09 noviembre 2012

UNA HABITACIÓN CON VISTAS

No admitiré más fotos, estoy harto de que los del pueblo seamos la atracción de todos esos turistas extranjeros o procedentes de ciudades españolas que parecen turistas extranjeros, con ese aire que se dan de no haber pisado un pueblo en su vida. Estoy harto de sus autobuses y de los guías buscavidas que llaman a mi puerta a cualquier hora. De sus preguntas absurdas y risitas. De sus monedas de cincuenta céntimos o un euro sobre el ataúd. Al principio tuvo gracia: unas fotos, los periódicos, algunos reporteros de televisión, etc. Pero ya no. Todos nos machacaban con aquello de que teníamos que crear riqueza por nosotros mismos, nos amenazaban con retirar toda ayuda o subvención, los medios paseaban las fotos de los más desdentados y las viviendas más ruinosas por todo el mundo. Por eso un día, Pedro, el alcalde, que vive en la ciudad, nos reunió a los trescientos cuarenta y ocho vecinos que quedamos para hablarnos de las vistas del cementerio, de su situación privilegiada en lo alto del monte, algo único a nivel mundial, decía; de lo incómodo del acceso, de que estamos todos cada vez más mayores, de que la vejez es inexorable; de ecología, de economía sostenida y más cosas. Total, que nos convenció para cambiar el cementerio de sitio y que en su lugar construyesen unos apartamentos de los que por ahora sólo se ve la estructura de hormigón a medio hacer. Después de derruir a todo correr el muro encalado y los tejados, destruir los nichos y arrancar los cipreses, que bien altos estaban, ya no se ve movimiento alguno. La cosa es que Pedro, un par de días antes de comenzar las obras, nos volvió a reunir para decirnos que faltaban unos permisos o no sé qué, y que ese cementerio reluciente y amplio que nos iba a construir la promotora en menos de una semana aquí cerquita, en el antiguo campo de fútbol, se iba a retrasar unos días. Así qué, tuvimos que guardar provisionalmente los restos de nuestros muertos en nuestras cocheras y patios. Y ahora van pasando los meses y nada. Excusas, promesas, que si crisis, que si ERE, que si bancos, que si la Administración Central, y mientras, nosotros rezando para no morirnos en estas condiciones y creando riqueza por nosotros mismos dejándonos fotografiar junto a los féretros con el traje típico puesto y una sonrisa.



Publicado en el nº140 de la revista de humor on line "El Estafador", dedicado a los cementerios.

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