Deslizados por un hilo de cobre
viajan nuestros sueños,
tras la estela de una brillante ilusión
amarillo fuerte.
Esta mañana,
el monstruo abrió la ventana
de par en par,
para que entre todo o nada entre.
Sin querer saber de nosotros mismos
dos secretos andantes nos volvimos:
fáciles de guardar,
fáciles de olvidar.
En esa ciudad que volvemos fantasma
a fuerza de pasos perdidos.
Cuando nos crucemos callaremos
y nada cambiará.
Quedaremos entonces leyendo el poema.
Abriendo su flor,
que escupe la espina,
lectura tras lectura.
Hay algo nervioso en tus dedos
al pasar mi página, ¿qué es?
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