“TOCAR
LA CANCIÓN DE OTRO”
La versión de Jimi Hendrix apareció menos de un año después
que la original. Esta fue grabada el 6 de noviembre de 1967 e incluida en “John
Wesley Harding”, octavo disco de estudio de Bob Dylan. Un trabajo que marcará su regreso tras el curativo y
terapéutico retiro de Woodstock; provocado por su accidente de moto y la
acuciante necesidad de bajarse de ese tren a toda velocidad que era su carrera
en 1966. El disco, publicado el 27 de diciembre de 1967, año y medio después de
“Blonde on blonde”, se alejaba voluntariamente de cualquier tipo de
experimentación sonora en plena vorágine psicodélica. Se registró en tres
sesiones (nueve horas escasas de grabación) en los estudios del sello Columbia
en Nashville, volviendo a contar con la producción de Bob Johnston. A la guitarra y la armónica de Dylan les bastó con el
único apoyo de Charlie McCoy al
bajo; la batería de Kenny Buttrey y,
en un par de cortes, la steel guitar
de Peter Drake. “All along the
watchtower” se grabó de manera simple y directa; en formato trío de guitarra,
bajo y batería. Ni siquiera coros. Tras la estela del gran recibimiento dispensado a
la versión de Hendrix, fue lanzada como single
el 22 de noviembre de 1968.
La lectura hendrixiana forma parte del mítico doble
“Electric Ladyland”, tercer y último álbum oficial de The Jimi Hendrix
Experience. Se lanzó como single el
21 de septiembre de 1968, como adelanto del doble elepé, alcanzando el top 20
en la lista de la revista Billboard y el nº5 en el Reino Unido. Fue tal su
éxito en EEUU, que las estaciones de radio que el ejército tenía repartidas por
la selva durante la Guerra de Vietnam no paraban de programarla. La
incandescente versión catapultó el original de Dylan. Acaso lo dotó de
trascendencia y dramatismo al hacer circular por sus notas y versos toda la indómita
sangre del Hendrix más apasionado e inspirado. Lo llevó a otra dimensión, sin
duda, aunque no hasta el punto de reinventarlo. Jimi tuvo acceso al repertorio
incluido en “John Wesley Harding” con anterioridad a su lanzamiento, y “All
along de watchtower” captó de inmediato la atención del febril seguidor y
sesudo estudioso de Bob Dylan que era desde hacía años. Muy pronto, El 21 de
enero de 1968, se grabó una primera versión en los Olympic Studios de Londres
que no satisfizo al guitarrista, siendo modificada posteriormente por un perfeccionista
Jimi Hendrix en múltiples ocasiones durante el verano en los estudios Record
Plant de Nueva York, donde se dedicó con obcecación a reordenar ese
rompecabezas de intensidades. La grabación contó con un elenco de lujo. Brian Jones tocó partes de piano que se
terminaron desechando (parece ser que debido a su nivel de embriaguez), y los
tres golpes de percusión del inicio de tema con un vibraslap. Dave Mason de
Traffic se encargó de la base acústica con una guitarra de doce cuerdas. Por su parte,
Jimi Hendrix desarrolló plenamente sus recursos como guitarrista y puso en liza
todos los efectos sónicos que tuvo a su alcance. El solo de guitarra iba y venía, se
repartió en cuatro partes, recurriendo en algún momento de su ejecución al slide, utilizando un encendedor para ello, o tirando de pedal wah-wah (cuyo uso se popularizó
en buena parte gracias al de Seattle). Aparte, Hendrix volvió a grabar el bajo
porque consideraba que Noel Redding
(que se largó harto del nivel de exigencia en mitad de las sesiones de Londres)
no estaba a la altura que la canción requería.
Las grabaciones de Bob
Dylan siempre han sido la plasmación espontánea de la idea, del momento (con
desiguales resultados). La canción considerada como algo huidizo y palpitante
que hay que captar sobre la marcha, en caliente, antes de que se esfume. Durante
las sesiones, en el último momento, pueden aparecer versos nuevos, y otros ser
tachados. Da la impresión de que, si el tema pierde inmediatez, si se va
solidificando al someterlo a excesivos arreglos y correcciones instrumentales, perderá
su sentido, su punzada, debiendo ser sustituido por otro que mantenga la llama.
Un todo tambaleante impulsado generalmente por una instrumentación básica y
efectiva. Muy lejos de esas otras grabaciones muy trabajadas incluso antes de
llegar al estudio; medidas, ponderadas, estudiadas. La canción desmembrada
sobre la mesa de operaciones y vuelta a unir. Alquimia, magia, idea ampliamente
desarrollada o artificiosidad, según los casos. Sus composiciones son
generalmente un punto de partida, una esencia sobre la que trabajar. Melodía,
estructura, y todo un mundo de enigmas, imágenes y sugerencias correteando por
sus letras. Siempre a la espera de que alguien se devane los sesos añadiendo
cosas a ese magnífico y sólido esquema para realzarlo, para extraerle más jugo.
Eso han hecho centenares de artistas, con mayor o menor fortuna, con el
repertorio de Dylan durante casi sesenta años. Y eso aconteció cuando Hendrix
se obsesionó con “All along the watchtower”. Lo hizo suyo de inmediato desde la
admiración. Lo trasladó cuidadosamente a su terreno y lo incorporó a su ilimitado
y oceánico lenguaje expresivo; a ese tenso epicentro de psicodelia, blues y
electricidad. Lo mimó y revistió como si de su mejor composición se tratara,
manifestando que trabajar sobre esta canción le proporcionó más confianza en sí
mismo como compositor. El propio Bob Dylan la considera mejor que su original
(“esta versión realmente me abrumó”, llegó a declarar). Y, seguramente, la
lectura de Hendrix le influyó poderosamente a la hora de llevarla a los
escenarios, siendo una de las canciones que ha interpretado más veces en
directo. Sintiendo,
como dijo en alguna ocasión, que cada vez que la toca es más un tributo a Jimi
que otra cosa. Como si interpretara la canción de otro.
Charles
R. Cross, recoge en su biografía de Jimi Hendrix el relato que
hace su amigo Deering Howe del
primer y acaso único encuentro entre ambos artistas. Sucedió durante un paseo
en otoño por la calle 8 de Nueva York. Al parecer, Howe y Hendrix vieron a
Dylan al otro lado de la calle, y Jimi, excitado al ser la primera vez que lo
veía cara a cara, cruzó entre el tráfico llamándole desde lejos por su nombre. Dylan
pareció molesto y contrariado en un primer momento, hasta que reconoció a su
interlocutor y se tranquilizó. Cuando Hendrix comenzó a balbucir una modesta
presentación, Bob le interrumpió diciéndole que ya sabía quién era, que le
encantaban sus versiones de “All along the watchtower” y “Like a rolling stone”,
y que no conocía a nadie que interpretase mejor sus canciones. A pesar de que
la relación personal quedó ahí la admiración mutua se mantuvo para siempre.
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