ANTONIO FERNÁNDEZ
FERRER “Monodiálogos frente al espejo” (Editorial Nazarí, 2016)
El granadino Antonio Fernández, profesor
y maestro de tantos, músico, ensayista y poeta de largo recorrido, se acerca
esta vez al relato corto partiendo de una idea que empezó a tomar cuerpo en su
blog personal, hasta crecer lo suficiente como para exigir un tratamiento más
meditado.
“Monodiálogos frente al espejo”
es un libro positivo, aunque no por ello cómodo o exento de sustancia ni de
capacidad de denuncia. En él conviven de forma natural la sencillez, el guiño
cómplice y el análisis. Se valora el paso del tiempo, el significado de las
cosas; y se celebra el placer de lo cotidiano, de los pequeños detalles que nos
acompañan, que nos modulan con su modesta y tranquila presencia. Creo que
Antonio se ha divertido escribiendo este libro, recopilando anécdotas, pequeñas
situaciones; anotando consideraciones sobre música o literatura, y sus procesos
creativos; u ordenando las reflexiones a que nos empuja el paso de los días en esta
España dominada por el absurdo, unas veces tan dramática y siempre tan
difícilmente explicable. El humor, la ironía o la mordacidad, son ingrediente
común de estos monodiálogos, o breves
intercambios de opiniones entre el autor y su alter ego. Ese otro yo situado al
otro lado del espejo que le complementa, culminando su personalidad; que sirve
tanto para sacar a relucir sus dudas como para reafirmar de sus posiciones. Así,
mediante textos breves estructurados en forma de diálogo consigo mismo, el
autor pone en liza dos puntos de vista sobre los temas de siempre, o sobre
otros desarrollados al filo de actualidad política y social, y que,
habitualmente, no son más que el reflejo de los temas de siempre. Esos puntos
de vista que juegan al tenis en nuestras cabezas en no pocas circunstancias.
Los textos, de amenísima lectura,
están cuajados de buenas observaciones, decantados con la lucidez que sólo
proporciona la experiencia de quien pasa por la vida observando con mirada
clara el mundo que le rodea. En muchos de estos monodiálogos, asistimos a un interesantísimo intercambio de ideas; y
somos testigos de la evolución del pensamiento del autor, dentro de un conjunto
en el que la concisión es virtud. Un libro que, afortunadamente, se niega a ser
el típico texto de autobombo tan común por estos lares.
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