Cuando tomamos las calles, lo primero que hicimos fue
celebrarlo. Después, en la Asamblea, movidos por la emoción y deslumbrados por
las posibilidades que se nos presentaban, esbozamos grandes y ambiciosos planes
que trataban siempre de ir un paso más allá que el presentado inmediatamente
antes. Nos contradijimos, nos enfrentamos, nos reprochamos. Nos mandamos a
callar unos a otros sin dejar de lanzar, negar y matizar ideas y propuestas que
se solapaban y atropellaban en el aire. Más tarde, ya agotados y algo confusos,
nos fuimos quedando callados, pensativos. Entonces, los asesores comenzaron a
subir las persianas de sus amplios ventanales. Se asomaron cautelosamente y nos
fueron llamando por teléfono para ofrecer el rápido e imprescindible apoyo
técnico y logístico.
29 mayo 2019
28 mayo 2019
28 DE MAYO EFEMÉRIDES
28-05-1949:
Fecha de nacimiento de Wendy O’Williams,
cantante del grupo neoyorquino The Plasmatics,
en Rochester (Nueva York). Tenía dos hermanas y su padre trabajaba en Kodak. Su
forma de vestir y su figura, prematuramente desarrollada, la hicieron objeto de
las burlas de sus compañeros de clase. Aunque tímida y retraída, según sus
profesores del instituto, pronto comenzó a desaparecer de casa durante días,
aventurándose en incursiones de sexo y drogas. A los quince años fue detenida
por tomar el sol desnuda en un parque de su ciudad. Poco tiempo después ya iba
de un lado a otro de EEUU trabajando en cosas tan dispares como socorrista,
guía turística o vendedora. A los veinticinco recaló en Europa, desempeñándose
tanto de cocinera macrobiótica como de dominatriz en un espectáculo de sexo en
directo. A pesar de todo este trajín, en su cabeza latía la idea de formar una
banda de rock and roll que sacudiera
la complacencia de lo establecido. Toda una punk, de los pies a la cabeza.
Dos
años después regresó a su país sin haber conseguido su propósito de montar un
grupo. Pero pronto se instaló en un hotel neoyorquino y se enroló en el show de un club de estriptis de Times
Square que reclamaba chicas vestidas de colegialas. Allí se produjo el encuentro
con Rod Swenson, posterior
productor, representante y pareja hasta el final. Con él sí sería posible esa
formación de rock tan deseada;
desatar esas incontenibles ganas de dar una patada en los genitales de lo
convencional. Un guitarrista de dos metros llamado Riche Stotts, que no había conseguido superar la prueba para
convertirse en miembro de The
Heartbreakers, actuó una noche con su trío punk, The Numbers, en una fiesta a la que habían acudido Swenson y Wendy.
Después de la actuación, el futuro representante le propuso formar una banda
con ella como cantante. Stotts, muy motivado desde el principio, pasaría a ser
pieza clave del proyecto; y no tardó en hacerse una de las primeras cresta de
la escena punk (influido por “Taxi driver”), que fue evolucionando hasta el
azul eléctrico; tatuarse una sierra mecánica en el cráneo y usar ropa de mujer
en escena, llevando un paso más allá lo que ya habían hecho otros. El
guitarrista aportó como bajista a un vecino japonés, diseñador y fotógrafo, con la cabeza rapada, Chosei Funahara, no mucho después
sustituido por alguien aún más impactante, Jean
Beuvoir, un negro de cresta rubia y trajes blancos que duró un par de años,
justo hasta el endurecimiento de sonido del grupo. Y, finalmente, de algún otro
extraño lugar, brotó Stu Deustch
para hacerse cargo de la batería. Tocaron veinte minutos como teloneros en el
CBGB’s solo un mes después de formar el grupo, comenzando a pulir un
espectáculo extremo que mezclaba el performance
más atrevido con un desinhibido espíritu serie B. Los conciertos se
desarrollaban dentro de un imparable caos que no parecía controlado. Un
desahogo destructivo sin límites que tenía uno de sus momentos culminantes cuando
Wendy cortaba una guitarra eléctrica enchufada con una sierra mecánica, con sus
pezones pinzados y la lengua realizando excitantes movimientos. La cantante podía
autoflagelarse en escena, destrozar televisiones encendidas o hacer explotar un Cadillac después de hacerlo añicos con una maza. El público hacía cola para ver
los conciertos de la nueva sensación de Nueva York incluso desde antes de tener
contrato discográfico. Su primera gira europea topó en Londres con similares
problemas de censura que los que padecieron los Sex Pistols pocos años antes; y
finalmente no pudieron tocar. En 1980 presentaron su esperado primer álbum ante
más de diez mil personas en el muelle 62 de Manhattan. Al final del concierto,
Wendy se lanzó a todo trapo en un coche contra el escenario, saltando al vacío,
segundos antes del impacto.
Su
sonido nunca fue nada esencialmente rompedor. Inicialmente se trataba de
estallidos de punk abrasivo y directo, sucio, básico, veloz; de breves y
disonantes solos y una cantante que escupía machacones estribillos como si
hubiese llegado el fin del mundo. En mi opinión es el sonido más genuino del
grupo, que se extiende y refina hasta su segundo y mejor elepé “Beyond the
valley of 1984” (Stiff, 1981), producido por Swenson y la propia banda. A
partir de ese año, su música pierde el lado más provocador y lúdico, tomándose
demasiado en serio y girando hacía un hard
rock más pirotécnico, lindando a la altura del popular y a la postre último
disco del grupo, “Coup D’Etat”, de 1982, con el heavy rock. De todas formas, el epatante puñetazo de su puesta en
escena siempre relegó su música a un segundo plano y evitó que se les tomara lo
suficientemente en serio.
La
imagen de Wendy siempre anduvo al filo: excesiva, sexual y morbosa. Evolucionando
tal que el sonido del grupo hacia terrenos apocalípticos, más cercanos a la
película “Mad max” que a otra cosa. La prensa, evidentemente, siempre estuvo
más pendiente de las cuestiones extramusicales. Fue detenida con cargos por
exhibicionismo obsceno en Milwaukee. Los policías la vejaron en el transcurso
del arresto y, cuando uno de ellos la manoseó, Wendy le propinó una bofetada
que terminó con ella en el suelo, apaleada por varios oficiales durante más de
un cuarto de hora. Cuando Rod Swenson acudió en su defensa recibió también de
lo lindo. A pesar de eso, tuvieron que pagar una multa de dos mil dólares cada
uno y afrontar un juicio, ya que Wendy estaba acusada de simular una masturbación
con un martillo sobre el escenario. El asunto trajo revuelo de prensa a nivel
nacional, y grupos de seguidores desfilaron ante la puerta del juzgado exigiendo
su libertad. Finalmente resultaron absueltos.
Wendy
O. Williams como persona resultaba mucho más compleja y rica que su personaje.
Era estricta en el cuidado de su cuerpo (alimentación microbiótica o
levantamiento de pesas de diez a doce horas por semana), y estaba absolutamente
en contra del alcohol y las drogas. Ni siquiera dejaba fumar en su camerino. Por
otra parte, el exhibicionismo terminaba tras el concierto, ya que era
extremadamente celosa de su vida privada. También solía contribuir
económicamente en algunas fundaciones protectoras del medio ambiente y los
animales. Gracias a su amistad con algunos miembros de Kiss (a los que habían teloneado en algunos conciertos) como Gene Simmons y Paul Stanley, y después de que el sello Capitol se deshiciera del
grupo, Wendy inicio una carrera en solitario. Con el apoyo de un Simmons que se
dejaba caer de vez en cuando por los ensayos, el material que la banda
preparaba para un futuro disco autoeditado, terminó conformando el grueso del
lanzamiento en solitario de la cantante en 1984, dejando en la estacada al
resto del grupo, que había quedado definitivamente disuelto en 1983. “WOW”, su
debut, fue producido por Gene Simmons, y contó con la estrecha colaboración del
resto de los Kiss. Tras cuatro discos marcados por la irregularidad y la
búsqueda imprecisa del camino a seguir, Wendy se retiró del mundillo del rock, llevando una vida alejada de los
focos pero que incluía algunas participaciones en el cine y la televisión
(apareció en algunos episodios de “Mc Giver” haciendo de… camionera). En 1991
abandonó definitivamente el negocio del espectáculo, retirándose con Rod
Swenson a Connecticut. Allí se dedicó al cuidado de animales enfermos hasta el
final de sus días. Wendy se pegó un tiro en la cabeza el 6 de abril de 1998. El
suicidio fue fruto de una decisión muy meditada. Dejó tres cartas de despedida:
una de amor para Rod, otra en la que daba las oportunas indicaciones para que
su cuerpo fuese encontrado y una tercera para sus seguidores. Esta terminaba
con estas palabras: “…mis sentimientos acerca de lo que estoy haciendo suenan
fuerte y claro en mi interior. Voy a un lugar donde no hay ser, solamente
calma. Os querré siempre, Wendy”.
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21 mayo 2019
ESE RESORTE
¿Recuerdas esa sensación
que explotaba en ti como un
cohete?
Ese abanico inacabable
serpenteaba eléctrico en tu
sangre,
cimbreaba tu cuerpo,
afilaba tus dedos,
tiraba del cabello de tus
sueños,
te lanzaba sin rumbo,
(a veces hacia arriba).
Empujaba tus uñas,
te hacía sentir enjaulado
y con fuerzas para salir.
Detenía un segundo tu corazón
y un redoble roto de batería
lo hacía emerger
envalentonado,
voluptuoso, retumbante.
Hoy, no es más que un reptante
tictac;
un viejo asiento que suspira
por ser abandonado.
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NUESTRO PUEBLO
Los políticos casi nunca aciertan cuando se refieren al “pueblo”: unas
veces se olvidan de gente que debería estar y otras incluyen a quienes no
quieren pertenecer.
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