, no sé hacerlo de
otra manera.
¿El cine es una
influencia para ti?
Por supuesto. Antes, cuando
empezaba, era una de mis mayores influencias, sobretodo las películas de Truffaut o de Fritz Lang, Bogart… Ahora
el cine me influye de otra manera, la literatura es mi mayor fuente de
inspiración en este momento.
Pensando en vinilos,
¿qué significado tiene el objeto, el continente musical para Raúl Bernal?
Para mí el vinilo tiene un
trasfondo romántico (supongo que para alguien que haya nacido en la época del
CD, el vinilo no le dirá demasiado), como objeto me parece muy bonito, las
portadas son más grandes, se ven mejor, se lucen más. El vinilo no se escucha
mejor a menos que todo el proceso sea analógico, entonces sí, por eso los
discos antiguos suenan como suenan, el “Harvest” de Neil Young no suena igual
en vinilo que en cd. Quitando toda la
historia técnica y demás, a mí el vinilo me transporta a otros tiempos, a
cuando te lo prestabas entre amigos, cuando te quedabas embobado viendo la
carátula mientras sonaba una y otra vez en el giradiscos, al cuidado que tienes
al ponerlo, a limpiarlo, al disgusto que te llevabas y te llevas cuando se te
raya, a ordenarlos por orden alfabético y unos meses más tarde a hacerlo por
fechas…es una forma de vivir la música muy bonita…hay quien no lo entenderá,
somos pocos, por eso quizá sigue siendo tan especial.
¿Cuál ha sido el consejo más delirante que has recibido desde que te
decidiste a publicar tus canciones?
“No hagas 500 copias, haz 1.000, seguro que las vendes”
Entrevista publicada en el nº3 de la revista "Lugares Comunes".
Fotos: Cris Ferreiro.
Fotos: Cris Ferreiro.
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